Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Monólogo de un gilipollas

martes, 01 de abril de 2014
La culpa es tuya. Si tocas, sin querer, una tecla del ordenador y “se te va” lo que estás haciendo, la culpa es tuya. Si coges el teléfono sin saber que es una publicidad, la culpa es tuya. Si estás hablando por teléfono y se corta, la culpa es tuya. Si no hay pan para la cena, la culpa es tuya. Si no ha tocado el despertador, la culpa es tuya. Si teniendo carnet, apenas conduces, la culpa es tuya. Si el tren llega tarde, la culpa es tuya. Si vas tranquilamente por la carretera y te dan un golpe, la culpa es tuya. Si el coche, sin golpe alguno, se estropea, la culpa es tuya. Si no sabes cocinar, planchar, poner la lavadora ni el lavavajillas, la culpa es tuya. Si no entiendes las cláusulas de los bancos, la culpa es tuya. Si no entiendes el por qué no puedes comprar los contadores de la luz o el agua, la culpa es tuya. Si nunca te interesó ser rico, ni importante, ni que te aplaudan, la culpa es tuya. Si rozas la ropa o si te manchas al comer o en cualquier otro menester, la culpa ¿sabes de quién es? Totalmente tuya. Si resbalas en la calle y caes, la culpa es tuya. Nunca del cabrón que tiró la grasa.

No, no se te ocurra tratar de justificar o exponer tus argumentos que puedan eximirte de tales faltas, porque no tienes razón. Si te fijaras, si prestases atención a lo que haces, si no estuvieses siempre a la luna de Valencia- no se te ocurra preguntar que es eso de la luna de Valencia-, si no fueses tan despistado, si prestaras atención cuando te hablan…entonces otro gallo cantaría- tampoco sabrás que gallo cantaría, porque donde tú vives posiblemente tampoco haya gallos ni en la pollería-, pero ya saben ustedes, hay que responsabilizarse y centrarse en lo que se está haciendo, que si no pasan estas cosas.

Has comprado un libro y después, al abrirlo, has visto que le faltan hojas… Será mejor tirarlo y comprar otro nuevo sin que nadie más se entere, porque en la librería te van a decir que lo miraras antes de salir. En casa es posible que le den la razón a la papelería y pases, una vez más, por gilipollas. Que te echaron, con el dedo meñique, las naranjas podridas en la bolsa y al llegar a casa lo descubres, ya sabes quien es el culpable. Que llegas a la consulta del médico y ese día no está, haberte enterado antes. Que no te llega una carta importante, haber puesto bien la dirección. Que si Franco no ha muerto, ¡qué coño!, ¡que le pregunten a Iker Jiménez!

Porque uno puede ser responsable de muchas cosas, pero posiblemente usted no haya vendido preferentes, ni haya arbitrado el Madrid –Barça, ni sea el tesorero de Bárcenas.

No se puede comprender que usted esté un poco zumbado con la cabeza en otras cosas ni en las que pueda pensar al cabo del día.

Hay cosas muy importantes que hacer y usted es tan a su manera y despistado que se le olvida lo importante que es limpiar los zapatos, hacer la cama, contestar al vecino cuando te dice que buen día hace, escuchar las múltiples estupideces que se dicen por hablar de algo: que sí, señor, que el paracetamol es muy bueno para los riñones, que me lo dijo a mi un médico; que Rodrigo Rato, que sabe mucho y ya lo ha demostrado, dijo que ya salimos de la crisis…

Son sólo ejemplos de lo que mucho que uno puede oír, ver o leer. Y a nadie importa lo que pudiera estar pensando el pobre gilipollas mientras no ve quien le roba, lo engaña, le vende el Santo Grial o recibe al infeliz vendedor de la luz que le dice que, si cambia de compañía, le van a rebajar la tarifa. Él, al menos lo escucha, a sabiendas del dicho: “ “ Cambiarás de capador, pero no de ladrón” .

Por eso es muy fácil salir a la calle con un zapato de una clase y otro de otra-pueden coincidir en el color-; buscar las gafas que se tienen puestas; cabrearse con uno mismo cuando se pierde alguna cosa; ser, sin pretenderlo, el payaso que hace reír a algunos – a otros les da lástima-; marcharse sin pagar de un establecimiento público-despistados también se hacen, pero rápidamente se descubren-; comer con dos cuchillos; olvidarse de tomar las pastillas; mojarse sin percibir la lluvia-calabobos y listos-; y, en definitiva, continuar el camino entre piedras y fango al mejor estilo animal. ¿A ver si no vamos a ser tan racionales…?.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES