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Crisis financiera (III)

Gómez Blanco, José - lunes, 29 de septiembre de 2014
La crisis financiera: Origen, causas y culpabilidad


CAUSA NÚMERO 6
En Noviembre del 2002 publiqué un trabajo con el título de “El riesgo de dirección en las empresas” (8). En él, además de otras cuestiones relacionadas con las empresas que cotizan en Bolsa, desarrollaba lo que yo entendía como una nueva clase de riesgo en las empresas -no porque no existiera, sino porque no se solía hablar o escribir sobre el tema- y que se confundía con los demás riesgos que afectaban especialmente a las empresas cotizadas, sin excluir a las demás. Para ello, me basé en un trabajo, titulado: “New risks in the banking business”(9) -para mí, una lección de banca- cuyo autor, Walter G. Frehner, representaba los riesgos del sector bancario en círculos concéntricos, definiendo 4 tipos de riesgo:
1. El riesgo de crédito, en el círculo más interior, y a continuación, en sendos círculos:
2. Riesgo de mercado o riesgos de posición.
3. Riesgo operacional, incluidos los riesgos legales.
4. Riesgo empresarial o estratégico, en el círculo más exterior.

La nueva o definida clase de riesgo, el riesgo de dirección, debía añadirse a los anteriores, que yo situaba en un nuevo círculo, el más interno. Pero, ¿qué es para mí el riesgo de dirección? Se trata del riesgo que se deriva de la gestión de los altos directivos, el cual podría estar implícito, y de hecho lo está, dentro del definido como estratégico, pero en mi opinión, dada su importancia, debe situarse en ese nuevo círculo, separado de los demás. ¿Cuáles son estos riesgos? Precisamente los que son consecuencia de decisiones estratégicas que al paso del tiempo se demuestra que fueron equivocadas; el nombramiento de colaboradores o puestos directivos inadecuados, que al final lo único que hacen es crear problemas dentro de la empresa; operaciones financieras o inversiones arriesgadas, clásicas o en derivados financieros, más allá de lo que recomienda la prudencia cuando se está comprometiendo los recursos ajenos, el capital de los accionistas y el trabajo de las gentes de la empresa; las reestructuraciones internas condenadas al fracaso, basadas en algunos casos en una burocracia ahogante; estrategias comerciales diseñadas sin tener en cuenta para nada la opinión de quienes van a aplicarlas y la realidad de los mercados; decisiones equivocadas, que no tienen trascendencia económica de inmediato -que podrían denominarse “pérdidas silenciosas”- pues no tienen reflejo en la cuenta de Pérdidas y Ganancias, pero son reales, y con el tiempo pueden poner en peligro la propia estabilidad de la empresa; no distinguir en las propuestas de cambios entre objetivos de empresa y objetivos personales; las de operaciones fuera de balance, que pueden acarrear grandes problemas, sin olvidarse, como no, de la “contabilidad creativa”.

Pues bien, lo que aconteció en el periodo 2004/2008 en nuestro país, y en especial en la evolución de las entidades financieras, fue un ejercicio de irresponsabilidad de los directivos bancarios, al asumir una dinámica de crecer por crecer: el objetivo era multiplicar el balance y, al mismo tiempo, generar valor añadido para los accionistas (en el caso de los Bancos). En las Cajas de Ahorro, controladas por una amalgama de intereses sectoriales, sindicales y políticos, a cuyo frente estaban ejecutivos de dudosa preparación, irresponsables -como se ha puesto de manifiesto durante los años posteriores a la crisis- que han dado al traste con estas instituciones centenarias, salvándose de la catástrofe muy pocas. Pero este tipo de gestión también afectó a algunos Bancos, algunos de los cuales han sido absorbidos por otras entidades: Banco de Valencia, Banco Pastor y Banco Gallego, sin olvidarnos de Banesto, que en su día tuvo el segundo grupo industrial más importante de Europa.

Para el que quiera entrar en detalle y conocer los pormenores de esos años de crecimiento delirante de muchas de nuestras entidades financieras, les recomiendo la lectura de: “El hundimiento de la Banca”, de Íñigo de Barrón Arniches (10), excelente periodista de “El País”, en temas económicos y financieros, editado en el año 2012; no obstante, tengo que hacer una crítica al libro y lo que en él se cuenta y denuncia: en los años que estaban sucediendo esos hechos relatados, no fueron denunciados ni por su autor ni por el periódico donde escribe. Eran años de silencio para no desequilibrar al equipo gobernante.

CAUSA NÚMERO 7
La inhibición del Banco de España en la concentración de riesgos sectoriales -insisto- y el endeudamiento exterior de nuestras entidades financieras, ha propiciado la situación actual, es decir, nuestra crisis económica. Desde hace meses, estamos conociendo el papel desempeñado por la Inspección (supervisión) de nuestro banco emisor, pues los inspectores denunciaron que sus informes no se tuvieron en cuenta por los altos responsables de nuestro Banco Central y, en consecuencia, la crisis financiera fue algo que se pudo evitar o al menos paliar. No tengo dudas.

En la primera página del diario “El Mundo” del 21 de febrero de 2011, se destacaba la siguiente noticia: “Los inspectores del Banco de España avisaron al Gobierno de la crisis en 2006”. En las interiores se reproducía el aviso que habían hecho llegar al Gobierno con fecha 26 de mayo del citado año, en el que ponían de manifiesto el riesgo acumulado por nuestras entidades financieras en el sector inmobiliario y el desmedido crecimiento de la financiación externa, pero el Vicepresidente Económico, D. Pedro Solbes -destinatario de la nota informativa- no le dio importancia, ni tampoco los Gobernadores del Banco de España, D. Jaime Caruana (a punto de finalizar su mandato), ni D. Miguel Fernández Ordóñez, obediente a su partido.
Para el autor de este artículo ese aviso no era ninguna novedad, pues -como afirmaba en mi artículo, “Stiglitz, Cajas e inseguridad jurídica” (11)- en las “Memorias de Supervisión Bancaria”, de los años 2002 y 2003, (12) publicadas en el primer semestre de cada unos de los años siguientes (2003 y 2004), ya se ponía de manifiesto: “Dado el mantenimiento de tasas muy elevadas de crecimiento del crédito hipotecario puede llegar a alterar las condiciones del equilibrio financiero estructural de la entidad, haciendo necesario el recurso creciente a emisiones de valores en los mercados y exponiendo a la entidad a los riesgos de las condiciones cambiantes (liquidez y precios)... los órganos de administración de cada entidad deben reflexionar sobre los mecanismo necesario para conocer la evolución de estos riesgos, controlarlos y limitarlos…” (Memoria 2003). El mismo periódico citado más arriba, le dedicó con fecha 21.05.2003, una de sus páginas de economía a la Supervisión Bancaria, con el siguiente título: “El Banco de España pide a bancos y cajas que concedan menos hipotecas”, haciendo un análisis de los datos contenidos en la “Memoria de Supervisión Bancaria” del año 2002.
Creo, y así lo he escrito, que el año 2004 fue el año decisivo para poner orden en la inversión bancaria, estableciendo límites sectoriales y reconduciendo nuestra economía para hacerla más diversificada (¿no se trataba de eso?), pero el Gobierno recién elegido en las urnas con la economía con viento en popa, no hizo nada (no hay más que constatar las inexistentes medidas económicas de ese año y los siguientes), confiando el Sr. Solbes exclusivamente en los “estabilizadores automáticos de la economía”, de los que tanto le gustaba hablar, y, posteriormente, negando la crisis más veces que las del personaje bíblico de su mismo nombre. (El Sr. Solbes también tiene en su debe la venta de oro del Banco de España, que ya casi nadie recuerda y no se ha investigado). Y los Gobernadores del Banco de España, tanto el Sr. Caruana (2000-2006), como su sucesor, el Sr. Fernández Ordóñez (desde Julio 2006), tampoco tomaron decisiones dentro de las facultades que tenían para poner orden en el sector financiero. Ignoro si hicieron llegar informes al Gobierno socialista sobre la situación. Fue la incomodidad de los Inspectores del Banco de España ante esta dejación de funciones de sus superiores, la que les llevó a publicar con fecha 19 de mayo del 2010, en el diario citado al principio, un artículo titulado: “Crisis, regulación y supervisión”, en el que entre otras cosas reclamaban un marco normativo de la Inspección del Banco de España y un estatuto de autoridad pública. Pero con anterioridad a esta situación denuncia, un Inspector del Banco de España, D. Fernando Martín, con valentía encomiable, publicó con fecha 20.11.08 (13) un artículo, titulado “Las posibles causas de la crisis financiera”, en el que incidía en la inversión bancaria, las auditorías bancarias y el papel del colectivo inspector del Banco de España. En fechas posteriores, le dirigí una carta con mis opiniones y sugerencias, de la que recibí un amable acuse de recibo, que yo entendí.
Crisis financiera (III)
Dentro del contexto general de la crisis financiera, los problemas de las Cajas de Ahorro vienen derivados de la mala gestión realizada por sus dirigentes, pero no es menos cierto que, por razones electorales, el Banco de España perdió demasiado tiempo en llevar a cabo su saneamiento, además de modificar en el 2010, cuando la crisis de las entidades se hizo más aguda, las normas sobre la cobertura de las operaciones dudosas, recogidas en el Anexo IX, de la Circular 4/2004. Estas modificaciones, más convenientes en situaciones económicas normales -como preventivas- dado el crecimiento desmedido del crédito al sector inmobiliario/residencial, vinieron a empeorar la situación del sector financiero. El Banco de España recibe mensualmente los Balances y Cuentas de Resultados de las entidades financieras, además de otra información detallada, contando además con la CIRBE, documento excepcional, donde están desglosados los riesgos concedidos por las entidades financieras, donde se detallan los titulares de las operaciones de distinto tipo, con nombres propios. Parte de esa documentación, los denominados estados “UEM”, se hace seguir al Banco Central Europeo.
En resumen, el Banco de España fue colaborador necesario y determinante en nuestra crisis financiera, convertida posteriormente en crisis económica, inhibiéndose en la toma de medidas para que el crédito bancario al sector inmobiliario/residencial no creciera dos dígitos de año en año, con la aquiescencia pasiva de la Presidencia del Gobierno y del Ministerio de Economía. Gracias a eso, nuestra crisis financiera y económica ha generado 5 ó 6 millones de parados, el crecimiento de nuestro PIB en estos años recientes, ha sido negativo y la Deuda Pública alcanza al III trimestre de 2013 el 93,4% de nuestro PIB, además de la crisis social en la que está inmerso nuestro país.
Pero no podemos silenciar que nuestro regulador e inspector de las entidades financieras, ha estado asistido en estos años de las grandes compañías auditoras que ejercen en nuestro país, que tendrían que haber puesto de manifiesto en sus informes la verdadera situación de las entidades financieras con problemas, pero cuyas auditorías fueron clasificadas de “limpias”, cuando ya tenían problemas. Sobre ello, tengo publicado un trabajo, titulado: “El discreto encanto de las auditorías bancarias” (14), que se puede obtener en la Red (www.jubiladosbp.com/ ), que me libera de extenderme en el tema.

III. CONCLUSIÓN
Como se puede deducir del referido anteriormente, el inicio de los problemas de nuestras entidades financieras no puede situarse en un momento concreto, en una fecha, como si se tratara de la referencia que se hizo famosa a raíz del inicio de la crisis de insolvencia de un determinado país del Cono Sur americano, sino que es consecuencia de una serie de causas encadenadas. No obstante, soy optimista y pienso que nuestras entidades financieras saldrán adelante una vez reestructuradas, pero mientras tanto el crédito bancario, tan necesario para la recuperación económica de nuestro país, no fluye a las pequeñas y medianas empresas, ni a los autónomos y, en consecuencia, no disminuye el número de personas sin trabajo.
Pero como la crítica bien entendida debe llevar aparejada alguna aportación positiva, quiero terminar aquí con una recomendación -que no es mía- dirigida a quienes dirigen nuestras instituciones financieras, que ya hice en alguno de mis trabajos publicados. Se trata de un párrafo de la conferencia que en Junio de 1987 pronunció en el Banco Mundial, en Washington (15), el recordado Subgobernador del Banco de España, D. Aristóbulo de Juan, titulada: "De buenos banqueros a malos banqueros", cuya lectura recomiendo a los interesados en el conocimiento del sector financiero y a los aprendices de banqueros, que en una de sus conclusiones decía:
"Los banqueros y los políticos pueden caer en la tentación de considerar que las crisis financieras se deben siempre a causas propias del sistema en su conjunto y a razones macroeconómicas. Los malos banqueros encuentran así un buen argumento para abogar por una política macroeconómica que les sea favorable o para que el gobierno les salve con subvenciones. Los políticos encuentran un buen argumento para aplicar únicamente remedios macroeconómicos, para salvar a unos y a otros indiscriminadamente sin crearse enemigos o, lo que es peor, para cruzarse de brazos y no hacer nada".

Pero también quiero recomendar la lectura de otros libro, titulado: “El dinero de los demás y de cómo lo utilizan los banqueros”, (16) del que es autor Louis D. Brandeis, que fue Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que “constituye un riguroso, didáctico y contundente análisis del papel del banquero y de los mecanismos de acumulación de poder económico”, según reza en la contraportada. El libro fue escrito y publicado en el año 1914, hace un siglo, pero está lleno de actualidad. Me va a permitir la editorial Ariel, que reproduzca el último párrafo del libro:

“Ningún país puede permitirse que su prosperidad pertenezca a una pequeña clase dominante. La riqueza de los Estados Unidos de América no reside en los cerebros del pequeño grupo de hombres que hoy controlan las grandes empresas. Esa riqueza depende de las invenciones de hombres desconocidos, de la iniciativa de hombres desconocidos, de las ambiciones de hombres desconocidos. Cada país se renueva merced a quienes irrumpen de entre las filas de los desconocidos, no de entre los ya famosos y poderosos que mandan”.

La frase es de Thomas Woodrow Wilson, que fue Presidente de Estados Unidos durante dos mandatos (1913-1921).


José Gómez Blanco. Analista Financiero (IEAF). Generalista bancario.


NOTAS
8. Técnica Contable. Número 647, Noviembre 2002.
9. Revista “Prospects”, editada por Swiss Bank Corporation, Marzo 1993.
10. Ediciones Catarata, 2012.
11. “El Correo Gallego”, el 29 de enero de 2011.
12. Memorias de Superivisión Bancaria, Banco de España.
13. “El Confidencial-Cotizalia”, 20.11.2008.
14. Jubilados 2.0. BP. 29 de abril de 2009.
15. Conferencia en el Instituto de Desarrollo Económico del Banco Mundial, Junio 1987.
16. Ariel Economía- 1ª edición , junio 2012. Traducción y prólogos 1994 y 2012, de José Luis Blanco Ruíz y Ramón Girbau Pedragosa. Edición original en inglés, 1914.
Gómez Blanco, José
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