La gaviota de la corrupción
Durán Mariño, José Luís - jueves, 30 de octubre de 2014
Llueven los casos de corrupción en el Partido Popular. A la sombra que se cierne sobre el propio presidente del partido y del Gobierno que, tras haber sido acusado por su extesorero de haber recibido sobres en negro, no ha llegado a articular una explicación mínimamente coherente y exculpatoria sobre dicho asunto, se suman múltiples casos en los que están implicados decenas de alcaldes, diputados, senadores e incluso algunos miembros del Consejo de Ministros que, día tras día llenan las portadas de los periódicos, como testimonio inequívoco de los principios éticos por los que se rige la operativa de dicha formación.
La última perla popular es la que acaba de saltar con la Operación Púnica, en la que más de medio centenar de cargos públicos, la mayoría pertenecientes a dicha formación, han sido detenidos por distintos escándalos de corrupción, que van desde el blanqueo de capitales, falsificación, cohecho, delito fiscal, tráfico de influencias, malversación, prevaricación, revelación de secretos y fraude a la administración pública. Toda una cartera de servicios delictivos en los que los representantes populares se han mostrado como unos verdaderos virtuosos, dignos de las más afamadas organizaciones mafiosas.
El escándalo ha alcanzado tales proporciones que hasta la propia presidenta del PP madrileño, doña Esperanza Aguirre, política fajada en mil batallas, se ha mostrado avergonzada y harta por el espectáculo de corrupción que está dando su partido. Es de esperar que tal convicción manifestada públicamente, se verá acompañada más pronto que tarde de las decisiones correspondientes para contribuir a limpiar de corruptos la formación que preside y, de paso, asumir sus propias responsabilidades como responsable última de dicha formación.
Lo mismo esperamos del presidente nacional del partido, don Mariano Rajoy, que acaba de manifestar durante una comparecencia en el Senado que se siente avergonzado por los casos de corrupción que acaban de ser destapados, pero mucho me temo que todos estos gestos no sean más que eso, simples gestos de cara a la galería que no tienen otra intención que la de producir un efecto mediático. Mientras tanto, en lo que atañe a lo substancial del asunto, la erradicación de la corrupción política, nada de nada, ya que corren malos tiempos para la ética política y es que, difícilmente, las mismas personas pueden ejercer a la vez como juez y parte en un asunto tan trascendental.

Durán Mariño, José Luís
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