Si mi padre levantara la cabeza

Frase muy española. Muy apropiada al momento. Absolutamente precisa para establecer la correlación entre presente y pasado. Nexo de unión entre mi generación y la de mi padre. Ambas forjadas en el siglo XX. La música de fondo puede ser la de aquel famoso tango "cambalache".

Viene a cuento de la fecha. Tal día, como hoy, de junio del año 20, mi padre venía al mundo en un Pazo de Santa María de Tamallancos del concello de Vilamarín en Ourense. Su mundo transcurrió entre dos guerras, una larga dictadura y la restauración monárquica que hace una semana terminó con la abdicación del Jefe del Estado.

Fueron tiempos de aislamiento, racionamiento, nacional catolicismo, España entretenida de sus carencias, por el futbol y los toros. La frase más brillante por su sabia ironía es: "haga usted como yo, no se meta en política".

De mi padre aprendí a llevar muy mal dos pecados. Falta de honestidad y gandulería. Mi generación, menos preparada y viajada que la de mi hijo, trabajó muchos años, ahí están las cotizaciones a la seguridad social, todas muy por encima de los cuarenta años.

Somos la generación de la paz, la que descubre las mentiras del coloso norte americano, el mundo inculto de la propaganda libertadora que promueve yankilandia, la trampa que supone un mundo desequilibrado tras la caída del Muro de Berlín.

Mi padre no lograría entender a una juventud ensimismada con el whatsApp o alienada por las doctrinas que circulan en las redes sociales, pues él era hombre lector del papel impreso, amigo de las tertulias degustando un buen café.
Me hubiera gustado saber de su reacción ante el fenómeno sociológico de "podemos" y sus premoniciones para con la disyuntiva entre Monarquía y República, si bien se habría pronunciado por aquello que garantizara libertad y progreso.

No cabe duda que un tiempo nuevo ha comenzado, imparable e implacable.