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La Autovía del "Cantábrico"

miércoles, 05 de febrero de 2014
En las clases magistrales que impartía el viejo cacique Manuel Fraga, parece ser que convenció a sus fieles alumnos, algunos de ellos bastante pelotas, diciéndoles que el mar Cantábrico rompía sus olas, ciclogénesis incluídas, en la fértil y querida Terra Cha.

A pie juntillas sus fieles medras políticos, incultos topógrafos y demás fauna servil aceptaron Terra Cha como costa –al igual que aquello de pulpo por animal de compañía- y construyeron la autovía del Cantábrico subiéndola por Mondoñedo, Lindín Abadín hasta llegar a Vilalba, la patria del insigne catedrático, y continuar a Baamonde para enlazar con la N VI.

Así se explicaba la geografía patria y se escribía la historia.
Mientras, la verdadera costa, la que está ahora mismo sufriendo los temporales, como les llamamos toda la vida, se quedó como siempre esperando…Esperando que aquel Corredor prometido se construyera “algún día”.

Los mariñanos, ingenuos nosotros, durante años hemos visto como sus pelotas lo invitaban a cuchipandas-todos los veranos había alguna- y como éstos, habituados al si guana, D. Manuel, aceptaban, ante la mentira y el abuso, un corredor como promesa de futuro que se construiría “algún día”.

Ciertamente, ellos, más pendientes de su tajada personal, no reparaban en que, cuando decía: “Algún día”, el adjetivo era indefinido.

Y llegó su “delfín” Feijoo. No, no es el padre Feijoo, sino otro político de tierra adentro y de la misma camada, que también aprendió del Viejo Profesor el arte de la promesa y de los incumplimientos, y lo que se iba a hacer en determinadas fechas ya pasadas se pospuso con la disculpa de la crisis y demás milongas a las que nos tienen acostumbrados.

Incumplimiento aceptado gracias a unos votantes fieles y muy callados y la apatía de los que debieran exigirlo con más vehemencia.

Lo cierto es que son tan taimados que, llegadas las elecciones, mueven un poco de tierra para ilusionar al personal e incluso le cuentan que ya no paran. No hay como sentarse a esperar para comprobar que, ganadas las elecciones, abandonan todo a su suerte y a esperar una ver más. Pero lo peor no es eso, sino que aquellos, que reclaman como urgente y sumamente necesaria la obra, van a ser los primeros en votarlos, defenderlos y seguramente descalificarnos a los que escribimos esto. Ver para vivir en Galicia.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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