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García Asensio: una batuta de oro

lunes, 10 de febrero de 2014
ENRIQUE GARCÍA ASENSIO: UNA BATUTA DE ORO.

“Hubo un tiempo que no podía andar por la calle, todos me pedían batutas”

García Asensio: una batuta de oroAcabamos de contar con la presencia en Ferrol y en su ciudad hermana, A Coruña, de uno de los más grandes directores de orquesta de nuestro país, Enrique García Asensio, la batuta que dirigió en esta ocasión la Orquesta Sinfónica de Galicia acompañando a la primera mujer ganadora en la XXVII edición del “Concurso Internacional de Piano Cidade Ferrol”. Amablemente comparto con esta figura señera de nuestro presente musical nacional e internacional, un tiempo de charla que escribo en estas líneas ya que sus puntos de vista, sus experiencias y en resumen toda su vida entregada a la música es sin duda una fuente de aprendizaje y un ejemplo de valores muy necesario para nuestra sociedad.

Viendo su biografía y trayectoria artística, llama la atención la cantidad de premios y distinciones que ha ido obteniendo a lo largo de su carrera. ¿Qué significan para usted todos estos reconocimientos?
Los recibo con una gran ilusión, aunque nada me han regalado. He tenido que trabajarlo todo, con un poco de suerte y los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de los años con extraordinarios profesores… Cuando me convertí en el primer catedrático de Dirección de Orquesta en un conservatorio español en 1970 o cuando me nombraron director de la Orquesta Sinfónica de TVE, el premio de la RAI (Radio Televisión Italiana) en 1962, o el “Dimitri Mitropoulos” (Concurso Internacional de Dirección de Orquesta) en Nueva York… Mirando hacia atrás veo una misión cumplida.

¿Cómo decide García Asensio convertirse en director de orquesta?
La primera vez que dirigí en mi vida tenía 18 años, fue hacia 1955. Yo iba a ser violinista (como mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo). Era el concertino de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid y tuve que sustituir a Benito Baudet, al que habían operado de apendicitis. En aquella época en que todos éramos estudiantes se trataba de no perder esas pesetillas que nos venían muy bien. Mi maestro de armonía y contrapunto, D. Victorino Echevarría dijo que tenía unas condiciones estupendas para la dirección. Probé. En aquella época había muy pocos directores en España, no se podía estudiar dirección de orquesta aquí. Me aconsejaron irme a Munich, allí vi que el Maestro Celibidache, al que había conocido tres años antes, daba un curso en la Academia Musical Chigiana de Siena. Empecé a estudiar con él.

Celibidache ha sido pieza primordial en su carrera…
Para mí fue como un segundo padre. Él me abrió los ojos, me presentó como su mejor alumno, me hizo ver la música de otra manera y me enseñó una técnica de la que hoy soy heredero y sigo haciendo que ésta no se pierda y que siga siendo utilizada por los nuevos directores, de hecho ahora tengo que ir a EEUU, a la Universidad de Illinois, para impartir una “master class” sobre ella.

Su nombre está ligado al de la música española del S.XX y XXI. Usted como nadie ha vivido su evolución en este tiempo ¿Cómo perfilaría el presente y el pasado de la música en nuestro país?
En 1970 me convertí en catedrático. En aquella época había muy pocas orquestas de categoría en España. Se importaron muchos músicos extranjeros para mejorar el nivel. Hoy en día no es así. Hay más orquestas y un nivel muchísimo más alto. Por ejemplo la Orquesta Sinfónica de Galicia o la Real Filharmonía de Santiago son estupendas Yo he dirigido a las dos. También otras muchas en España, sin ningún paliativo. Todavía hay mucho que hacer, aunque ahora no sea el mejor momento para poder hacerlo.

En esta ocasión ha visitado nuestra tierra con motivo de la celebración de la final en el “Concurso Internacional de Piano Cidade Ferrol”. ¿Qué criterio le merece este concurso?
He hecho muchos concursos, muchas finales, en todo el mundo y en España también, el “Reina Sofía”… Es una experiencia muy bonita, con chicos que tocan estupendamente y tienen un nivel muy alto.

Es un concurso de marcado carácter internacional. Usted, que en carne propia ha vivido la experiencia de tener que irse de un país que en aquel momento no ofrecía las condiciones necesarias para su formación, ¿Cree que nuestros jóvenes músicos deben de seguir haciéndolo?
Salir siempre es bueno para todo. Conocer nuevos ambientes, nuevas teorías, nuevos sistemas…Todo es conveniente. Pero lo que sí es cierto es que hoy en día en España, en todas las especialidades de la música, cualquier estudiante puede obtener un nivel perfectamente correcto, equiparable al de cualquier otro lugar de Europa.

Yo pertenezco a la generación que creció viendo aquel programa maravilloso de Televisión Española “El mundo de la Música”…
(Ríe). Yo convertí la batuta en el juguete más deseado de los niños españoles, y le voy a decir que estaba algo preocupado, porque ¡la batuta es un instrumento peligroso! Tenía miedo a que un niño le pudiera sacar un ojo a otro… Pero no pasó nada y repartí batutas a diestro y siniestro.

Muchos de aquellos niños experimentaron a través de ese programa un incentivo que marcó sus vidas para siempre y les llevó a desarrollar una profesión musical…
Sí, sí. Tengo muchos alumnos que se aficionaron a la música con ese programa, que por cierto, surgió de casualidad. El director y realizador de “El mundo de la Música”, José María Morales, había presentado ya en ese espacio televisivo todos los instrumentos musicales, todas las voces humanas…le quedaba solamente la figura del director, el que hace que todos toquen juntos. Me llamó y me lo propuso. Dije que sí. Se me ocurrió que vinieran los niños a jugar con la orquesta. Ellos dirigían la Serenata Nocturna de Mozart, popularmente conocida. El atractivo estaba en que la orquesta seguía perfectamente las indicaciones del niño. Yo regalaba batutas con mi firma a los que me hacían preguntas interesantes o a los que contestaban bien a otras que yo formulaba. Cada semana se hablaba de un autor. Empezó con 25 minutos en blanco y negro y dieciséis músicos y acabó con la Orquesta Sinfónica de Televisión Española al pleno, en color y una hora de duración me convertí en una de las caras más populares de España. No podía andar por la calle porque todo el mundo me paraba para pedirme batutas. Algunos de esos niños hoy son directores de orquesta. Le llamamos “la semilla de la batuta” por todos los que se dedicaron a la música a través de ese programa.

Su compromiso con la música española es importantísimo, también con los compositores ¿Qué criterio le merecen nuestros creadores gallegos?
Francamente estoy maravillado. Tuve la oportunidad de asistir en Santiago de Compostela a un concurso de bandas y he podido comprobar la gran evolución que ha habido en Galicia entre los compositores que crean música para estas formaciones. Quiero aprovechar esta oportunidad para hacerlo constar, porque lo he podido vivir en carne propia. Son obras que se publican y que tienen difusión. Bandas valencianas han ganado muchos concursos tocando obras de compositores gallegos, con los que se llevan muchos premios.

¿Y los compositores e intérpretes nacionales?
Ahora mismo hay gran diversidad de estilos y tendencias. Los compositores están mejor preparados, con las nuevas tecnologías, la música electrónica… Al estar veintiún años al frente de la Orquesta de RTE se puede usted imaginar la cantidad de obras que he tenido que estrenar. En cuanto a los intérpretes todos han tocado conmigo: Joaquín Achúcarro en el piano, guitarristas desde Andrés Segovia a Narciso Yepes, cantantes... Ainhoa Arteta tiene un disco conmigo, con Maria José Montiel he hecho muchos conciertos… al igual que con todas las grandes voces españolas.

Me encantaría que me diese su opinión sobre el proyecto que lleva a cabo en Venezuela el Profesor José Antonio Abreu, una verdadera revolución en el panorama musical mundial…
A la vista de los resultados su trabajo me parece extraordinario. Ha conseguido que en un país como Venezuela -con su situación económica- haya salido gente con magníficas condiciones y que lo hacen muy bien!…Grandes directores como Gustavo Dudamel, han salido de allí, y también otros… Ellos son los logros de la cantera del Sr. Abreu. Lo que me parece estupendo.

Es usted para muchos jóvenes que quisieran seguir sus pasos, como el antiguo faro que ahora contemplamos, la Torre de Hércules. ¿Qué les aconsejaría para iluminar su rumbo?
Que hay que tener mucha paciencia y constancia. También condiciones (esas no se pueden comprar). Pero con tesón, interés y entrega… También hay que descubrir aquello para lo que uno tiene talento. Se puede tocar estupendamente el violín o ser un gran director y ser un nefasto pianista (en ese sentido yo admiro a los pianistas porque para mí eso es una montaña inaccesible).

Y ya para terminar, Maestro ¿Merece la pena el sacrificio y esfuerzo que requiere la música?
¡Claro que merece la pena!. Pero tiene que gustar mucho, ser un apasionado y disfrutar haciéndola, porque si no la disfruta uno mismo, difícilmente podrá hacerla disfrutar a los demás.
Dopico, Julia
Dopico, Julia


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