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Mírame a los ojos y dime que sientes

martes, 16 de diciembre de 2014
Es hermoso contemplar a tu amado, sin hablar, asomándote solo a las ventanas de su alma.
Aquel tesoro que espera ser descubierto es el guardado en el fondo de una persona, puede pasar desapercibido para muchos pero ser sorprendente solo para ti, asomarse al interior de quién te importa y poder interpretar sus emociones, esas que emanan por las ventanas de su alma cuando expresa sorpresa, y acompañarle cuando siente miedo, consolarle en su disgusto y aplacar su cólera o fomentar su felicidad para que no exista nunca tristeza en su mirar, ¡es una autentico privilegio!.

Algunas miradas no dicen nada, otras lo dicen todo, pudiendo ser la forma más pura de demostrar lo que sientes. Desnudan y acarician el cuerpo que tienes enfrente sin tan siquiera rozarlo, pueden ser como un libro abierto capaz de expresar cualquier secreto y tener el poder de comunicar sin tener que hablar, siendo lo más tierno del rostro y cómplice del corazón para decir ”te quiero” cuando descubres que así puedes gritar cualquier sentimiento.

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La primera impresión es fundamental, en décimas de segundo se puede comprobar el grado de conexión existente con quien sea, antes tan siquiera de cruzar ni una sola palabra. Si miras prolongado y es recíproco, es indicativo de si habrá entendimiento o intimidad entre dos. Al ignorar visualmente a otro podemos hacer daño o si lo hacemos fijamente podremos producirle angustia y elevarle el ritmo cardíaco. Tan solo con mirar ya demuestras interés. Sean cálidas, profundas, frías, ardientes, perdidas o penetrantes, puedes "fulminar ", "comerte a besos a alguien", o incluso "matar” con una simple mirada.

Con tan solo un sencillo vistazo a tu amado puedes entregarle: seguridad y complicidad o, al apartar la mirada. hacerle ver que no le importas y llamar así su atención, cuando queremos esconder algo, escapamos de ese intercambio.

Basta una sencilla “visual” como para establecer un coloquio silencioso entre ambos y saber si estas o no entrelazado.

Espejo del alma

La pupila humana es como un diafragma de una cámara de fotos, se dilata cuando algo es de agrado y se contrae cuando es desagradable, siendo una reacción involuntaria. En la etapa del “flirteo” paseamos intensamente los ojos por boca, pecho, acariciando lo que las manos aún no alcanzan de forma inconsciente. Cuando nos enamoramos, somos felices o sentimos pasión, se nos iluminan los ojos, se abren más de lo normal y tienen un brillo especial, que contagia a todo el mundo. Se puede estar a cierta distancia de la persona que te gusta que con tan solo mirarla sabes que no existe nadie más y te sientes único, si sus ojos te dicen “te amo” no le pidas a los labios explicación porque las palabras se las puede llevar el viento y las miradas se guardan en el corazón.

Tipología del mirar

La dirección de los ojos puede contarnos lo que realmente piensa quien tenemos enfrente. Cuando el contacto visual que observamos en el otro es directo significa interés por lo que decimos pero si es intenso, puede intimidarnos, si es breve denota timidez o inseguridad, la falta total puede mostrar desinterés o que algo oculta. Subirlos con frecuencia hacia arriba, significa desprecio, sarcasmo o aburrimiento. Hacia arriba a la derecha esta recordando y si es a la izquierda está usando su imaginación. Una persona que mira para abajo-derecha está pensando qué se va a decir, incluso engañando pero si es hacia abajo-izquierda estará mostrando sus sentimientos tal como son. La simple mirada hacia abajo prolongada indica sumisión o vergüenza.

Hay personas que son zurdas, y según el cruce de información que se da en el cerebro, todo lo anteriormente citado se invertiría de lados. Desviar los ojos constantemente y con rápidos movimientos puede reflejarnos también que mienten.

Existen verdaderos estrategas muy habilidosos en relaciones personales que dominan perfectamente sus gestos visuales y pueden dártela pero lo que sí es cierto es que dos seres que se aman de verdad, se observarán maravillados todo el tiempo sin esconderse porque nada temen.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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