Vuela, pensamiento,
sobre alas doradas.
El Palacio de la Ópera coruñés se convirtió la semana pasada en sede de la música con abundante y generosa presencia ferrolana, como es habitual cuando se ofrece una representación como la que pudimos escuchar en la versión en concierto de Attila, la ópera verdiana de sus

anni di galera que sonó por primera vez en los escenarios de Galicia desde su estreno en 1846 en La Fenice de Venecia.
La representación está enmarcada dentro de la Temporada Lírica 14/15 que programa Amigos de la Ópera en lo que se ha convertido en un logro que permite disponer y disfrutar de una actividad operística amplia en el tiempo, ofreciendo títulos de interés y expectación para el gran público.
Es cierto que la obra ha sido representada pocas veces y que la crítica tras su estreno se pronunció con un juicio desfavorable, catalogándola como una obra desigual y desequilibrada, aunque también en ella se aprecia todo el espíritu apasionado del compositor y la especial psicología de unos personajes que perfilan el tinte patriótico que llevará al autor a ser conceptuado como compositor político.
Un buen elenco en la representación con el bajo protagonista Luiz-Ottavio Faria, en brillante papel, el barítono Juan Jesús Rodríguez Ezio- y la soprano poderosa Ekaterina Metlova, la Odabella que fascinó al público.
Poco frecuente que la directora musical fuese una mujer, Keri-Lynn Wilson, la canadiense formada en la Julliard y nombrada recientemente director musical de la Filarmónica Nacional de Eslovenia.
No podríamos olvidarnos de lo nuestro con la brillante Sinfónica de Galicia, el tenor Pablo Carballido y el Coro de la Gaos que hizo gala de la estupenda labor de su director, Fernando Briones. Todos ellos dejaron nuestro pabellón musical en destacado nivel.
La gran ovación del público fue sin duda el mejor regalo para todos ellos y para los que hicieron que esta representación tuviese lugar en Galicia.