Santidad o soberanía

La última noticia elaborada para que los ciudadanos apoyen el paso libre a España de inmigrantes ilegales apareció estos días como acusación de una ONG que filmó a tropas marroquíes desalojándolos cuando pretendían saltar en oleadas las vallas de la frontera de Melilla.

“El espacio entre las vallas es territorio español y los marroquíes han pisoteado nuestra soberanía”, denunció con exagerado patriotismo Prodein (Promotora de Desarrollo Integral), organización fundada en 1968 por el sacerdote asturiano Rodrigo Molina.

Los medios informativos habitualmente antirreligiosos se unieron entusiasmados a la denuncia, acusando al Gobierno de haber cedido la soberanía a Marruecos.

Los mismos medios anticlericales habían aplaudido poco antes el erróneo informe de Cáritas según el cual los niños españoles son los que más hambre pasan de Europa, tras los rumanos.

Prodein, como señala en su web, se guía por valores como justicia, verdad, caridad, fe, comunidad familiar, fraternidad; en fin, sigue catorce preceptos que se resumen en el cristiano amar a los demás como a uno mismo.

Lo cual está muy bien. Es hermoso, y al unir fe y obras le garantiza el cielo a sus fieles practicantes.

Patrocinada básicamente por organismos públicos, según reconoce esa web, su santidad, espiritualidad y ausencia de materialismo podría llevar a sus bondadosos seguidores a entregar su vida por el inmigrante ilegal.

Pero un Estado, no. Un Estado no está para el martirio ni para la bondad infinita, que ambas son patrimonio del alma individual, no de la sociedad.

El Estado está para que sus ciudadanos vivan en libertad y prosperidad, con valores laicos, y no con la santidad religiosa voluntaria de organismos como Prodein.

Y sobre el oportunismo de los medios antirreligiosos, escandalizados cuales santas oenegés, merece no el cielo, sino el soberano caldero de Pedro Botero.