Deberías ser a mi imagen y semejanza

Muchas parejas se encuentran con el problema de pretender que el otro sea de manera distinta a como es.
Cuando estas con un hombre o una mujer para que te muestre su querer, ¿haces que se comporte de acuerdo a tus necesidades?. Con él: “sí necesito hablar, preciso que me escuches”, o “si necesito silencio, te guste o no, ¡cállate!”. Si buscas que te complazcan, es que eres egoísta. Si no cumple, pensarás; “ya no me quiere, no le importo o, tal vez, si le interesara sería más comprensivo y atento”, entonces lo manipularás y controlarás, para hacerle ver que si se muestra como tú necesitas en cada instante, es cuando es bueno y así, sí te gusta.

Egoísmo-narcisista

Aquel que pretende cambiar a los demás, se cree único y espera un trato exclusivo, es narcicista. Se sobrevalora porque se ve tan especial y complejo que pocos pueden entenderle, no les gusta tener amigos porque no siente que debe hacer o dar algo a cambio. Expresa rabia con frecuencia por casi todo, le come la envida, no soporta que nadie sea mejor que él. De niño no aprendió a cooperar, responsabilizarse, ni considerar a los demás.

¿Sabes quién eres?

Cada imposición siempre trae unida una dosis de resentimiento, cuando para tu pareja nada de lo que haces o piensas le gusta y quiere que seas distinto, guardarás dentro de ti: rencores y culpas, creerás que le estas fallando, harás lo posible por alcanzar ese “ser celestial” que ella desea te conviertas, generando en ti ansiedad y frustración sino lo consigues. ¿Dudas de cómo eres? Si ves como una obligación mostrarte a semejanza de los caprichos y deseos de tu pareja, no tomarás tus propias decisiones, ni sabrás quien eres.

El cambio está en ti

Caminar en una relación debería ser aceptar y saber convivir en la diferencia. Este tipo de relaciones enganchan bastante porque se genera dependencia, el poder lo ejerce el que más controla al otro, impondrá que las cosas sean como quiere, sin discusión al respecto, se creerá cuasi-perfecto, domesticando a la pareja a su gusto, tratándolo como a un hijo descarriado al que educar, solo fijándose en sus errores e invitándole constantemente a cambiar, convirtiendo en una lucha la relación hasta llevarla al fracaso e insatisfacción. Plantéate si te enamoraste de tu pareja tal y como es, o ya desde el principio le has querido convertir en quién querías que fuera, si es así nunca te interesará de verdad y cualquier cosa de él, te molestará. El que siempre cede cogerá manía al otro.

En el amor de verdad, conviven la humildad, paciencia, libertad y sobre todo se sabe cómo saber llevar lo que se debe.

Amo cuando acepto

Resta mucha energía y paz interior, empeñarse en querer cambiar a un ser querido, es una dinámica agotadora que crea muchos conflictos. Sin desearlo con esa actitud generas inseguridad en el otro, porque le transmites que no te gusta como es. Si “atas” a tu pareja a tu lado y haces que te tema, amenazándolo con dejarlo cada dos por tres si no cumple con lo que le marcas, le harás un chantaje psicológico y maltrato sutil. Nunca en tu pareja va a ocurrir un cambio que antes no haya sucedido en ti, ¡sé mejor persona para él!.

Respétalo

Cada vez que tu pareja quiere hacer algo que le gusta y le haces sentir mal, por ello o si cada vez que sale con sus amigos, te enfadas o te pones celoso sin motivo, sin darte cuenta lo alejas y rompes la relación. Si lo cohíbes o presionas constantemente, estas desgastando la relación haciendo que se trasforme el amor en: rabia, impotencia y tristeza y no valorar su espacio. Con respeto se gana el corazón de una persona, agobiándolo lo único que harás es “cargarte el sentimiento” y que cualquier cosa podrá separaros.