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Playa de Covas y Puerto de Celeiro

jueves, 20 de noviembre de 2014
Mi infancia discurrió en la playa de Covas y en ella jugábamos, en el río Cantarrana, hoy desaparecido y encallado por la especulación urbanística. La playa estaba formada por una arena fina y blanquísima que la convertía en uno de los arenales más importantes del norte de España. Hoy, merced a la estupidez humana y sobretodo a la avaricia, la playa ha menguado enormemente para convertirse en un auténtico desastre de dunas inhóspitas y donde apenas quedan unos cuantos románticos disfrutando de un espléndido paseo marítimo, llamado a desaparecer, si recordamos que nos están avisando continuamente del cambio climático.

Desde allí veíamos como zarpaban al mar los boniteros y se convivía, casi armoniosamente, con el desarrollo del puerto de Celeiro, despensa económica fundamental en la zona. La playa era vivero de navajas, berberechos (carneiros), “longueiróns” y, si llegabas a los Castelos, “minchas” y algunos camarones.

La Ría proporcionaba los famosos chipirones- hoy mentira, que debieran borrar de sus pizarras los hosteleros-calamares, nécoras, centollos, pulpos…y se podía practicar la pesca submarina como habituaban a hacer algunos deportistas.

Celeiro era, y en cierto modo sigue siendo, el pan de Viveiro. Tierra de rudos y valientes marineros donde el compañerismo y la humildad eran señas de identidad y se compartían, entre armadores y marineros, las alegrías de las campañas. Todos nos sentíamos como nuestras las alegrías y desgracias derivadas de un oficio tan duro como arriesgado. Disfrutábamos las buenas campañas y reíamos en la taberna o llorábamos con angustia las desgracias de las galernas. Siempre por medio la verdadera amistad. ¡Cuántos huérfanos siguen siendo hoy nuestros amigos!

Pero los tiempos cambian y con ellos cambiamos también las personas y las costumbres. Y ya aquellos marineros se han convertido en armadores y aquellos son hoy indonesios víctimas de mafiosos con la complicidad de los que sacan tajada.

Y aquel marinero, que antes era sencillo y humilde, hoy es armador altivo y soberbio, máxime si los negocios han ido bien. No importa para ello que la playa se haya estropeado a base de limpiar fondos de los barcos en el puerto, ni que éste se haya construido donde no aconseja el sentido común, ni que la condiciones laborales de los marineros sean hoy mucho peores que antaño.

Hace algún tiempo me achacaba un apreciado colega mi animadversión contra los armadores y eso es totalmente falso. Disfruto viendo como progresa cualquiera con sus negocios, si lo hace lícitamente, y me siento orgulloso del carácter emprendedor de muchos de ellos que, con la escasa preparación que hayan podido adquirir, han triunfado. Es muy meritorio.

Pero el error del Muelle, de la ubicación actual del Muelle de Celeiro, lo pudieron ver muchos de ellos a los que la vida y el trabajo les proporcionaron un sentido común muy distinto del de los verdaderos responsables de tal desaguisado. A nadie se le ocurre, que no sean técnicos de Portos, taponar la desembocadura natural del Landro y construir un espigón de abrigo de tal modo que haya cambiado el natural flujo del agua y, por consiguiente, se está acabando de destrozar la playa de Covas.

Es el puerto una obra aparentemente eficaz desde la perspectiva marinera, pero de pésima y antiestética ubicación desde la nuestra. Y somos bastantes las personas que creemos que debieran haberse estudiado otras alternativas. Efectivamente, el Muelle era necesario para mantener el desarrollo y dar apoyo a la cada vez mejor flota, pero su ubicación es la causante de este problema.

Los estudiosos saben que lo ideal debiera ser un concepto que se llama desarrollo sostenible y eso debiera haber sido estudiado por los técnicos de Portos antes de crear el problema actual. Lo hemos denunciado hace muchos años y se han hecho oídos sordos y ahora ¿qué? La erosión del mar está llegando a las casas de Covas y será absurdo ir echando arena en la playa cada verano.

No vemos que ahora la solución sea fácil, pero alguien debiera exigir responsabilidades a tanto inepto por más que venga avalado por títulos, másters y bajo el paraguas de un organismo público como Portos, que una vez más ha dado muestras de su incapacidad para resolver problemas. ¿Y qué decir de la situación del emisario submarino y de la contaminación de la Ría?
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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