La música del mar
Dopico Vale y Piñeiro, Julia Mª - jueves, 20 de febrero de 2014
hombre, nadie ha llegado al fondo de tu abismo,
¡Oh, mar!, nadie ha llegado a tu tesoro mismo
Entre implacables tormentas, las vistas que nos acompañan en nuestro camino por la costa desde Ferrolterra a la Mariña Lucense, muestran en la infinitud del mar, las mejores estampas de este elemento cuya poderosa presencia se ha reflejado también en las artes y en la música.
Evocadoramente, contemplo el mar que un día estampó Debussy con sus acordes que son cambios de luz y color en Del alba al mediodía del mar, con sonidos que transitan entre evanescencias y luminosidades, en el Juego de las olas , progresiones de color, o en los Diálogos entre el viento y el mar, en el que, como estos días en nuestra tierra, el océano se torna amenazador, eterno ante nuestra frágil existencia de a penas un instante.
Un mar que se vuelve otras veces misterioso, confundido entre brumas y nubes como en la superstición del barco condenado a vagar por siempre por los océanos del mundo, resplandeciendo a veces con su luz fantasmal.
Los barcos, abrigados en la ría de Viveiro, vienen a recordar en la gélida mañana, esta música del Holandés Errante, que Wagner escribió sobre la leyenda del capitán castigado con la muerte y su barco tragado por un remolino, o también en el barco de Simbad de Rimsky-Korsakov, envuelto entre el viento y las aguas. También el amor esta vez caprichoso entre las olas, como el que conquistó a la frágil Madame Butterfly, en su fatal desenlace o el de las sirenas de los Nocturnos , otra vez de Debussy, que míticas y poderosas son capaces a través de sus espejismos y hechizos, de apartar a los hombres de sus rutas para ser después devorados por la Lamias
Veo el mar y me sumerjo en estos océanos de música, mientras la tormenta arrecia en nuestras costas y mientras escribo las palabras que el viento silba en mis oídos, evocadoramente, frente a las olas.

Dopico Vale y Piñeiro, Julia Mª
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