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Mordaza y patria

miércoles, 24 de diciembre de 2014
Los que nos hemos criado en el Franquismo hemos tenido que soportar muchos abusos por parte de determinados vencedores, situados en puestos de la administración, que hacían y deshacían con total impunidad sin que los ciudadanos pudiéramos rechistar. Siempre podían alegar que velaban por la patria, aunque en realidad lo que cuidaban eran su sueldo, su patrimonio, que aumentaba, y otras dádivas fruto de la victoria.

Escribir era un ejercicio de máxima prudencia e imaginación, sumamente arriesgado, y evidentemente, limitado a temas alejados de la política porque siempre estaba ahí la espada de Damocles. Por supuesto, los vencidos, o sus vástagos, eran peligrosos revoltosos a los que había que marcar de cerca o estigmatizar desacreditándolos, aunque para ello se les inventaran las más viles patrañas. Eran los vencedores hombres católicos que presidían procesiones y exhibían la bandera con insultante altanería. Después se conocería el pasado de cada uno y sus “hazañas”. Quizás de ahí provenga mi resquemor a tanta manifestación patriótica de parafernalias. Los símbolos esconden demasiadas veces oscuros fines y tapan inconfesables y nefastos comportamientos. La Patria y los amores se llevan en el corazón.

Pero el Franquismo ahora debiera ser pasado. Para ello se escribió en su momento una Constitución y se nos dijo que la Democracia era el mejor de los sistemas. Se establecieron los partidos con elecciones libres, se separaron teóricamente los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y entonces en la ciudadanía pareció nacer una esperanza de que la libertad y la concordia podrían mostrar un camino nuevo para todos, incluidos los respetos debidos a la pluralidad de España.

Sin duda, nadie ha de olvidar, en un reconocimiento de justicia, que aquí hubo verdaderos héroes que se vieron en situaciones dificilísimas para poder corregir defectos y mentalizar a determinados estamentos en el respeto a la ciudadanía. Loables y agradecidos debiéramos estar a muchos individuos que trabajaron sinceramente con ese fin y que, a veces con grave riesgo,
impidieron nuevas asonadas en un País tan propenso a ellas.

Durante un tiempo en la sociedad parecían que el derecho se imponía al abuso, el respeto comenzaba a tener sentido y todo aquello que era marginal y despreciado por los más inmovilistas iba andando un nuevo y esperanzador camino. Hasta aquellos que escribimos nos sentimos más desahogados.
Pero el tiempo pasa y, si realmente no creemos en las cosas, si los genes están ahí sin control y los tics no se corrigen, rápidamente se esfuma el reciclaje y renacen los viejos hábitos de prepotencia, chulería, abuso, desprecio…en aquellos que detentan el poder.

No, no importa tanto quien gobierna, que también, sino las decisiones que toman y que afectan a todos, y que son peligrosísimos pasos atrás que sólo sirven par desmoralizar a la gente. Me estoy refiriendo a la ingerencia en el poder judicial; a la famosa ley “Mordaza”, que es volver a los tiempos del pasado que ya creíamos olvidados; Ley de trasparencia opaca, que no deja de ser un contrasentido. Hablo de la insufrible corrupción, que afecta a las más altas instancias y que generan millones de desprecios de los ciudadanos a tales jerifaltes.

Hablo de las nuevas legislaciones sin consensuar con nadie; leyes laborales, que jamás hemos sufrido en el mismísimo Franquismo; obras faraónicas sin el mínimo sentido común que contribuyeron a arruinar al País y que los ciudadanos de a pie no hemos demandado Hablo de la pérdida de la juventud más preparada abocada a la desesperada emigración y cuya pérdida pasará factura durante mucho tiempo; del insufrible paro, que iban arreglar y que no han sabido resolver nuestros políticos. Hablo de los recortes en sanidad, educación y ley de dependencia así como del despilfarro del gasto en Defensa, por ejemplo. Gasto tan opaco como siempre y eterna sangría del país.

Hablo del saqueo del fondo de pensiones y que es propiedad de los trabajadores, no del Estado. No, señores, los pensionistas no se pueden convertir en nuevos preferentistas del banco Estado por muy estado que sea. Ese dinero está hecho de nuestro sudor. Hablo de la poca sensibilidad mostrada con los desahuciados, de los niños desnutridos, de las ventas de patrimonio público con grandes pérdidas, de los empresarios golfos y multinacionales que no pagan a Hacienda. Hablo de muchas cosas que ahora mismo embotan mi cabeza y se me olvidan las tarjetas blacs, de la pérdida tan enorme de la moralidad pública, del valor de los jueces represaliados… Son tantas cosas que duelen porque son nuestras, nos preocupan y debemos luchar por ellas, les guste o no a estos nuevos fascistas.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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