El ascenso de Podemos

Casi siempre las revoluciones tienen su origen en los abusos de los ricos y poderosos. En el caso de la revolución francesa por los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista, en el caso de la revolución bolchevique por la opresión del régimen zarista sobre las clases bajas, y en el caso de la revolución cubana por la corrupción y el régimen autoritario de Batista.

Aunque en este caso no se trate de una revolución, cabe preguntarse qué es lo que ha provocado el ascenso de Podemos en la intención de voto de los españoles. Pues, a mi modo de ver, la crisis económica, el paro, los recortes, las bajadas de sueldos, el rescate de las cajas de ahorros, las desigualdades, la pobreza infantil, el fraude fiscal, los desahucios y la corrupción, y que haya gente que trabaje y tenga más gastos que ingresos. La gente se ha cansado de todo ello, y de que las grandes empresas y las grandes fortunas aumenten sus beneficios en época de crisis y apenas paguen impuestos, es decir, de que los ricos se hagan cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, como decía Juan Pablo II. Y cuando la gente está muy harta quiere soluciones radicales y no se conforma con otras opciones políticas más moderadas que pueda haber.

Los de Podemos, al principio han planteado soluciones utópicas que luego han ido suavizando, como es el caso de la renta universal, que daba pie a los catastrofistas, pusilánimes y aguafiestas, para preguntar de donde iban a sacar el dinero para ello, tachándoles de populistas, pero a veces hay que intentar lo imposible para conseguir lo posible.

Lo que todo el mundo entendería es que las desigualdades no pueden ser que unos coman y otros no, que debería haber un salario mínimo para las personas que no tengan ningún ingreso y que la vivienda no debería ser un bien inaccesible. En el documento "Un proyecto económico para la gente", elaborado por los economistas Juan Torres y Vicenç Navarro para Podemos, se habla de que la Constitución reconozca el derecho a la alimentación y de la “puesta en marcha de planes de urgencia destinados a proporcionar ingresos mínimos de subsistencia a familias y personas en exclusión o en riesgo de estarlo por encontrarse en paro o en situación de grave precariedad laboral” y una ley de vivienda que busque “el ejercicio del derecho constitucional a disfrutar de ella”. Como puede verse, nada revolucionario.

¿De dónde van a sacar el dinero para ello? Todo el mundo sabe que aparte del dinero que se podría obtener combatiendo el fraude fiscal, que representa muchos miles de millones de euros al año, los bancos y grandes empresas del IBEX 35 con las desgravaciones que tienen al final pagan un impuesto de sociedades ridículo, es decir, un porcentaje bastante más bajo que el IRPF de algunos pensionistas. Aquí de nuevo aparecen los aguafiestas diciendo: ¡Si se aumentan los impuestos las grandes empresas se van! ¿A dónde se van? Y si se van no pueden llevarse las redes eléctricas o de telecomunicaciones, las instalaciones de gas o las gasolineras? Y aunque se vayan, como los clientes seguirán aquí, tendrán que tributar donde facturen.

En cuanto a la propuesta de la jornada laboral de 35 horas semanales, por lo menos habría que reconquistar la jornada laboral de 8 horas durante cinco días a la semana, algo que ya ocurría con los obreros de Henry Ford a principios del siglo XX, y que todos los trabajadores tengan un contrato.

Mucha gente, que no puede opinar en las tertulias televisivas, seguro que estaría de acuerdo en corregir los excesos del capitalismo haciéndole frente a nuestros "amos" los mercados financieros y las multinacionales, controlar los abusos de los oligopolios, y acabar con el paro, la pobreza infantil y las desigualdades extremas. Los de Podemos, por lo menos tienen el propósito de abordar esos y otros grandes problemas que nos afectan y que no han resuelto los gobiernos anteriores ni el actual y, a pesar de los catastrofistas, han convencido a mucha gente que ahora tiene intención de votarles.