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Las tertulias y el altruismo

miércoles, 03 de septiembre de 2014
Días pasados fui al fútbol de mi pueblo con dos objetivos: Uno apoyar con mi presencia la labor de la directiva y el segundo, mucho menor, aportar algo económicamente al club. Lo terciario, habituado a ver los partidos de primera, era el juego desplegado por el equipo.

Me llamó la atención la conversación con un conocido aficionado que me comentó que los sueldos de los futbolistas podían rondar los mil euros siendo el equipo de primera preferente. Asimismo, esto me confirmó, una vez más, que ahora hay muy pocas cosas gratis, porque todo el mundo quiere cobrar y muy poquitos son los que altruistamente se embarcan en cualquier aventura. Hoy se conjuga mal el verbo compartir y el altruismo en muchos casos se ha convertido en egoísmo hedonista, aunque la labor sea de escasísima calidad. Cualquier gilipollas se infla como Popeye
creyéndose el descubridor del mambo.

Cuando éramos jóvenes acostumbrábamos a reunirnos alrededor de alguna persona con contrastada cultura para aprender en la conversación. Eran clases de cultura general gratuitas impartidas por humildes y generosos maestros a los que no sabíamos valorar en su justa medida. Siempre prudentes, siempre ecuánimes, siempre recordándonos su propia ignorancia, siempre comprensivos con nuestra ingenuidad, siempre atentos a nuestras inquietudes.

Hoy, sin embargo, estas tertulias ya no se encuentran y, salvo puntuales conversaciones con personas inquietas, la cultura se la busca uno por su cuenta. Aquellos hombres han desaparecido y sus sucesores, que debieran buscar y mantener aquella labor altruista, se han recubierto con el caparazón de la soberbia y viven en su barquito de papel, sin mojarse en temas polémicos, u otros de carácter social que requieren compromiso, y van navegando entre aplausos comprados y presunciones absurdas. Esa intelectualidad altiva y ajena al medio pontifica con soluciones ingeniosas, pero carentes del más mínimo sentido común, porque no pisan ni quieren pisar la calle, que quizás sea el mejor libro que se pueda leer y que es una buena escuela de reciclaje.

Y una de esas lecciones me la dio a mí el fútbol y ver que son cada día más escasas las personas que trabajan altruistamente por cualquier causa. Las enseñanzas de la vida que genera esa actividad nos proporciona muchos conocimientos de cómo somos los seres humanos y bien pudiera ser una asignatura en la carrera de psicología.

Nadie sabe como esta gente altruista lo que son los sacrificios, las zancadillas, la desconfianza, el rencor, el egoísmo, el protagonismo, el trabajo en equipo, la alegría del deber cumplido, la fatiga, el esfuerzo económico, el valor ajeno,…nadie conoce como ellos a los inútiles que los despellejan, a los “listos” que no hacen nada y que dicen querer las cosas, a los que siempre ponen disculpas para no colaborar, a los que nacieron cansados, a los envidiosos de su manera de ser, a los que los despellejan, a
los que mienten par destruir su labor…

Y cuando el hastío los canse y agote, querámosles como viejos maestros para encaminar nuestras inquietudes y sentémonos a su alrededor buscando el aliento para la vida. Necesitamos recuperar las tertulias y la humildad de los viejos maestros.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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