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Los que no valemos pa nada

miércoles, 30 de abril de 2014
Los y las que no valemos pa nada, o sea, la gran mayoría de personas que habitamos este país destruido por la codicia, le vamos a exponer a usted, señora de Oriol, unas cuantas razones de peso para que antes de abrir la boca (con tanta alegría) ponga en funcionamiento las neuronas que aún le queden en pie (si esto es posible). Usted habla de alrededor de un millón de más o menos entes (por lo que se desprende de sus despectivas palabras) pero como entre nosotras y nosotros tenemos que aprender a ser solidarios, yo le digo a usted que nos incluya a todos en el mismo saco. En ese saco en el que usted cree que un universitario puede, según las circunstancias, ganar el salario mínimo interprofesional (al que llama alto demostrando su necedad o evidenciando que no ha salido de su barrio), mientras que a ese milloncejo de nada de ninis, que usted denomina (como no valen para nada) les llegarían de sobra pongamos unos trescientos euros al mes. ¡Hala, y van ustedes que chutan!
Su discurso filonazi no tiene desperdicio (aunque yo diría que es un desperdicio en sí mismo) y dada su veteranía en el manejo de los recursos (humanos) no me cabe duda que no es producto del azar ni de las cañas que dice nos tomamos los esclavos. Reconozco que tanta sapiencia acumulada merecería un análisis a juego pero resulta que yo soy parte de esa nada que usted divisa entre el paisaje y que tanto le preocupa quitar de en medio como sea, por lo tanto no reúno los requisitos básicos para seguirla. De todos modos voy a hacerle unas propuestas vagas en nombre de este enorme colectivo de inútiles que usted menta y dentro del cual me introduzco con placer.
Las y los nadie, las y los ninguno, las y los ninguneados (que diría Galeano y entiendo que no le suene), le vamos a decir, por ejemplo, que para comenzar podría usted vivir con el salario que propone para todos nosotros, gente de cuarta categoría, parias del estado que entre usted y unos cuantos más de su calaña han reducido a su más mínima expresión.
Le vamos a regalar una tarjeta de la seguridad social para que espere usted siglos para ser atendida en cualquier centro médico (ojalá no la necesite y sé por qué se lo digo). Incluiremos un coche de tantos de los que circulan por las carreteras de este país (o por lo que ustedes han dejado de él), con los seguros o los no seguros que podemos pagarnos, con las ITV pasadas de pena o no pasadas y una ruta guiada por los caminos alternativos por los que conducimos para eludir los abusivos peajes, por las mismas razones antes mencionadas. También le vamos a regalar la elevada estadística de mortalidad en dichas carreteras debida, como aseguran los técnicos, al deterioro absoluto del parque automotor (el más viejo de Europa, estimada señora), de las vías secundarias y de que nos han dejado sin un duro para mantener nuestros coches de forma menos suicida.
La vamos a obsequiar con nuestra cesta de la compra. Es obvio que usted sabrá sacarle mejor partido. Las no becas de nuestras hijas e hijos, las pensiones de nuestros mayores, y ya puestas y puestos, mire por donde, le vamos a hacer entrega de nuestra cartilla del paro sin subsidio. También incluiremos las no ayudas sociales (las que usted dice son las más generosas del “mundo mundial”, por citarla textualmente) Dese usted un pequeño garbeo por el mundo. Le asombrará saber de primera mano que en cualquier país de la Europa “no tan destartalada” las ayudas no tardan tres años en llegar a la gente y triplican la grandiosa bondad que usted les adjudica a las que no hay aquí, los no salarios de la libertad, las no ayudas a la dependencia. ¡Ah! Y le dejamos nuestras casas para que viva usted a sus anchas. Perdón, retiro esto último: nos las han robado los bancos que ustedes subvencionan con nuestro dinero.
Le regalamos, asimismo, las tasas judiciales que nos impiden defender nuestros derechos y las mordazas que están fabricando para acallarnos.
Tendríamos más cosas para darle pero lo estimo un exceso de generosidad, dadas las circunstancias. Aunque la última oferta, y para que no tenga usted que quejarse a través de los medios (de los que usted dispone y nosotras y nosotros no) del dispendio que le provocamos con nuestra existencia, ignorante de los grandes problemas de la humanidad con los que usted debe lidiar continuamente, la agasajaremos con la última edición del Manual de la Nueva Gramática de la Lengua española realizado por la RAE (en versión digital, eso sí; no nos da el presupuesto para enviárselo a usted en formato papel), en el que se refleja con claridad meridiana que aún persiste en dicha lengua la saludable costumbre de decir para y no “pa”, y que la terminación -ao (por -ado) simplemente no figura (Le cuento: no se dice desempleao, sino desempleado; para el pobre ser humano que no tiene trabajo es lo mismo, pero PARA el buen uso del idioma no). Creemos que ha de serle muy útil. No se moleste en agradecernos nada. Le devolvemos sus disculpas de plastilina (no convencen ni a sus adeptos). Vuélquese (hágame caso) en la lectura del libraco que le proponemos, no sea que el día de mañana un orangután más poderoso que usted piense que no ha recibido la formación necesaria y deba acabar su maravillosa vida cobrando unos miserables euros con los cuales sólo pueden vivir los muertos de hambre (por cierto, en alarmante crecimiento). Para ese entonces, quizás nos recuperemos de tantos puñetazos recibidos y empecemos a devolverlos como dios manda o sugiere. You may say I’m a dreamer, but (fortunately) I’m not the only one…
Darriba, Luz
Darriba, Luz


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