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Cuando el Alzheimer ataca

viernes, 25 de abril de 2014
La semana pasada recibí esta emocionante carta de mi querido amigo EUGENIO EIROA. Yo no soy sensiblero, para nada, pero estas palabras atravesaron mi alma y mis ojos no resistieron la estupenda y sentida descripción de mis viejos ausentes por culpa de una enfermedad que les conduce a la Muerte sin poder conocer el trayecto. Yo supongo que te interesa más que nada, pues… ¡También puede sucederte a ti!

UN “MAL DE MODA” MIENTRAS LA CIENCIA CONTINÚA “EN PELOTAS”
Por Eugenio EIROA

Querido Xerardo:

Anda la Muerte rondando cada dos por tres (aunque en segundo plano) a los de nuestra generación, en forma de enfermedades de quienes nos han traído a este Mundo. Anda la Muerte rondando, en forma de enfermedades mortales de quienes han sido referentes de nuestra generación, aunque no sean familiares, pero sí personajes que nos han sido familiares. Anda la Muerte rondando -y actuando- llevándose a conocidos y amigos, despoblando el horizonte que tenemos delante y dejándonos huérfanos de amistades, referentes y familiares que nos antecedían. Siendo esto así, pronto, muy pronto, estaremos ahí, dispuestos para que la Muerte nos ronde directamente a nosotros mismos y un día nos lleve.

¿Es la Muerte el problema o, si acaso, la soledad en la que poco a poco nos vamos sumiendo? Soy de los que pienso que es más lo segundo que lo primero.
En todo caso, es poco recomendable -supongo- la situación de shock en que te encuentras cuando pasas por el proceso de que tu padre conduzca con casi 90 años un coche y tres meses después caiga víctima de una enfermedad neurológica (de esas que no tienen cura, en las que les dan medicamentos para frenar, para taponar el problema, pero que en tres años envían al individuo al cementerio)…

Asistir a la tragedia final de los seres más queridos es el gran impacto al que te somete la Vida, para que te des cuenta de lo infame de una Medicina que está absolutamente en pelotas, en los temas de las enfermedades -tan de moda- de la cabeza (Alzheimer, Demencias y demás familia). Ir viendo día a día el deterioro paulatino de quienes te han traído al mundo y son ahora víctimas de una de esas enfermedades, es un calvario a poco que pienses un poco, lo que te lleva a hacerte mil preguntas -sin respuesta- de por qué…

Anda pues todo ese catálogo de las enfermedades mentales, desplegado como nunca; más ávido que nunca de enrolar a juan y a perillán, a pepita y a manolita. Caen como moscas, que diría un torpe. Cada vez sabemos -o sufrimos- con más y más casos cercanos. Y si comentas con un galeno algo de esta abundancia, el médico se defiende diciendo que antes también había pero no se comentaba… Y se queda el tipo tan ancho cuando te lo dice. Porque, instantáneamente, al recibir esa respuesta a tu lamento, te preguntas:

-¿Y si antes también había esto del Alzehimer y demás grandes expresos de deterioro de la mente, qué coño han hecho durante tantos años los investigadores y la ciencia médica, que hemos llegado a nuestros días sin ningún avance al respecto…?

Porque has de saber, querido amigo, que si te toca la china de un familiar con una demencia de esas que yo sé, pues te lo internan unos días, lo ponen a raya, lo recoges con un medicamento que se llama algo así como “risperdal” y… vas a ver cómo mes a mes el enfermo está controlado, ya no monta cristos, pero… se va volviendo su cuerpo cada vez más rígido, de modo que pasa del bastón al andador, del andador a la silla de ruedas y de la silla de ruedas pasa ya medio petrificado a la cama… se va paralizando producto, sin duda, de las consecuencias del fármaco que lo pone a raya mentalmente, pero le pasa factura corpóreamente… Viene entonces una neumonía y un cuerpo que está tan rígido, acaba siendo presa fácil para que la Muerte se lo lleve corriendo…

También te puede tocar, querido lector, un familiar con eso que ahora llaman Alzheimer. Si esto sucede y tienes la suerte de dar con un médico como uno que yo conozco, empezará por decirte la verdad. Que para este asunto, la Medicina -como antes te dije- está en pelotas. Que los remedios no existen; que los medicamentos son barreras o simples frenos, a ver si dan resultado (?) los fármacos, para ir retrasando la evolución del deterioro mental. Y que a esto es a todo lo más que se puede aspirar, a alargar el proceso, a ver si hay la suerte de que el enfermo, durante esos años, se quede un día dormido en la cama para siempre, no sufra y marche del brazo de la Muerte para el otro barrio. Y como el médico -al que me refiero- es honesto, entonces te dice que “desgraciadamente la Ciencia ha evolucionado muy poco en esto. Y además, no hay dos casos de Alzehimer iguales; pueden parecerse, pero iguales nunca… es una lotería en cuanto a efectos y manifestaciones que puedan ir presentándose”.

¡Y al carajo!. Sales con el familiar del brazo y rezando para que la cosa se quede en poco. Y hasta con el paso del tiempo… crees que el asunto podrìa quedarse en… hasta que te das cuenta de que aquello es un tinglado donde la farmacopea se lleva los cuartos con unos medicamentos tan carísimos como inútiles, cuyos beneficios en la salud del enfermo pueden ser poco o nada; o casi nada, a poco que no tengas un mínimo de suerte. Y entonces, ves cómo el “edificio”, a sacudidas cada equis meses, se viene abajo…

Cuando la cosa comienza a empeorar, vas al galeno y este, te dice que el pariente debe de tomar, además de la pastilla diaria de una cosa llamada “aricept”, un chorrito de otra cosa llamada “ebixa”. Que ha entrado el pariente en una fase en la que…

Vuelves a salir rezando a ver si el chorrito de ebixa obra el milagro de frenar las sacudidas que al árbol mental le está dando el deterioro más que ostensible…

Ni aricept, ni ebixa, ni el inventor que los parió… Más sacudidas. El pariente ya está perdido mentalmente… En menos de tres años, lo ha “devorado” el alzehimer dichoso. Y los medicamentos-barrera no sirven apenas, se los lleva el agua de la ola marina que besa la orilla donde habías construído el castillo de arena con tus ilusiones de que el ser querido pudiese seguir a tu lado más tiempo…

Y puede seguir; no todos se mueren tan pronto; la Muerte le ronda en esos casos, pero no le da tirones para llevárselo. Pero… ¿qué es ese familiar sino alguien que mentalmente está medio muerto ya, que hay días en que no te conoce, otros -todos- en los que ya no sabe tu nombre; otros -todos-en los que ni habla, ni tiene ganas de ningún tipo de vivir?

Aunque clínicamente no esté muerto, la realidad es que ha terminado el viaje en este Mundo para esa persona. Ahora, la familia que le cuida y a su lado permanece, asiste día a día a su deterioro final, mientras lamenta la lotería que ha tocado con su desgracia a esa pobre persona por ellos tan querida. Y echa cuentas, y recuerda cómo murió un abuelo; y comenta que un tío ya anda con los primeros síntomas de “atrofia” que son como clarines y timbales de que a ese también le han soltado el toro del alzehimer para que le embista y se lo lleve por delante. Y en los silencios y reflexiones que envuelven el día a día de quienes están cercanos al familiar enfermo, llega hasta la pregunta interior, o la exclamación de un ¡vete a saber si dentro de unos años, no me toca a mí también!

He querido traer, querido director, amigo Xerardo, a estas líneas, el tremendo asunto del Alzheimer y demás enfermedades del gremio mental que asaltan a los ancianos de nuestra Sociedad y a sus familias, para patalear en voz alta sobre el tema, pues humano resulta que lo hagamos quienes hemos tenido, quienes tienen casos -cada vez más por lo que dicen- con peripecias como las antes descritas, que te llevan a veces a climas de desesperación, al comprobar en tiempo demasiado rápido que aquel primer médico al que acudiste, no te mintió cuando advertía que la ciencia médica, en este asunto, está en pelotas.

Y digo yo, querido director: ¿hasta cuando la Ciencia va a seguir estando en pelotas? Porque… si ya hace tanto que se les ha pasado el arroz, hora va siendo de que, por pudor, comiencen a vestirse por los pies y dejen de tener que reconocer que en este territorio están en pelotas… Hora va siendo.

El cáncer es el otro gran territorio de la tragedia médica; pero al menos en este se observan avances incuestionables.

Pero en el tema mental… querido lector, que Dios te pille confesado. Te lo puedo garantizar.
De modo querido Xerardo, que solamente me falta decir como final aquello de…
“Así es, si así os parece…”
EUGENIO EIROA
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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