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Crisis Financiera (I)

Gómez Blanco, José - lunes, 15 de septiembre de 2014
La crisis financiera: Origen, causas y culpabilidad


A finales del año 2010, cuando nuestra crisis económica estaba en su apogeo -derivada del desastre financiero de nuestras instituciones de crédito, sobre todo Cajas de Ahorro- escribí y publiqué un artículo titulado: “¿Cuándo se fastidió la Banca en España?”, Me llevó a ello mi condición de ex bancario, con varias décadas de ejercicio de esta profesión, que para mí fue y sigue siendo un oficio, pues -para dominarla, para entenderla- hay que empezar desde abajo, desde las tareas y conocimientos más simples, a lo más complicado (después vendrá la especialización), y eso ayudará a uno, cuando tenga que tomar decisiones comprometidas hacer una valoración equilibrada. Hace años, un Director que tuve en Barcelona, pronunció una frase que en aquel momento me pareció una ocurrencia, una liviandad: “La Banca es tan fácil, que es muy difícil”. Pasado el tiempo, reflexionando sobre ella, me di cuenta de que en pocas palabras había acertado con la definición.

I. Introducción
A finales del año 2010, cuando nuestra crisis económica estaba en su apogeo -derivada del desastre financiero de nuestras instituciones de crédito, sobre todo Cajas de Ahorro- escribí y publiqué un artículo titulado: “¿Cuándo se fastidió la Banca en España?”, que aún se puede obtener en la Red, especialmente en (www.marioconde.org/foro/) (1). Me llevó a ello mi condición de ex bancario, con varias décadas de ejercicio de esta profesión, que para mí fue y sigue siendo un oficio, pues -para dominarla, para entenderla- hay que empezar desde abajo, desde las tareas y conocimientos más simples, a lo más complicado (después vendrá la especialización), y eso ayudará a uno, cuando tenga que tomar decisiones comprometidas en el ejercicio de la profesión, a moverse en “el filo de la navaja”, para no caer hacia un lado o hacia otro, sino para llegar a una decisión equilibrada.
Un Banco, una entidad financiera, es una institución que maneja aproximadamente el 90% de sus recursos para la inversión de fondos procedentes de sus clientes, lo que determina que su administración debe ser sólida y rigurosa. Bajo mi punto de vista, que los Bancos tengan de “core capital” (capital básico) el 7% ó 9% de sus Activos, no es demasiado importante -que también- cuando los recursos ajenos representan un altísimo porcentaje de la inversión contabilizada. Lo primordial es la gestión del “riesgo de interés” (que se pone de manifiesto en momentos como los actuales en que la inversión bancaria prácticamente no existe fuera de la Deuda Pública) y “riesgo de liquidez” -en las auditorías españolas disimulado bajo el título de “Estado de plazos residuales”- (que indica el grado de estabilidad financiera), además de la gestión adecuada y primordial del “riesgo de inversión”, para lo cual, como vengo proponiendo desde hace tiempo, es necesario que el Banco de España limite porcentualmente la inversión sectorial. Si esto se hubiera hecho hace años, la inversión inmobiliaria y residencial de nuestras entidades financieras no alcanzaría el volumen que determinó el elevado endeudamiento exterior y, en consecuencia, la crisis financiera, convertida después en la crisis económica, que estamos padeciendo, ésta sería inexistente o más llevadera. Esta limitación se vería reflejada en crecimiento de PIB, que lo haría moderadamente, pero ¿qué es más beneficioso, un crecimiento moderado de la economía o que una crisis económica haga retroceder el crecimiento acumulado de dos dígitos?
A la Banca le fue bien cuando invirtió los recursos con sentido común; las crisis bancarias vinieron cuando se administraron mal, con inversiones que no cumplían los mínimos exigidos de seguridad y rentabilidad, haciendo caso omiso de las reglas más elementales de la gestión del riesgo, como ocurrió en las últimas décadas, en la se concentró sectorialmente la inversión, y se derivó parte de esos recursos en “inversiones exóticas” (instrumentos financieros de alto riesgo) o se dedicó a colocar entre sus clientes emisiones productos de Renta Fija, o híbridos, de muy limitada liquidez.

Cuando ya ha transcurrido el año 2013, abrasados por los impuestos y con un paro insoportable, conviene echar la vista atrás y analizar cuáles han sido las causas que originaron la crisis financiera en nuestro país. En el año 2008 contábamos -según la valoración de nuestro Presidente del Gobierno en aquellas fechas- con un sistema financiero envidiable, sólido, el mejor de nuestro entorno y más. Después se pondría de manifiesto la crisis larvada de nuestras Cajas de Ahorro y la puesta en marcha de un fondo de rescate (FROB) preferentemente para estas instituciones financieras, y se fueron conociendo las dificultades para mantenerse como tales, viéndose abocadas -por determinación del Gobierno anterior y el actual- a convertirse en Bancos, cuando había otras soluciones para mantener las Cajas de Ahorro, en las que pudieran convivir los socios institucionales (Fundaciones) y accionistas privados (cotizando en Bolsa su capital), que hubiera impedido las cuotas participativas, obligaciones preferentes, etc... pero se optó por otra solución, cuyos perjuicios se verán más adelante.

Pero tampoco los Bancos se encontraban en una situación envidiable -como fue anunciado- sino con dificultades evidentes, unos más que otros, debido a la creciente morosidad, sobre todo del sector inmobiliario/residencial, además de hacer frente al endeudamiento exterior. El mercado interbancario no funciona en nuestro país desde hace años, y en los mercados exteriores hay muchas dificultades para obtener fondos. Menos mal que el BCE dota de liquidez a nuestras instituciones bancarias al 0,50% de tipo de interés, pero la mayor parte de esos fondos van destinados a la compra de Deuda Pública, ya que dicha institución no puede hacerlo directamente.

Lo que sigue es un modesto estudio realizado por profesional de la Banca, fruto de la experiencia y la observación y, por qué no decirlo, también de la investigación sectorial y económica. Que los lectores valoren lo que se dice en este trabajo, que puede ser -modestamente- una base para hacer un estudio más amplio y, sin duda, más riguroso de los orígenes y consecuencias de la crisis financiera en España.

I. CAUSAS DE NUESTRA CRISIS BANCARIA
Para dar respuesta a la pregunta de la introducción, creo que el origen no tiene una fecha concreta y que la causa no es única, sino que es consecuencia de una serie de hechos y situaciones que dieron al traste con nuestro sistema financiero. Estas causas, no coincidentes en el tiempo, ni excluyentes, se pueden enumerar así:
1. Rejuvenecimiento de las plantillas bancarias, prescindiendo del conocimiento y la experiencia, con poco ahorro de costes.
2. Expansión de los balances bancarios, sin bases sólidas. Concentración de riesgos sectoriales. Expansión territorial.
3. Internacionalización de la banca: endeudamiento exterior, inversiones en derivados de crédito de alto riesgo. Riesgo sistémico.
4. Periodo de tipos de interés bajos y, por tanto, escasa rentabilidad entre depósitos e inversiones, que obligaron al crecimiento de los balances.
5. Pérdida de la referencia operacional en pesetas. En la concesión de operaciones no se tuvo en cuenta su contravalor en pesetas.
6. Dirigentes bancarios carentes de profesionalidad y conocimientos. Irresponsabilidad.
7. La inoperancia e inhibición del Jefe del Gobierno, Ministro de Economía y Gobernador del Banco de España.

Trataré de desarrollar estas causas enunciadas, unas con mayor extensión que otras, o de forma implícita, pues otra pretensión sería más propia de una tesis doctoral, que no es el caso. Para ello echaré mano de lo que decía en algunos de los trabajos tengo publicado.

CAUSA NÚMERO 1
En noviembre de 2008, publiqué: "La Banca recurrente de D. Emilio Botín y la perplejidad de un bancario" (2), que contiene algunas claves, y otras que añadiré, de lo que le pasó a nuestras entidades financieras para llegar, quizá, a la peor de las situaciones derivadas de las crisis económicas que hemos padecido desde la considerada como la más grave, la de 1929. Decía en aquellas fechas, que después de la celebración de las elecciones generales, dediqué parte de mi tiempo a reflexionar y a escribir sobre la crisis financiera iniciada en el año anterior en EE.UU., y la nuestra, la inmobiliaria. Fruto de ese empeño fue la culminación de tres trabajos sobre los riesgos bancarios y el papel del Banco de España, que circulan por la Red. Cuando escribí el primero de ellos ahondé en el papel que representó el personal bancario en el cambio producido en las entidades financieras de nuestro país en ese camino inexorable hacia la crisis. Busqué en mis archivos y di con la conferencia del ya desaparecido, D. Rafael Termes -que fue, entre otras muchas cosas, Consejero Delegado del Banco Popular Español y Presidente de la AEB – titulada "El papel de las finanzas en la economía actual" (3), pronunciada en Cáceres en Enero/2004, de la cual seccioné los párrafos que transcribo, que se refieren a los cambios habidos en el sector financiero, al cambio profundo (son sus palabras) habido en el personal de las entidades financieras. Confieso que estas opiniones, las de un personaje muy influyente en el mundo de las finanzas, venían a justificar lo sucedido en el sector bancario en la década de los años 1990 y principios de este siglo, pero los dos últimos párrafos me dejaron perplejo y desconcertado, pues interpreté -no sé si bien- que era una crítica a los excesos cometidos en el cambio llevado a cabo por las empresas del sector financiero, que después contagió a otro tipo de actividades económicas. Decía D. Rafael Termes al referirse a los cambios profundos en el personal de los bancos y cajas de ahorro -en suma, la totalidad del sistema financiero- y destacaba dos aspectos:

"Por un lado, se ha pasado de un personal formado en el lugar de trabajo a otro que, al ser contratado, ya dispone, en gran medida, de titulación universitaria. Esta exigencia de una calificación técnica mayor es debida, por una parte, a la necesidad de atender a una clientela empresarial también cada vez más cualificada. Y, por otra parte, a la conveniencia de tener personal preparado para rotar en la colocación de productos financieros, ser capaz de introducir los de nueva aparición y estar al día en el uso de sistemas informáticos. En paralelo, se asumen responsabilidades más pronto, los directivos son mucho más jóvenes, y disminuyen las tareas de tipo puramente administrativo que son realizadas por los ordenadores de la entidad o se subcontratan con entidades especializadas. A mi juicio, en ningún otro sector empresarial tradicional, de la industria o los servicios, se ha producido un cambio tan drástico en la cualificación del personal. Equivaldría a concebir una fábrica o un gran almacén en los que todos los empleados y obreros hubieran sido reemplazados por universitarios; esto no ha ocurrido ni en las fábricas más robotizadas".

Presten especial atención al último párrafo, creo que ahí está la clave de lo que afirmo en la causa número 1 indicada más arriba. Me explico. Es evidente que en los tres últimos lustros, la Banca, el sector bancario en general, sufrió una gran transformación, y ese cambio profundo del que habla el Sr. Termes también tuvo consecuencias en sus plantillas de personal, pero el que fue ilustre banquero en su conferencia no entró en la estrategia empleada, ni en el coste causado a las empresas y, en consecuencia, a sus accionistas.

Lo cierto es que en los años 1990, muchos profesionales fueron invitados a abandonar sus empresas de forma indiscriminada y, en consecuencia, con ellos se fue el conocimiento y la experiencia de la profesión, eso que tanto valoran y hablan los teóricos de la economía de la empresa, pero que no creen en ello. Se fueron los generalistas -que en la acepción del término según Lázaro Carreter, significa especialista en la totalidad- tan necesarios hoy en las empresas, sobre todo en los puestos directivos de la banca, siendo sustituidos por gente joven, formada en la Universidad o con estudios equivalentes, en busca de economía de costes y de una mayor preparación para los puestos de trabajo y la venta de productos innovadores.

Debo añadir, de forma explícita, para que nadie piense lo contrario, que el relevo generacional es necesario en cualquiera actividad, y la mejor preparación, indispensable, pero en la Banca debió hacerse de forma escalonada y reteniendo a los mejores para que fueran maestros de las nueva generaciones. Sobre lo escrito por el Sr. Termes, quiero llamar la atención que calificación y cualificación no significan exactamente lo mismo.

CAUSA NÚMERO 2
La perplejidad a la que me he referido anteriormente, se vio acrecentada cuando leí el discurso de D. Emilio Botín en la Conferencia de Banca Internacional, titulado "El papel del sistema financiero en la economía” (4), en la que propugnaba, ante la crisis actual, la aportación de las entidades bancarias para fortalecer el sistema financiero, resumidas así:
. Relaciones estables y directas con los clientes.
. Centrarse en el negocio recurrente.
. Gestionar con prudencia el riesgo.

Es decir, que después de lo que "llovió" y estaba "lloviendo" con la crisis financiera internacional, nuestro emblemático banquero nos estaba diciendo que la banca tiene que volver a su negocio típico, tradicional, basado en la cercanía a los clientes y en la gestión rigurosa del riesgo. ¡Extraordinario! Menudo descubrimiento después varias reestructuraciones y reorganizaciones llevadas a cabo en los últimos años por parte de las entidades financieras, incluida la banca mediana, por mimetismo, para regresar finalmente a los valores que siempre debieron estar vigentes. Lo que ocurrió en los años siguientes demuestra que no hubo seguimiento por parte de nuestras entidades financieras, salvo casos concretos, de esas líneas de comportamiento. Las relaciones estables con los clientes dejaron mucho que desear (colocación e obligaciones preferentes, cláusula suelo en las hipotecas, productos derivados...). Ni tampoco se centraron en el negocio recurrente: la falta de financiación a la economía real es un ejemplo. Y la prudencia en la gestión del riesgo fue innecesaria, porque a partir de ese año el crédito a clientes fue mínimo, de ahí el derrumbamiento de la economía real. Ahora mismo siguen reestructurando sus sistemas organizativos, concentrando el sector bancario, pero prácticamente al frente de las entidades están los mismos, salvo las antiguas Cajas de Ahorro. Son los que difundieron a bombo y platillo la adaptación a las normas de medición del riesgo impuestas por el "Basilea II", bendecida su implantación en las entidades por el propio Banco de España. El fracaso de su aplicación práctica es evidente y no necesita demostración.
En las Cajas de Ahorro el desastre en la gestión del riesgo, determinó la creación del FROB, para salvar un buen número de ellas con recursos públicos y su transformación en Bancos. Otro de los problemas de algunas entidades, fue la expansión territorial, la apertura de Oficinas por todo el territorio nacional (Cajas de Ahorro, Banco Pastor, ya desaparecido), buscando duplicar o triplicar el Balance, ignorando que para hacer rentable una Oficina hacen falta dos o tres años, siempre que esté bien localizada. El volumen no es “a priori” sinónimo de rentabilidad. Expansionar la Red de Oficinas, expansionar el crédito sin la rentabilidad adecuada, no garantiza que los recursos invertidos generen beneficios adecuados a la expansión realizada y a las inversiones crecientes. Se conseguirá aumentar el tamaño del Balance, como hicieron muchas entidades, pero no evitarán la crisis.

Pero siguiendo con los análisis de las causas que provocaron la situación actual, los grandes "magos" de las finanzas, los altos directivos, no contaban con que las crisis económicas sufren metamorfosis y no siempre se presentan iguales. No contaban, ni tan siquiera valoraban, que eso que se dio en llamar productos derivados en su variada diversidad, titulizaciones, cdo,s, cds,s... llevaban en sí mismos un virus contagioso y mortal, que los jóvenes dirigentes, inexpertos, sin experiencia del pasado, engreídos en su limitada sabiduría, no supieron detectar a tiempo, pues en las empresas ya no quedaban generalistas ni especialistas en virología bancaria que les pusieran en aviso. Es como si todos fueran inoculados con un virus que les hiciera perder la razón. Las consecuencias de esta pérdida de cordura es manifiesta en la situación económica actual: la Banca de nuestro país, inmersa en esta "crisis perfecta", iniciada al otro lado del Atlántico, ha sufrido pérdidas superiores al montante de sus Fondos Propios, como arriesgó hace tiempo algún especialista económico citado en el último de mis trabajos (léase a D. Alberto Recarte).


NOTAS
1. Publicado, además, en “Revista de Finanzas y Banca” 30.06.2011.
2. www.finanzasybanca.com/..--www.jubiladosbp.com/files/.
3. web.iese.edu/Rtermes/acer/files/PapelFinanzas.pdf
4. Publicado en “Cinco Días”, 17.10.2008
Gómez Blanco, José
Gómez Blanco, José


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