Teilhard de Chardin: Su indiscutible vigencia

No parece exagerado afirmar que la intuición teilhardiana de una evolución cosmológica, incluido, por supuesto, el hombre, es un caso paradigmático de VIGENCIA, en lo fundamental, en la historia del pensamiento humano. Por eso vale la pena evitar que su pensamiento científico, filosófico y teológico sea arrinconado en el cementerio del olvido.

El decurso de su vida ha estado sembrado de tantas y tan diversas incomprensiones, intentando neutralizar el ejercicio de su portentosa inteligencia, en lo científico, y desasosegar su espíritu en lo religioso, que llama la atención su fortaleza en ambos ámbitos.

El caso es que fue capaz de hacer que sus cuestiones de fondo sigan interesando aún hoy y gocen de un vigor que, en algunos aspectos, mueven los entusiasmos de muchos y prestigiosos pensadores. Lo evidencian ciertas corrientes americanas, europeas y asiáticas, no desconocedoras de los avances científicos y filosóficos de nuestra época. Y sobre todo, tal vez estén justificados por la necesidad de no quedarse a una única epistemología.
Sin duda, los productos de una inteligencia tan prodigiosa dejan siempre un reguero de discusiones bien intencionadas, y también de matiz avieso; pero las perlas, aunque lleven años maculadas por el lodo de la indiferencia, no se oxidan, y las generaciones futuras sabrán como cuidarlas.

Esto no quiere decir que todas las ideas de estos intelectuales sean aprovechables, estamos en presencia de las limitaciones que impone a los hombres su propia condición; pero lo que no admite discusión es que generan siempre espacios abiertos a horizontes, rompiendo los cercos que suele crear el pensamiento único, obstruyendo el acceso de las vías a lo transcendente, que se ofrecen como necesarias en todas las epistemologías.

Y no quisiera caer en una actitud meramente protocolaria, puesto que si tuviera que avalar los elogios a Teilhard, aún limitándome a mis capacidades, los límites de este artículo me lo impedirían. No obstante, permítanme que les ofrezca dos opiniones bien autorizadas: J. Piveteau, que fue Presidente de la Academia de Ciencias francesa, dijo de Teilhard que había sido una de las mayores inteligencias que hayan existido jamás; y el historiador británico Toynbee, añadió que a su calificación de científico cabía añadirle la de poeta, creador y gigante de la espiritualidad, tanto como de la inteligencia.

Si las vías muertas en la investigación se cierran, y aún así siguen siendo útiles, porque no se pierde el tiempo circulando por ellas infructuosamente, imagínense la utilidad (y uso el término en sentido amplio) de una vía que no se cerró, sino que siempre mantuvo un tránsito más o menos importante, como es el caso de la abierta por Teilhard, en la que no es difícil intuir su buen estado.

Pues bien; se hace eco de todo esto, en España, la “Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin” (Sección española), constituída el 25 de septiembre de 2013, previa la aprobación de los Estatutos, en cuyo art. 2º, 1ª, se establecen como fines, entre otros, investigar, fomentar y difundir el pensamiento y la obra de Theilhard de Chardin.

Y con motivo del primer aniversario de esta entidad, el también jesuita, paleontólogo y miembro de la Academia de Ciencias de Zaragoza, Dr. Leandro Sequeiros San Román, curiosamente con antecedentes familiares en Galicia, un estudioso de Teilhard, con muchas publicaciones, en su condición de Vicepresidente de la Asociación, publica una carta en Diario Córdoba, el 26/09/2.014, dando información de los proyectos acometidos durante el año de existencia de la misma: la creación de un Foro de debate en las redes sociales, organización de una Biblioteca ad hoc, traducción de alguna de sus obras, etc.
Asimismo da cuenta de algunos proyectos del próximo año, en el que se celebrará el 60 aniversario de la muerte del ilustre jesuita, subrayando como tema de fondo estudiar que es lo queda, para este siglo XXI, del pensamiento y propuestas teilhardianas, algo sumamente interesante para dar satisfacción al empeño de buscar sentido a la realidad, sin excluir, por supuesto, la humana.

Me siento honrado por ser miembro de esta Asociación, con proyección internacional, porque aunque sea el socio de menos quilates intelectuales, me considero parangonado en entusiasmo, no menos necesitado de dar sentido a mi realidad personal, ya con una edad avanzada.

El Sr. Presidente, profesor Dr. Emiliano Aguirre Enríquez, premio Príncipe de Asturias e iniciador de los trabajos de investigación en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), en donde fueron hallados restos de los primeros europeos, también tuvo la delicadeza de enviarnos una estimulante carta con motivo del aniversario, que yo, personalmente, deseo agradecerle desde este medio.

Me he permitido pasar esta información a los lectores de Galicia Digital, recodándoles lo que decía en una colaboración ya publicada, en otro contexto: Quien olvida el pasado no puede conducir al futuro. Y, si extrapolamos esto al ámbito de la cultura, me parece que se puede afirmar que sin las ideas aportadas por nuestros antepasados, nuestros esfuerzos intelectuales darían escasos frutos.

Quisiera poner fin a esta colaboración ofreciéndoles en epígrafe los aspectos del pensamiento teilhardiano, que mi excompañero de profesión, profesor de Física y Química de Instituto, D. Alfonso Sáenz Lorenzo, considera todavía vigentes: Su apuesta por el conocimiento científico, que le sitúa en la modernidad; su concepto de una evolución de corte teleológico, exigida por la emergencia de la consciencia, en sintonía con los enfoques de plena actualidad, de matiz holístico, y la idea de evolución humana. En esta línea, me permito aconsejarles a quienes estén interesados en la temática, la obra de Carter Phipps, “Evolucionarios”, Ed. Kairós, Barcelona, 2013.