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Las cartas del abuelo Pascasio

miércoles, 24 de diciembre de 2014
Los abuelos que laburamos de albañiles.

Muy querida nieta Cristina:

Vas a tener que disculparme, vuelvo a romperte el mate con la intervención judicial del Centro Gallego de Buenos Aires. A ti puedo confiarte mis temores sin que me consideres un viejito llorón. Estamos en familia y por eso es que insisto en la necesidad de que no se apague nuestro fogón de Belgrano y Pasco. Acá arriba llevamos todo el año con reuniones orientadas a la búsqueda de una solución que evite el cierre y desaparición de la entidad gallega más importante de la Argentina. Además, vos bien lo sabés, es la más rica del mundo en patrimonio histórico-artístico. Solamente con las obras plásticas de nuestro genial Alfonso Rodríguez Castelao, sumamos varios millones de pesos.

Somos los abuelos emigrantes que laburamos de albañiles en las obras del Centro Gallego. Nuestro esfuerzo fue constante durante un siglo, así que estamos más que autorizados para animar o criticar. No queremos caer en el fatalismo de la resignación. Es evidente que nuestros herederos fracasaron al no poder mantener el suministro de leña para que el fuego cultural y sanitario llegase con su justa temperatura a cada uno de los miles de asociados. Nos duele observar que una gran mayoría de nuestros descendientes se quedaron atados al pasado. Hay excepciones muy meritorias, como en el caso de la nieta lalinense de la parroquia de San Miguel de Goiás que vos conocés de cuando te visitó en la Casa Rosada. Puede que la vista engañe pero no el corazón. Es muy triste el soportar una serie de actitudes negativas que solamente sirven para echar más lastre al irremediable hundiendo del Centro Gallego.

Queremos ser lo más objetivos posible aunque es difícil pintar de blanco cuando lo que se impone es un negro color de muerte. Se visualizan dos posiciones enfrentadas entre los miembros de las “Agrupaciones Pro Centro Gallego” que son los representantes de los socios y por lo tanto los legítimos encargados para sacar del barro a la institución, según disposición estatutaria. Las “Agrupaciones” no fueron capaces de consensuar un programa o propuesta común para salir de la crisis. No se unieron en una voz. Se instalaron en la crítica, en la división y en la divagación. Al tener dentro de sus filas a miembros con intereses contrapuestos no pudieron presentar una razonada y razonable propuesta de salvamento completo de la nave o de parte de ella.

Las dos corrientes de opinión son: a) opta por defender el modelo vigente de mutualismo; b) elige la privatización como salida al problema. Entenderás, Cristina, que las posturas se aferran a una fantasía de cloroformo para no enfrentarse a la realidad de que el sistema mutualista de asistencia sanitaria está en la UCI. Visto así, unos son más nobles y los otros menos. Unos quieren seguir como hasta ahora y otros quieren que una empresa privada ofrezca los servicios. A nosotros, viejos gallegos, nos encantaría volver a tener una entidad fuerte como en el siglo pasado pero las vueltas de la vida lo hacen imposible. Hay algo que nos llama la atención y que une a las “Agrupaciones” por encima de todo. Es curioso que no tengan la valentía de agradecerte que hayas autorizado por decreto administrativo una serie de partidas presupuestarias de fondos del INAES para mantener activo el Centro Gallego.

A nosotros nos parece que nuestros descendientes están equivocados. Al hacerse los otarios demuestran tener muy poca calidad humana. Quedan en evidencia al no reconocer que es una nieta de Galicia la que evitó el cierre del Centro Gallego. Es una pena que se les haya nublado el entendimiento. Opinamos que el cambalache político que cada uno tenga en su bocho no debería nunca de influir en el análisis de las acciones ejecutivas de una mandataria que no anda en busca de ningún voto perdido.

Sin más –-tendrás asuntos más importantes que atender--- me despido no sin antes comentarte que el próximo 28 de febrero se cumplen 65 años de la visita del presidente Juan Domingo Perón al Centro Gallego. Te lo recuerdo porque al firmar en el “Libro de Oro” quedarás unida a un espacio de solidaridad que fundaron, hace más de 100 años, un grupo de muy orgullosos hijos de Rosalía de Castro.

Recibí un abrazo cariñoso del abuelo fonsagradino que cada día que pasa se siente más feliz por haber desembarcado en la acogedora orilla del Río de la Plata.
Pascasio Fernández Gómez
Suárez Suárez, Manuel
Suárez Suárez, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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