Verdugos en internet

Dos sistemas informativos ya clásicos, radio y televisión, comienzan a admitir, tras el asesinato hace ocho días de Isabel Carrasco, la dirigente leonesa del PP, que las redes sociales, de cuyos “trending topics” solían fiarse para crear información y opinión, son vehículos de mucho odio y amenazas.

Sin embargo, esos medios atendían mucho menos, porque no suelen provocar pasiones sino reflexiones que rara vez llegan a “tópicos dominantes”, a quienes escriben en esas redes con buen juicio y responsabilidad.

A los escritos alegrándose de la muerte a tiros de otra militante del partido se añadía la que podría ser la maldad absoluta de quienes llamaban a repetir ese crimen contra otros políticos.

La reacción de los medios fue debatir si debían perseguirse estas formas de opinión, como quiere el Gobierno, o si esa posible interdicción vulneraba la libertad de expresión.

La policía puede localizar perfectamente a los amenazantes anónimos: si transmiten su odio desde sus ordenadores se localizan por la IP, la dirección única de cada uno, y si escriben en locales públicos en casi todos ellos hay registros y cámaras que graban a quienes usan sus aparatos.

Ese no es, pues, el problema, porque se puede descubrir a esos personajes. La cuestión es si sería legal o no hacer públicos sus nombres, aunque sólo sea para avisar a las víctimas sobre quienes les acechan, y para que otras personas de pensamiento o situación similar sepan quiénes son sus posibles ejecutores.

Antes, durante y después de la guerra civil española esa mala gente de ideologías extremas “paseaba” a decenas de millares de “marcados” para fusilarlos ante en la tapia de los cementerios.

Ahora se puede ser más precavido: las posibles víctimas deben saber quiénes serían sus verdugos.

(Ahora se añaden al menos los 17.500 tuits antisemitas de unos miserables capaces de reeditar el Holocausto tras la victoria en la Copa de Europa de baloncesto del Maccabi Tel Aviv sobre el Real Madrid: muestra de que en España aparece rápidamente el nazismo, hoy con el equipo madrileño, mañana con el de cualquier otra parte del país).