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Un poco más de tiempo

martes, 15 de julio de 2014
El coro desaforado (y asustado, por no decir otra cosa) de detractores unidos contra Podemos, vocifera, además de insultos y calumnias que no se cree nadie, que la formación es políticamente utópica, por tanto imposible.

Dejando claro que, personalmente, me gusta de esa fuerza la belleza de lo asambleario y muchas de esas propuestas “imposibles”, pero aún le veo flecos importantes que incorporar (como el tema de género, que no aparece por ningún lado, y el de la diversidad de los pueblos del estado español, entre otros), quisiera desmenuzar con vosotros ese concepto que se lanza al aire, con tanta falsa seguridad, para amedrentarnos.

Una canción de mi juventud rioplatense decía; no es posible lo imposible/ todo se puede lograr/, pude el hombre ser tan alto/ como el vuelo gavilán/; y yo sí que lo creo, como sigo creyendo en tantas pequeñas y grandes utopías que dan sentido a la vida, pero, romanticismo a un lado: ¿cómo tienen el coraje de hablar de imposibles todos aquellos que han dado la vuelta como a un calcetín a una realidad que teníamos asumida como propia desde hacía décadas? ¿Cómo nos puede resultar posible –y mucho menos lógico- que con nuestro esfuerzo salvaje se rescate a una banca irresponsable, especuladora y obscena? ¿Cómo les puede -nos puede- resultar posible que una minoría decida sobre el cuerpo de las mujeres y nos envíen a la casilla de salida, allá por el pleistoceno? ¿Cómo aceptamos que sea posible que la sagrada constitución, más tiesa que una vara, pueda cambiarse entre gallos y medianoche para favorecer ya sabemos a quién, “por tanto monta, monta tanto”, llamadita de teléfono de por medio? ¿Cómo nos puede resultar lógico, y por tanto posible, que se hayan ido de este país de países millones de personas (la mayoría, jóvenes) en los últimos años por no encontrar aquí ni la más mínima “posibilidad” de vida? ¿Cómo resulta posible aceptar que el reino de España sea medalla de plata en malnutrición infantil, a punto de ganarle el sprint a Rumania? Y que se baje el sueldo de los funcionarios-funcionarias, que se desmantelen los servicios públicos para entregárselos a los amiguetes, que se destapen cientos de chanchullos corruptos cada día, que instituciones estatales que deciden sobre nosotros-nosotras sean una empresa familiar llevada hasta el cuarto grado de parentesco, que miles de personas hayan perdido sus viviendas, devoradas por esos bancos que ellas mismas salvaron, que se haya promulgado una ley de educación y otra de justicia para los ricos, que se nos haya degradado como individuos-individuas a nuestra más mínima expresión…

Todas estas perlas –y otras muchas- no sólo han sido posibles sino que han ocurrido y ocurren delante de nuestra vista, con total y absoluta impunidad por parte de quienes las provocan, y con la misma dosis de impotencia por parte de destinatarios-destinatarias que las sufrimos.

Por tanto, me parece que el término posible debería ser reconsiderado con suficiencia y meticulosidad de entomólogo, con mirada microscópica, y con un espíritu crítico que, necesariamente, deberíamos reconstruir cada día para que la avalancha de idioteces por segundo, que nos tiran a dar, no dé en el blanco.

Si es posible esta infinita paciencia que ha soportado –y soporta- patrañas, robos, corrupciones, amoralidades, descaro, desprecio por nuestra inteligencia y por nuestras vidas, digo yo que también será posible darle la vuelta otra vez al calcetín para demostrarnos y demostrar que “lo imposible sólo nos puede llevar un poco más de tiempo”. Y no lo perdamos, porque en ello se nos va la vida.
Darriba, Luz
Darriba, Luz


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