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Pensamiento y vida

lunes, 13 de octubre de 2014
Soy de los creen que la vida es una amalgama de física y química de donde surge la razón o inteligencia, que nos sirve para cuestionar o reafirmar nuestras creencias. Posiblemente, esa realidad que percibo, se halle acompañada de ese soplo, o alma que llaman muchos, que nos vuelve más complejos y nos permite salir de la realidad para soñar, tener esperanzas y así luchar por ideales.

Sin embargo, nuestra realidad, si analizamos la mayoría de nuestros comportamientos, es la de un animal depredador sediento de poder e incapaz de autocrítica y que camina hacia el abismo sin preguntarse jamás el sentido que tiene una carrera desaforada de destrucción de los demás, sea su vida, su inteligencia o su habitat.

Vivimos, de momento, y hasta reímos, inconscientes. Consideramos alarmistas a los que nos avisan y nos aconsejan otra manera de comportarnos, y a una gran mayoría ya no la asustan ni las palabras, ni los ejemplos. Parece llegarnos con esperar el cataclismo con resignación.

Nos destruimos, nos destrozamos en esa lucha caínita del “lupus hominibus” y el medio ambiente se destruye sin inmutarnos. Los animales se extinguen y pensamos que todavía hay bastantes; la pesca desaparece y ya montamos piscis; el petróleo se agota y se buscan energías alternativas; los plásticos resultan cancerígenos pero, como todavía no hay alternativa para, pongamos por caso, los tapers, se siguen usando. Total no todos van a contaminarse…

Seguimos armándonos hasta la cabeza y en esa dinámica se crean estrategias y razones-por otra parte siempre falaces- para la violencia. Luchamos por dinero, matamos por dinero, explotamos por dinero y adoramos al dinero sin reparar en los incendios provocados por crisis y esa caterva de golfos, personajes sin escrúpulos que rigen nuestros destinos. Inteligente se le llama al que roba y alcanza la cima, y tonto, gilipollas y otras lindezas al que es honrado y vive acorde a unos principios.

Dividimos a los seres humanos por razas, colores, lugar de nacimiento y otras sandeces para valorarlo sólo por el status. Nos pasamos la vida sumergidos en el mar de la superficialidad y llamamos raro al que mantiene una conversación con sentido común. Vivimos sin sentido y a contra sentido. La mayoría del personal o no piensa o disimula muy bien. Gastamos el tiempo en infinidad de banalidades sin pararnos a reflexionar y actuar con responsabilidad mirando el futuro.

Y somete su cuerpo a abusos de todo tipo para convertirse en asiduo visitante de las consultas médicas. Ya no interesa la calidad del agua en las sociedades avanzadas: hay cerveza, vino…Pasamos la vida trabajando por conseguir dinero, para luego gastarlo en miles de chorradas, cuando no lo usamos para la decoración de nuestro ego. Vivimos obsesionados con mil carreras buscando reconocimientos y aplausos, tan vacíos como absurdos. Hasta establecemos carreras de mil vanaglorias y nos damos codazos a ver quien llega antes, sin acordarnos que la meta está en el camposanto.

Y esto que yo digo, a mi manera, también yo lo practico. Y al comprenderlo, deduzco que tanta estupidez no lleva a buen destino.

Felices son los otros, ¿Verdad, fray Luis de León? que viven para amar, ajenos a tanta superficialidad y desatino.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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