Un Papa coherente

A mi entender el papa Francisco es, de todos los pontífices, el más coherente con la doctrina de Cristo. Su lema, desde el mismo día en que fue elegido obispo de Roma, es el de “una iglesia pobre para los pobres”.

Dicho esto, su indignación para con muchos de sus colaboradores más cercanos debe ser importante. Aún no le había pasado el disgusto por lo del ático de 800 metros cuadrados del cardenal Bertone, cuando se entera que durante la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII se llevó a cabo una lujosa comida en dependencias vaticanas, a la que asistieron 150 invitados, cuyo costo ascendió a 18.000 euros. Todo a sus espaldas, pues los organizadores del evento sabían que se opondría tajantemente a semejante dispendio, por mucho que fuese financiada con capital privado.

La filosofía de Francisco es clara. Los pobres los primeros, y con ese dinero podrían comer caliente muchos de ellos, con independencia de que en estos tiempos que corren ese banquete hace que millones de católicos o agnósticos se pongan colorados.

Desde el Vaticano se aseguró que incidentes de estas características no volverían a producirse, pero quien esto les cuenta lo duda. Desde tiempo inmemorial la cúpula de la Iglesia católica hace lo que le viene en gana, y mucho me temo que lo seguirá haciendo.