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O Nadal en Begonte

martes, 10 de diciembre de 2013
O pasado sábado abríuse en Begonte a tempada do Nadal (7-12-2013 a 25-01-2014), co Pregón do avogado vilalbés en Madrid, Domingo Goás Chao.

Velaquí o texto deste Pregón que inaugura a XLII edición do Belén Electrónico de Begonte, do Museo do Belén, Exposición "Manuel Rodríguez López" e das restantes actividades culturais deste importante conxunto de actividades relixiosas, culturais e sociais.O Nadal en Begonte



EN BEGONTE

Reverendo Señor Párroco de Begonte. Con la venia.
Para un chairego ainda que leve sesenta e seis longos anos fora da sua terra e unha grande honra ter a oportunidade de louvar un contacto co as suas xentes e as suas costumes. Un verdadeiro premio.

Alá polos anos 48/49, primeira metade do seculo derradeiro, vivín a feliz coiuntura de asistir a primeira misa do neosacerdote Pepe Domínguez Guizán gran amigo da familia e na referida data sucederon duas lediciosas anécdotas. Foi unha delas a de que con trece o catorce anos os postres do convite como de boda entre o presbítero e a Igrexa houben de ler unas verbas que daquela me escribeu supoño que miña nai en prez e lor do misacantano e a segunda, consisteu en que inadvertidamente o servir un peixe, a salsa que portaba a vasela dende a que aquel se repartía os comensais regou xenerosamente un lombo da miña americana. Tratouse por tanto dun convite pasado por salsa.

Pasaron anos e por rara xustiza do azar, coincidindo cunha das xuntanzas que procuraba facerlle a miña nai houben de compartir a door do pasamento do amigo Pepe co a sua irmá Milagros e seu irmao Xesús, éste felizmente presente xa que hoxe sofrimos e choramos a recente ausencia da augusta Milagros que non puido agardar a esta celebración .

Eternas lembranzas que axeitan o ánimo dun vello como imos sendo
alguns.
O Nadal en Begonte

PREGÓN

Resultaba obligado iniciar estas palabras con mi fervoroso y emocionado recuerdo al creador de este ya universalmente conocido Belén de Begonte al que debemos añadir hoy el de su hermana Milagros. Y de inmediato es no menos exigido recordar a los ilustres, doctos y sabios predecesores en esta homilía que demanda un rigor y una preparación más sólida y profunda de la que mis modestos conocimientos alcanzan y que trataré de compensar con la mejor voluntad e interés sin falsas modestias.

Belén. Un Belén. El Belén de Begonte.

Resulta infantil la pregunta. ¿Qué es Belén? Ya menos infantil la de ¿qué significa Belén? y, en cambio parece más profunda la de ¿qué trajo consigo y aportó Belén al cabo de dos mil años?

Si acierto a responder a las tres interrogantes me daré por satisfecho y espero que ustedes aunque ya conozcan las respuestas quedarán al menos con la sensación de que alguna idea del tema si no nueva, quizá distinta, podremos echarnos al talego.

Belén es sabido una ciudad del Estado de Israel creado en Palestina en 1948 e históricamente un pueblo del antiguo reino de Judea de los tiempos de Saúl, David y Salomón donde hoy conviven más o menos pacíficamente judíos y palestinos en cuanto a razas y nacionalidades y cristianos, islamitas y naturalmente judíos en cuanto a religiones se refiere. Eso es simple y llanamente Belén.

¿Qué significa Belén? Para la religión cristiana no ofrece duda que, de modo accidental, fue el lugar de nacimiento de un niño llamado Enmanuel.

Como nos señalan, en el Evangelio Mateo en su capítulo I, versículos 18 a 25 ambos inclusive y Lucas en el capítulo dos del suyo, este último más explícito “aconteció pues en los días aquellos que salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo. José subió de Galilea de la Ciudad de Nazaret, a Judea a la Ciudad de David, que se llama Belén por ser él de la casa y de la familia de David para empadronarse con María su esposa que estaba encinta. Estando allí se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre por no haber sitio para ellos en el mesón”.

Fue denominado como el Rabino de Nazareth, es decir, Maestro de las leyes talmúdica y mosaica y entonces aquel joven Enmanuel ya se conoció como Jesús de Nazareth.

También alude a Él Juan su discípulo cuando dice que “el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Con lo expresado ya hemos contestado a la segunda interrogante. Ya sabemos que trajo consigo Belén. Respuesta pueril diréis pues lo oído es del consentimiento universal. Está todo escrito.

Vamos a tratar de responder ahora a la tercera pregunta. ¿Qué nos dejó Belén al cabo de dos mil años de historia de la humanidad? ¿Significa algo más Belén? Aunque quizá un teólogo pudiera dar alguna mejor idea, nuestra osadía va a tratar de añadir otras. Aquel niño nazareno, nacido accidentalmente en Belén, fue proclamado Hijo de Dios, Rey de Israel y no nacido de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de la razón, sino concebido por la gracia del Espíritu. Así, dice el Evangelio que Él conocía lo que en el hombre había.

Todos conocemos más o menos en detalle el Evangelio pero entiendo que hay en él algunos puntos de interés especial que nos ha legado el niño de Belén.

Para mí la primera luz que arroja el Portal de Belén es la idea de que la pobreza es algo en lo que hay que parar la mente pues es obligado tenerla presente para mediante la solidaridad ayudar a desterrarla y la mejor manera no es precisamente la farsa del estado de bienestar.

La pobreza es una de las virtudes que mas dignifica al ser humano. Basta recordar la frase “Bienaventurados los pobres de espíritu…”.

Para llegar a otras conclusiones del legado del nacimiento de Belén,
habremos de remontarnos al Génesis, y allí observamos que ya en su inicio aparecen las dos mayores lacras de la humanidad. Es la primera la soberbia y la segunda la mentira. La soberbia, el ansia de autoegolatrizarse, el perenne ejercicio de la declinación latina en todos sus casos: ego, mei, mihi, me…yo, de mí, para mí, a mí, es expresión y hecho que llena la vida de cantidad de personas y las convierte en los grandes depredadores de la humanidad. El ego freudiano. No en vano decía el filósofo Hobbes que el hombre era un lobo para el hombre. Y para justificar sus atrocidades se acompaña de la mentira que ya lo decía un experimentado trapacero como Göbels “una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad”.

Ambas lacras, pecados en el lenguaje religioso, son las causas más directas y contundentes de la falta de libertad.

De ahí el básico apotegma que nos enseña el nacido en Belén: La verdad os hará libres.

Si la vida constituye el primer derecho y don del ser humano, la libertad es el bien inmediatamente más preciado. Por eso el ser humano que deja, abandona, renuncia a la libertad se convierte en un esclavo, en un desecho social que arrastra la indignidad como pústula hedionda de su vida.

La verdad entendida como enemiga de la mentira, ha de ser como la denuncia permanente de la perversión, de la corrupción, de la miseria moral que invade la sociedad.

Después el niño de Belén en su prédica sitúa como base de su paso por la tierra el amor. Es el amor la esencia de la vida humana. Si los diez mandamientos mosaicos los redujo a dos, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, esta enfatizando el dicho de que no quieras para otro lo que no quieras para ti. La caridad, la justicia, la piedad, la misericordia…,¡cómo nos suenan tan bellas locuciones al oído! Pero en la práctica…

El tercer bastión de la doctrina cristiana es el perdón. Recordemos el pasaje evangélico de la adúltera que según la ley de Moisés entonces y la islámica aún en la actualidad condena a morir apedreada.

-¡Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra!

-Mujer nadie te ha condenado. Yo tampoco.

Ya en la cruz, la impetración al Padre

-¡Perdónalos Señor, que no saben lo que hacen!

Como último punto a considerar quiero destacar algo que en la vida real parece ser objeto de olvido y que es consecuencia de la primera lección. Si la verdad nos hace libres, ¿por qué abdicamos cobardemente de emplearla cuando se precisa?

El Rabino Jesús de Nazaret nacido en Belén fue muy claro cuando afirmó que había que dar al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios. Contundente con los escribas y fariseos de los que decía que deseaban que el pueblo hiciese lo que ellos decían pero no lo que hacían. Casi violento cuando expulsa a los mercaderes del templo por tratarse de una casa de oración y haberlo convertido aquellos en cueva de ladrones. Definitivo cuando aseveró que él había venido a traer fuego a la tierra. No es precisamente para presumir de valiente, afrontar realidades cuya abdicación o lenidad arrastran a la pérdida de la dignidad humana.

Demos una discreta ojeada por la sociedad en la que vivimos. Gobiernos que encastrados en la mentira y en la superchería como modus operandi tienen adormecida a una sociedad lasa, pero conformista, indolente aunque con amagos de protesta casi siempre sectarios y no objetivos, sin convicciones quizá por falta de cultura e interés en adquirirla, buenista creyendo que de ese modo obtendrá réditos de ajena complacencia. Hemos creído que llegábamos al Nirvana del Siddartha y no nos damos cuenta, porque no nos da la gana, de que entregamos nuestra libertad y lo que aún es peor la verdad que nos ha sido dada como gracia natural mientras seguimos creyendo que vivimos mejor.

Modestamente yo pienso que eso no es así. Ante este Belén indicador de valores cuales la verdad, la libertad, el amor y el perdón, con sus noches de paz, tenemos obligación de plantearnos como nos indica un antropólogo jesuita, que cuando filósofos actuales hablan de despotismo blando en nuestras sociedades detectan un mal en el que somos más parecidos que distintos de quienes vivieron y colaboraron con regímenes totalitarios.

Captan un fenómeno quizá abrazado a la apatía del no pensar, del no participar, de no hacerse preguntas sobre la marcha de lo público, de padecer, en fin, sin rechistar las políticas realizadas en nombre de masas amorfas despersonalizadas.

En estos momentos en España podemos encuadrarnos en el despotismo invisible con sensación de libertad que da a luz al individualismo posesivo como evolucionada nueva idea de la libertad que es básicamente económica. También hay quien considera la ciudadanía impotente e incesantemente girando en busca de pequeños y vulgares placeres con los que contentan su alma pero sin moverse de su sitio aceptando el despotismo. Y sobre el de futuro se vaticina que será más amplio y más benigno pero que degradará a los hombres sin atormentarlos. Aunque no se parecerá nada al que lo precedió no por ello será menos terrible.

En Belén dicen los clásicos: Un niño ha nacido entre nosotros. ¿Qué nos pide a la vista de su ejemplo? ¿Quizá que no olvidemos a las vidas que sobran por estar excluidas de un mundo en quiebra? A esas vidas de los excluidos sociales amenazadas por la insuficiencia de recursos, por la vulnerabilidad de sus tejidos relacionales y por la precariedad de sus dinamismos vitales las condena la persistencia de la desigualdad social cuyo buque insignia lo constituye el desempleo, en especial el de larga duración, el juvenil y las nuevas formas de pobreza económica así como la segregación de las formas familiares y la impotencia personal que cristaliza en las ideologías de lo inevitable, el debilitamiento de la cultura popular y sobre todo los nuevos procesos de socialización.

Al viejo y persistente rostro del empobrecimiento como insuficiencia de ingresos hemos de añadirle la ruptura de los vínculos sociales y la precariedad de los significados. Son los tres rostros de una misma realidad. La marginación es hoy el resultado de una triple ruptura, la económica, la social y la vital.

¡Belén de Begonte! Albricias y augurios. ¡Qué la llama encendida hace ya muchos años por José Domínguez Guizán de grata memoria, basada en el amor y en la paz mantenidos por la Verdad que nos hace libres siga ultrapasando fronteras y consiga que el mensaje que emite sea entendido y practicado por la humanidad!

Con el fervoroso recuerdo a la imprevista ausente Milagros que en paz descanse solo me resta concluir diciendo no solo amén, sino que ¡Así sea!.

Begonte-Lugo 07.12.2013
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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