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Tres palabras

lunes, 03 de febrero de 2014
Como en la canción de Osvaldo Farrés, "son tres palabras, solamente...", pero tres palabras mágicas para los que nos gobiernan: Empleo, emprendedores y competitividad.

En tiempos de crisis, y ante la escasez de empleo que tenemos, las soluciones que recomiendan nuestros gobernantes son hacerse emprendedores y ser más competitivos. Es decir, un modelo neoliberal de empresarios y emprendedores, dónde los trabajadores apenas cuentan; vamos, algo así cómo si las cosas se hiciesen solas. Así, la solución al paro, pasaría por reconvertir los parados en emprendedores ávidos de competir y para ello incluso se aprobó una Ley de Emprendedores. Como decía Joseph Ramoneda: "El discurso de los emprendedores es el correlato mediático y educativo de este modelo de Gobierno. El ciudadano como empresario de sí mismo...".

Sin embargo, hasta ahora, se dedicaba demasiado tiempo a estudiar y a trabajar y poco tiempo a emprender; eso lo hacían sólo los más avispados. Habrá pues que emprender algo que no suponga tener que estudiar o trabajar demasiado. O emprender el camino de Alemania.

Antes, el emprendedor solía ser "un obrero con talento". Ahora, en la mayoría de los casos, el emprendedor consiste en alguien que monta un bar o una tienda, o crea una red social o algo similar en Internet que, sobre todo, proporciona beneficio al que la crea, es decir, algo para que trabajen los demás.

De la competitividad, mejor no hablar, porque no siempre se trata de competir con un producto extraordinario, innovador, bien desarrollado, mejor fabricado y asequible, sino de competir bajando los precios a costa de bajar los salarios de los trabajadores o de llevar las fábricas a China, y para ese viaje no hacen falta alforjas. Pero ahí está el Ministerio de Economía y Competitividad.

¿Y qué decir del trabajo? Nada. En el predominante escenario financiero actual, con el FMI, el BCE y la Comisión Europea, marcando el paso, el trabajo es algo tan devaluado que incluso la palabra ha sido retirada del nombre de un ministerio, que pasó a llamarse de Empleo y Seguridad Social. Sin embargo, a la hora de tributar las cosas cambian, y las rentas del trabajo medias y bajas soportan el 90 % de la presión fiscal, mientras que las del capital contribuyen únicamente con el 10 % restante.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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