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Hallazgos

martes, 23 de diciembre de 2014
Entro en mi habitual “librería de viejo” para hurgar entre libros amarillentos buscando algún posible tesoro oculto entre tanta página agobiada de silencio. Pero el hallazgo suele ocurrir de manera intempestiva -dígase evento o casualidad- y sucede como con los “entierros” de que nos cuenta Alvaro Cunqueiro, en Galicia, o Renato Cárdenas, en Chiloé; es decir, que esos prodigios anhelados huyen, se difuminan o se ocultan cuando los perseguimos con codicioso denuedo.

A punto de salir de la librería, vuelvo a la carga, y en medio de caótica ruma de textos encuentro un pequeño ejemplar de tapas duras, color verde grisáceo desvaído. Es de los primeros libros de don José Ortega y Gasset, con el escueto título de “Notas”, colección de bolsillo Espasa Calpe, Buenos Aires, 1941 (una de las tantas editoriales que la guerra incivil española exilió en América Hispana, para imprevisto beneficio nuestro, al fin y al cabo...). En la portadilla hay una fecha: 26 de noviembre de 1943 y la firma en amplia y sobria caligrafía, plenamente legible: J.M. Moure... Sí, se trata de la signatura juvenil de José María Moure Rodríguez, en sus años de inmigrante en la Argentina, cuando ya trabajaba como eficiente funcionario de la casa de turismo Exprinter, fundada por la familia francesa Supervielle... José María Moure tenía entonces veinticuatro años y había asistido a conferencias y breves cursos de iniciación filosófica con su admirado Ortega y Gasset (1). Al cabo de los años reuniría las obras completas del insigne maestro, venero de su notable formación intelectual, combinada con fructíferas actividades empresariales, cosa poco frecuente entre los hijos de la emigración.

Ayer por la tarde visité a José Moure, nuestro Tío Pepe como le llamamos desde siempre, el benjamín de aquella familia que arribara a Buenos Aires a comienzos de 1925. Han pasado setenta y siete años desde esa fecha. El tío tiene hoy ochenta y tres hondos abriles y se recupera, animoso y entero, de algunos inevitables reveses de la edad provecta... Recibe el libro con unción, como objeto precioso que hubiese surgido, intacto, de la aniquiladora máquina del tiempo... No cabe duda, es su firma... Entre el hojear de las páginas resquebrajadas se van desgranando recuerdos asociados al libro: la época bullente y próspera, culta y creativa, del Buenos Aires de su juventud; los primeros ajetreos laborales, anécdotas de la pensión en casa de una viuda y su hija, madura y obsequiosa, que le traía por las mañanas la bandeja con el frugal desayuno...

José María Moure es hábil conversador, emplea el léxico con acierto y esmerada corrección, pero con la naturalidad de una cultivada inteligencia y los matices del fino humor gallego, ese que lucieran Valle Inclán y Julio Camba, entre otros; ese que esgrimía, como látigo, Manuel Moure Rodríguez, el primogénito y fundador del “clan” sudamericano. Ahora recuerda la figura de Ramón Suárez Picallo, el torrencial cronista del periódico “La Hora”, en Santiago de Chile, con sus dos millares de artículos escritos entre 1943 y 1953. -Entraba Suárez Picallo en nuestras oficinas- me dice, mientras deja fluir con fruición las palabras -se sentaba y extraía de su abdomen, entre el pantalón y la camisa, un libro abierto y manoseado, que indefectiblemente llevaba consigo para aliviar las esperas entre el ir y venir de trámites y gestiones que sólo él conocía, sumiéndose en la lectura como en profundo sueño, del que había que sacarlo con algún pequeño remezón... Leía dos o tres libros en cada jornada y escribía sin descanso las crónicas que iban a enriquecer una década de buena prensa en Chile...

Y con Suárez Picallo entramos en el tema de los ilustres exiliados del Winnipeg y su extraordinario aporte a la cultura chilena, a partir de la década de los 40. La mayoría de ellos han partido ya al definitivo regreso, pero su obra vivificó el quehacer intelectual de Chile y aún lo nutre, en ese cauce que sólo interrumpen el olvido o la indiferencia, tan comunes en épocas de barbarie o decadencia, como parece ser, en muchos ámbitos, la que ahora vivimos y padecemos.

La noche cae con su manto invernal. Me marcho saboreando la dulce nostalgia de otro hallazgo feliz surgido de los libros, y que esta vez se ha vuelto gozosa comunión de afectos en el fuego propicio de nuestras raíces.


NOTAS
1. José Moure Rodríguez es autor de “Ortega y Gasset en Chile”, ediciones 1988 y 1998, estudio monográfico de los principales textos que con ocasión de la visita del filósofo y maestro a Chile, en 1928, escribieran connotados intelectuales y literatos chilenos; además, incluye dos estudios de José Moure y ensayos posteriores, entre los que destaca “Ortega y el Desafío de la Inteligencia”, del filósofo chileno Jorge Millas.
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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