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Sobre los ricos

lunes, 03 de noviembre de 2014
Según un informe de Oxfam: "Durante el último año las 85 personas más ricas del mundo incrementaron su fortuna en un 14%, lo que supone que en conjunto lograron beneficios de casi medio millón de dólares (unos 400.000 euros) por minuto. Desde el inicio de la crisis económica el número de milmillonarios en el mundo se ha más que duplicado, pasando de 793 en 2008 a 1.645 en 2014. Hoy en día en África Subsahariana hay 16 personas cuya fortuna se mide en miles de millones, que conviven con 358 millones de personas que viven en la pobreza extrema" (El Mundo, 29/10/2014).

En el mismo periódico se publicaba el pasado 14 de octubre: "El número de millonarios supera las 460.000 personas en España", destacando que "el porcentaje de riqueza que posee el 10 % más rico ha aumentado especialmente entre los años 2007 a 2014". O sea que en España a los muy ricos les ha ido muy bien durante los años de crisis.

Hay infinidad de citas sobre los ricos:

"Rico y de repente, no puede ser santamente" (Proverbio castellano).

"Detrás de cada gran fortuna hay un delito" (Honoré de Balzac).

"En el origen de todas las fortunas hay cosas que hacen temblar" (Louis Bourdaloue").

"Para amasar una fortuna no se requiere ingenio, lo que es preciso es carecer de delicadeza" (Caballero de Bruix).

"Los ricos sostienen al estado igual que la soga sostiene al ahorcado" (Anónimo).

En principio, el problema no es que haya ricos. Es bueno que haya ricos, cuantos más mejor. Tampoco hay que envidiarlos, porque no es seguro que uno sea más feliz siendo rico, y aquí no se trata de ser el más rico sino de ser el más feliz. Lo que de verdad tiene que preocuparnos, es que haya pobres.

Nada que objetar a que alguien se haga rico trabajando mucho, destacando en una profesión, siendo un empresario innovador o que fabrique productos que se vendan muy bien, teniendo una visión especial para los negocios, jugando al futbol o cantando. El problema es que alguien se enriquezca a costa de los demás. O sea que, por la teoría de los vasos comunicantes, el enriquecimiento de unos suponga el empobrecimiento de otros.

Se enriquecen a costa de los demás los que defraudan a Hacienda o los que pagan impuestos irrisorios, como es el caso de las grandes empresas.

Se enriquecen a costa de los demás los que se enriquecen con la corrupción político empresarial.

Se enriquecen a costa de los demás los empresarios que pagan míseros salarios por interminables jornadas de trabajo o llevan sus fábricas a países del tercer mundo donde se trabaja en régimen de semiesclavitud.

Se enriquecen a costa de los demás los que venden productos de primera necesidad a precios abusivos o los intermediarios que incrementan artificialmente los precios de los alimentos.

Y con toda seguridad, en el ámbito de los mercados financieros alguien se enriqueció a costa de los demás cuando los inversores en fondos de alto riesgo se volcaron en las materias primas provocando algo tan perverso como que en 2011 la harina subiese en Kenia un 100 % en cinco meses.

Podría decirse que el resultado de ciertas formas de enriquecerse es la desigualdad (España es el segundo país más desigual de la UE, por detrás de Letonia). Pues bien, aunque no se trata de que todos seamos iguales económicamente hablando, hay unos límites. La desigualdad no puede ser que unos coman y otros no, por ejemplo. Porque hay necesidades básicas como la alimentación, la sanidad, la educación y la vivienda, que todo el mundo debiera de tener cubiertas.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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