Campofrío, querido capitalismo

Se ven imágenes de innumerables trabajadores de ambos sexos llorando frente a la fábrica de Campofrío en Burgos arrasada por un incendio y se les oye afligidos pedirle a los empresarios, unos capitalistas extranjeros, que la reconstruyan y vuelvan a emplearlos.

A los militantes del izquierdismo revolucionario, esos de IU y Podemos, debemos preguntarles: ¿Dónde está Karl Marx, y qué dicen los comunistas Cayo Lara y Pablo Manuel Iglesias oyendo estos ruegos?

Está abatida buena parte de los 180.000 habitantes de Burgos, ciudad con 1.130 años de historia documentada, tierra de El Cid, capital del reino castellano, donde nacieron las Leyes Hispánicas para América cerca de su grandiosa catedral gótica.

Tanta historia, y hay burgaleses que no conciben su ciudad sin Campofrío. El incendio afecta a 900 trabajadores y a un mínimo de otros 6.000 que producían para la fábrica; sumemos además familias y cercanos al devastador efecto económico desmultiplicador o divisor: un desastre.

Comité de Empresa y autoridades aparentemente convencieron a los propietarios de la marca, la mexicana Sigma Alimentos y la china WH Group, para que sigan en Burgos y que vuelvan a emplear a sus trabajadores.

Hay que ver llorar a los obreros, a los oprimidos según Marx, pidiendo más opresión.

Cuando aparecen estos revolucionarios comunistas de IU y Podemos para denunciar a los malvados capitalistas hay que exigirles que creen empresas que den tanto trabajo y riqueza como Campofrío.

El dolor de los trabajadores demuestra la necesidad de que haya creadores, como el fundador, Pedro Ballvé, que sí dijo e hizo “podemos”.

Sin gente como él lo que traen los populistas agitadores de sueldo fijo en partidos o universidades, que exigen nacionalizaciones, estos estalinistas y bolivarianos traen sólo hambre y miseria: no fabrican otra cosa.