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Breves apuntes do concello de Castro de Rei, Lugo (I)

viernes, 20 de enero de 2006
Breves apuntes do concello de Castro de Rei, Lugo (I) Castro de Rei forma parte de la comarca natural de A Terra Chá y de su mancomunidad de municipios. Limita al norte con los términos municipales de Cospeito y A Pastoriza, al sur con los de Lugo, Castroverde y Pol, al este nuevamente con Por otro lado y Pastoriza, que al con los de Cospeito y Outeiro de Rei. Con una extensión de 176,9 Km2, agrupa veinticinco unidades parroquiales en las que podríamos llamar división administrativa, mientras que en la eclesiástica son veintiséis, pues la feligresía de San Isidro de Matodoso fue creada como tal el día 11 de mayo de 1986, según decreto de “erección” firmado por el Excmo. Rvdmo. D. Jacinto Argaya Goicoechea, Obispo de la Diócesis de Mondoñedo Ferrol. Tienen estas feligresías una superficie media de 7,076 Km2 siendo la más grande San Pedro de Triabá con 1.736,8 hectáreas, y la más pequeña San Juan de Castro de Rei con solamente 31,5 Has. Quedan clasificadas por orden decreciente en superficie de la siguiente forma: Triabá 1.7368; Loentia 1.489; Bazar 1.234,7; Santa Leocadia 1.037,1; Viladonga 1.010; Prevesos 990,4; Vendia 939,7; Mos 858,6; Pacios 784,8; Duarría 730,7; Ansemar 657; Riberas de Lea 632,4; Ludrio 607,8; Ramil 531,6; Balmonte 529,1; Orizón 521,7; Goberno 494,7; Quintela 472,6; Dumpín 467,6; Duancos 413,5; Mondríz 357; Azúmara 258,7; Coea 155,4; Castro de Rei 31,5 hectáreas.

El sustrato geológico
Litológicamente, el registro estratigráfico de más antigüedad del que se tienen estudios concretos corresponde al Precámbrico (serie Vilalba). Se trata de una potente serie arenosa-pelítica en la que existen delgadas intercalaciones de gneis anfiolíticos de grano fino, formando el núcleo del anticlinal tumbado de Mondoñedo-Lugo-Sarria. Dichos materiales afloran principalmente en la zona o sector meridional, y están por regla general recubiertos por materiales terciarios y cuaternarios en la parte occidental. A esta serie le sigue la Cándena inferior, formada por cuarcitas y pizarras, que también se encuentran parcialmente recubiertas por sedimentos del Terciario y Cuaternario. Produjéndose más tarde una sedimentación de arcillas verdes, gris-azulasas o rojas, y arenas cuarzofeldespáticas, esto es, los depósitos del Neógeno. Finalmente añadir que estos materiales están recubiertos de un modo discontinuo por depósitos de Peistoceno, o conjunto de terrazas fluviales, y del Holoceno, denominado de una forma simple llanuras aluviales, coluviones y canchales.
Las rocas predominantes, son en gran medida las pizarras negras, de grano fino, con cierta cantidad de materia orgánica y composición casi totalmente arcillosa transformada en secricita. De los varios tipos de granito que se tienen clasificados destaca la granodiorita precoz, roca silícea que se manifiesta paralela a las directrices de la deformación hercínica.
Por la zona de Orizón son frecuentes pequeños bancos de cuarzo o pedernal que suele aparecer acompañado de óxidos de hierro; la serie “Ollo de Sapo”, formada por granos de cuarzo y feldespato y una gran abundancia de micas; roca de origen dentrítico, como lo denota la abundancia de material micáceo y la heterogeneidad del grano.

El Relieve
En buena medida gran parte del municipio, por su emplazamiento dentro de la comarca natural de a Terra Chá, participa de la plenitud topográfica de la penillanura chairega que en muy pocas ocasiones supera los 600 m sobre el nivel del mar, salvo en las zonas montañosas de la periferia, mientras que las cotas mínimas oscilan en torno a los 350-380 metros, destacando entre otros los montes de Os Arroxos (493 ), O Condado (457), Aguceira (449), Abroiti y Pedras Albas, de 478 y 616 m respectivamente. Es la parte oriental del término donde el relieve se presenta rela-tivamente accidentado: 619 m en Pedrasalvas, 631 m. en Monte dos Millares y 620 m en Monte do Marco, siendo todo ello un mero anticipo de las alturas que enmarcan estas mesetas por el este.

Red hidrográfica
El Miño es sin lugar a dudes, el río por antonomasia y en torno a él se articulan las restantes corrientes de agua que dis-curren por Castro de Rei. En palabras del profesor Ramón Otero Pedrayo, la comarca se caracteriza por “una gran indecisión hidrográfica: los estanques o “illós” los meandros perezosos, las extensas lagunas o "lamas” indican un peniplano alto de recepción de aguas y drenaje incompleto”.
El Miño nace en la sierra de Meira, y su origen está cargado de leyendas, además de las cuestiones morfológicas específicas de la zona. Desde Fonmiñá el río sigue dirección No recibiendo por la margen derecha el Magdalena, Rigueiro (en este desemboca el Úbeda), Pequeño (al que vierten sus aguas el Santadroa y Pontiga), y el Anllo. Mientras que por la izquierda lo hacen el Azúmara, que recibe las primeras aguas de las fuentes Monceiro y Mirador; Hallase en esta ultima el manantial más importante a unos 880 metros de altitud. Recibe los caudales del Pol y Torneiros. Desemboca en el Miño después de bañar la villa de Castro de Rei, dejando atrás más de 25 Km de cauce. El Lea forma parte del entramado hidrográfico de la zona; nace junto al pueblo de Laga, feligresía de Suegos, término de Pol, regando tierras de Suegos, Lea, Fraialde, y Mos. Desembocando por la aldea de Beloi. Recibe las aguas de los arroyos Porto Muiño y Fieitoso, por su margen derecha, y por la izquierda las de A Carballeira, O Rial, Regadas, Regueira As Olas, Rozas y Corvo.
Esta red fluvial se caracteriza por la existencia de un máximo invernal y un mínimo estival, de acuerdo con el régimen pluviométrico; mientras que la morfología de la cuenca no cambia mucho a lo largo de su recorrido por este concello. Discurriendo atreves de una altitud media o aproximada de uno 400m. dando lugar a valles cuyo perfil transversal se caracteriza por vertientes de suaves pendientes que apenas alteran la planitud de la superficie de erosión.

La vegetación
El término de Castro de Rei tuvo hasta le década de los años 50 y 60 extensos páramos de matorrales herbáceos, tojales, que al irse completando el programa de colonización fueron los terrenos transformados en terrenos de cultivo y pradera.
Las especies arbóreas vienen determinadas por los tipos de suelos y las características climáticas, en cierta medida pro-pias de “A Chaira Luguesa”. Tomando por base de referencia el Censo Agrario de 1982, observamos que la extensión de superficie destinada a cultivo ocupaba casi el 50%, concretamente un 49,4%. La vegetación clímax está representada por especies frondosas, como robles (Quercus Robur), y castaños (Castanea Sativa), actualmente en vías de extinción. Dichos árboles suelen aparecer acompañados por pequeñas formaciones de Sobreiras (Quercus Suber), además de grupos aislados de Predrairos (Acer Pseudoplatanus). algunos chopos (Populus Nigra), bidueiros (Betula Verrucosa) y salgueiros (Salix Salviaeafolia) o distintas especies de pino, entre las que destaca el pinus pinaster, algunas veces asociado con frondosas principalmente en las zonas más interiores del término mu-nicipal, y otras formando pequeñas masas puras, como en el reborde oriental del municipio.
La vegetación arbustiva aparece extendida por toda la comarca. Cabe reseñar el Piorno (Cytisus Albus c. Lusitanicus), la xesta (Sarotamus Escoparius), la Carqueixa (Paterospartium tridentatum) y los referenciados “toxedos” (Ulex).
En algunas zonas donde aún quedan pequeñas extensiones donde crece libremente el matorral herbáceo predominan los géneros (Ulex y Erica), y el sustrato inferior está formado por gramíneas (Avena sulcata, Poa trivialis), siendo utilizados estos matorrales para cama de gandos “estrumes en de cuadras”, con posterior aprovechamiento como abono orgánico.

Los suelos
Principalmente son dos los tipos de suelos que predominan en la actual demarcación municipal de Castro de Rei. Así nos encon-traremos con el Vega Parda, Ranker Pardo, tierras ricas en materia orgánica, que suelen ser poco profundas y tienen bastantes limitaciones por su baja fertilidad. El Cambisol Gleico, es el tipo de suelo más abundante en el término. Es más profundo, con agua en el fondo. Se localizan, por regla general, en los valles y depresiones, Son buenos terrenos para los prados aunque para un mejor rendimiento muchas veces exigen un buen drenaje.
Muchas tierras de cultivo de Castro de Rei (praderas, pastizales, huertas, o fincas de labradío), tienen un alto porcentaje en sílice y por lo tanto mantienen su carácter ácido y poco adecuado para buena parte de los cultivos, haciéndose necesaria la labor de corrección con su pH.

El clima
Los aspectos climáticos de Tierra Llana se encuadran perfectamente dentro de lo que podríamos llamar climatología condicionada por los factores geográficos y físicos de su entorno. Si bien tiene características propias del clima oceánico, presenta matices de continentalidad, pudiéndose considerar que estamos en el dominio oceánico continental. Las circundantes mini-cadenas de montañas que rodean el término favorecen en buena medida la situación, ya que obstaculizan las corrientes húmedas procedentes del Océano y originan un descenso de las precipitaciones anuales que se sitúan en torno a los 1.200 mm. Dicha concentración de lluvias es más frecuente durante los meses de la estación invernal, y al contrario durante el verano son relativamente escasas, resultando de ello que durante el verano no esta sobreabundancia hidrológica.
Las temperaturas a lo largo de todo el año sufren importantes variaciones, con mínimas de 9-12, (en días de invierno), que suele durar (7-8 meses), y en el verano no son frecuentes los días muy calurosos (en contadas ocasiones sobrepasan los 25), estando por término medio entre los 18-22º C.

Historia, arte y patrimonio
Enfocar de una forma sencilla y escueta el conjunto históri-co-artístico de Castro de Rei no es tarea fácil, y dadas las pre-tensiones divulgadoras de su riqueza patrimonial, la valoración histórica hemos incluido sendos apartados documentales donde el lector puede hallar una buena fuente de información, quizás sin el orden metodológico que fuese menester, pero tratamos de dar un visión de conjunto que arrope y explique en sustancia el contexto, usando como fuente inagotable de datos el famoso Catastro de Ensenada”. No obstante retornando recorriendo a la inversa la historia para tratar de partir de las primeras manifestaciones prehistóricas de la zona nos vemos obligados a retornar a la cultura megalítica (4000 aproximada - 1000 a. de C.). Cuyas se-nas principales de identidad son las construcciones realizadas con piedras de grandes o de tamaños considerables, destacando en-tre éstas los monumentos funerarios, que son de lo poco que nos queda de ellos, a excepción de otros restos de menor importancia generalmente hallados dentro de las propias cámaras mortuorias. Que según recoge el “Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico”, y otras publicaciones, nada o muy poco resta de los objetos que pudiera haber en los habitáculos debido en parte a lo efímero de los materiales, y al afán expoliativo que sufrieron. Cronológicamente a esta cultura hay que encuadrarla dentro de unos parámetros muy amplios que comenzarían sobre el IV milenio antes de Cristo y que llegarían hasta la época castrexa, incluyendo varias subdivisiones dentro del propio megalitismo, más una buena parte de la edad del bronce.
Al referirnos a este periodo histórico por tierras de la comarca “chairega” resulta de obligado cumplimiento citar el ante dicho inventario, además de otras publicaciones no propiamente especificas.
De esta cultura aún quedan yacimientos en Ansemar, Azúmara, Duancos, Duarría, Loentia (donde se halla el Dolmen de Espiñuca, que es uno de los más importantes del municipio), Ludrio, Pacios, Riberas de Lea, etc...
Por desgracia prácticamente la totalidad de estas mámoas fueron saqueadas, ya en lejanas épocas, y otras arrasadas como sucedió al realizarse los trabajos de explanación del aeródromo de Rozas; hecho que suponemos debido al desconocimiento del valor histórico de estos montículos.

Cultura castrexa
En palabras del profesor José Antonio Quiroga, esta cultura castrexa “engarza en el final de la edad de bronce, a finales de la primera mitad del primer milenio antes de Cristo, pudiendo constatarse sobre el sustrato de los antiguos pobladores megalíticos nuevas aportaciones étnicas que vienen a constituir los primeros invasores de este territorio, de un origen extrapirenaico y de procedencia céltica, eran los poseedores de un nuevo adelanto tec-nológico la metalurgia del hierro, gracias a la cual pudieron im-ponerse y expansionarse por la mayor parte de Europa”.
El estudio de esta cultura nos remite fundamentalmente a dos tipos de fuentes. Por una parte están las obras clásicas, o sea, aquellos primeros escritos sobre el tema realizados por autores griegos y romanos, que en gran parte conocemos a través de su copla y sucesiva utilización por escritores posteriores. Una de estas obras es la “Ora Marítima” de Festo Avieno Rufo, procónsul por dos veces (una de ellas en Africa). No obstante será a partir del comienzo de los contactos romanos con el noroeste pe-ninsular y sus gentes cuando aparezcan en las obras de diversos escritores datos sobre la geografía, los pueblos, sus costumbres, tipos de vida, artes, religión, etc…
Una de las mejores fuentes aparece a partir de la expedición de Bruto en el año 137 a. de C., cuyas crónicas recogen el ambiente que habían hallado. Entre los autores que más aportan al conocimiento un tanto “in situ” de la cultura castrexa está Posidonio, a quien siguen Estrabón, Diodoro y Silio Itálico, junto con Plinio, Mela y Ptolomeo. La época en la que escriben todos ellos alcanza hasta el siglo II d. de C. si bien sus relatos pueden llevarse mucho mas atrás. Ya en fechas más recientes escriben sobre lo mismo Orosio, Idacio y San Martín Dumiense.
Durante este período los habitantes de los castros de Castro de Rei, según autores como Manuel Murguía o Amor Meilán, pertenecían a la tribu de Os Valuros, o Baluros, cosa que actualmente parece bastante incierta; incluso el profesor Narciso Peinado Gómez, habla de los Baedios, cuya ciudad sería Baedie ¿?, en Castro de Rei, restando importancia a lo anterior, pues más que una afirmación con datos fehacientes quizás se bate de una arraigada leyenda presente en el folclore popular que Isaac Rielo Carballo recoge: “Baluro, ¿por que vas preso?. -Señor, por cousa ningunha: porque roubei un ramal e detrás viña unha mula.
Seguramente que una de las personas que mejor conoce la his-toria antigua de lo zona sea Felipe Arias Vilas, (actual Director Xeral da Consellería de Cultura da Xunta de Galicia) que al referirse al tema dice “ni los pueblos de los Zoelas, ni de los Triadivos, que corresponden a la parte inferior de la antigua Gallaecia romana; a Terra Chá estaría ocupada por los Lucenses y quizás por porte de los Caporos por el sur, y por los Egovarros Namarinos por la zona norte”.
Pero sin querer entrar en controversias debemos señalar que estas tierras durante el periodo castrexo, (resulta un tanto difícil poder de buenas a primeras desglosar etapa puramente castrexa y castrexa-romanizada), registró una importante ocupación del espacio geográfico como así los atestiguan los numerosos castros que hoy en día se pueden observar, o de aquellos de los que quedan referencias. No debemos olvidarnos que varios de estos yacimientos arqueológicos fueron arrasados durante los trabajos de colonización, pero según el Inventario de la entonces Consellería de Educación e Cultura (1985) aún se conservan más de una veintena de esta-ciones castrexas. algunas de suma importancia como lo es el Castro de Viladonga (al que dedicamos un apartado en este mismo volumen), o el de Duarría, en el cual fueron hallados interesantes restos.

Presencia romana
La romanización es una de las etapas de la historia antigua más importante de Galicia, de la que gracias a la constante labor investigadora llevada a cabo en los últimos años se conoce más y mejor dicho proceso que fue largo y difícil, teniendo además unas características muy propias a tono con la propia singularidad del noroeste Ibérico, pues hasta no hace mucho, no sólo se llega-ba a discutir dicha presencia sino que se negaba su impronta teniéndolo como ajeno e incluso hasta cierto punto resultaba un hecho despreciable que había querido aniquilar las raíces galaicas como claro efecto de una sobrevaloración de la cultura “celta”, de tal modo que tratar de acercarnos a la realidad de lo que fue la romanización casi suponía rechazar las propias señas de iden-tidad galaicas. Actualmente todo ello parece estar superado y la tan cacareada impronta celta en la cultura del N.O. peninsular no fue tan importante ni tan trascendental como ciertos movimientos teórico-politicos afirmaban.
Gallaecia pasa a formar parte del vasto imperio romano hacia el 19 a. de Cristo, como parte de la Lusitania, para luego ser englobada en la Tarraconense, llevando ello aparejada una primera administración militar y política del noroeste. Fruto de aquella dominación de más de cuatrocientos años fue la “cultura latina”, de las que quedan por estas tierras numerosos yacimientos arqueológicos conocidos por castros, que tantas veces dieron nombre a lugares, pueblos y villas; quedando en el término una veintena de ellos, del que solamente uno fue excavado, el de Viladonga, que nos coloca “in situ” ante la gran importancia que tuvo la cultura castrexa-romanizada. o cultura de los castros. En otros como el de Duarría, Duancos, Orizón etc. aparecieron restos de cerámica, monedas, hachas, y otras piezas.
Sería ilógico pasar por alto las vías de comunicación, dado que dichos poblados forzosamente tenían que tener algún acceso a una o varías vías de mayor o menor importancia. Ello nos lleva a pensar que en buena medida las medievales veredas discurren por los mismos trazados de las antiguas calzadas. En Castro de Rei hubo dos caminos de importancia: uno, que cruzando el puente de origen romano de Duarría continuaba por O Armental, As Pontellas, O Canda, Bendia, Acea, O Mesón, Quintela, Pereiras, Coea, Veiga da Acea, Outeiro y Gondriz y otros no menos importante que el anterior, que partiendo de Lugo ciudad y cruzando el término municipal de esta seguía a Castro de Rei por Duancos, Mondriz, Ludrio, Os Pinos, Viladonga, O Campillo, Coto de A, y desde allí hacia Meira.
En todo caso se trata de vías secundarias dentro del esquema vial romano, dado que no aparecen recogidas en ninguna de las grandes recopilaciones como la de Antonino, pero ello no es ningún obstáculo para el reconocimiento como tales, avalado por las investigaciones de importantes estudiosos sobre el tema, entre ella Elisa Ferreira Priegue.
Ya tardía-medieval consideramos una tercera vereda que par-tiendo de Quintela pasaba por O Mesón, Ameixide, Estigueiras, y A Choqueira para unirse al camino de Duancos a Reguntille en un punto indeterminado.
Finalmente tenemos que suponer con un buen grado de certeza, a juzgar por los anteriores indicios. principalmente por los di-ferentes hallazgos descubiertos en el yacimiento de Viladonga, que en tiempos romanos los habitantes de estas tierras siguieron habitando en número importante los castros y sólo en el período tardoromano comenzaron a despoblarse e iniciar un nuevo tipo de hábitat ya fuera de los lugares fortificados en los que no tenía sentido seguir residiendo por haber cambiado las condiciones socio-económicas y políticas, comenzando a construirse las prime-ras aldeas en lugares menos accidentados o incluso a escasa dis-tancia de los viejos castros, como sucede en Ludrio.

Presencia sueva
A finales del siglo IV se produjo de una forma un tanto acelerada el derrumbe del imperio romano, iniciándose una nueva etapa que serviría de transición hasta los preámbulos de la Edad Media.
De estas lejanas fechas no son sobradamente abundantes los datos, sino más bien todo lo contrario. Se puede señalar, sin embargo, que la Gallaecia, o en frase del Biclarense, las Gallaecias, va a estar dominada por los suevos que se establecieron hacia el año 411 en el noroeste peninsular, más o menos la actual Galicia y sus zonas limítrofes, donde fundaron un reino con su capital en Bracara (actual Braga, Portugal), permaneciendo independiente hasta el año 585.
Eran los suevos originarios de la región centroeuropea que por el los se llamó Suabia, entre los ríos Rin y Danubio. Habían traspasado las fronteras del imperio romano con otros pueblos a inicios del siglo V, si bien no era la primera vez que entraban en contacto con Roma, pues ya hay noticias de ellos desde el siglo I a. C.
En Galicia se establecieron sólidamente, primero en calidad de aliados del imperio dominante pero, de hecho, con una independencia que era cada vez más marcada a medida que declinaba el débil poder imperial. Su reino se expansionó y llegó a poner en apuros, mediante razzias, zonas muy alejadas, como ocurrió, por ejemplo, en la época del rey Reckiario (448-457).
No obstante, la expansión se vio frenada no por los romanos, sino por los visigodos, que ya habían ocupado buena parte de la Península, aunque las frecuentes querellas civiles entre estos últimos y las luchas por el trono posibilitaron que el reino suevo se mantuviera por un periodo de tiempo más prolongado de lo que en principio era previsible.
Practicantes del arrianismo, poco a poco se fueron convirtiendo al catolicismo, principalmente en dos etapas o conversiones: la primera de ellas durante el reinado de Reckiario, hacia el 448 y la segunda a lo largo del reinado de Teodomiro (559-570).
De aquel periodo histórico queda por tierras de Castro de Rei una relativa riqueza toponímica, estudiada a nivel provincial por Narciso Peinado Gómez, y de la que tomamos las siguientes referencias: Ansemar, feligresía de este municipio con advocación al Salvador, Guntín, aldea de la parroquia de San Pedro de Bazar, formada por nueve viviendas, Mondriz feligresía de este municipio y que tiene por patrono a Santiago, etc…
José Trapero Pardo en una escueta nota publicada el 23-V-1971 en el diario de Lugo "El Progreso", bajo el título "En Duarría aparece una necrópolis antigua", da a conocer diversos hallazgos arqueológicos, como tegulas y monedas de oro de la época del emperador Nerón, que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional, e incluso algunas según parece las guarda un vecino del lugar. Menciona, asimismo, un relieve con figura de guerrero y las siglas S.P.Q.R.(Senatus Populusque Romanus), además de un pequeño camafeo. No obstante, lo más interesante para nosotros son las referencias que trace de los sepulcros. Dice: "...posiblemente correspondan ya a época cristiana, pero de los siglos de dominación visigótica en su última época." Ello nos situaría ante uno de los pocos casos de necrópolis paleocristianas. Coincidente con la misma época, a juzgar por la interesante lauda sepulcral descubierta en el atrio de la actual iglesia cuando se realizaban tareas de allanamiento del mismo , debe de ser la fundación del primitivo templo de Orizón. De ser así estaríamos ante una de las primeras zonas cristianizadas y seguramente repobladas por algún contemporáneo de Odoario.
López Pombo, Luis
López Pombo, Luis


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