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Navidad sin nuestros seres queridos

Aurensanz, María Eugenia - viernes, 06 de diciembre de 2013
Navidades sin nuestros seres queridos fallecidos

Hace unos días, Sara me pidió que hablara sobre cómo podemos vivir la Navidad cuando se ha perdido un ser querido.

La muerte de un ser querido siempre deja huella, cicatrices y heridas, independientemente de la época del año en la que estemos. Existen fechas más complicadas, en las que los recuerdos, las emociones y sentimientos se agolpan y estrujan al corazón. Todos las conocemos, aniversarios, cumpleaños, vacaciones, Navidades...

No hay una regla que diga cómo tenemos que vivir estos días tan especiales. Afrontar estas fechas va a depender mucho de nuestro estado de ánimo, de cómo estemos llevando el duelo, del apego que sintamos hacia nuestros seres queridos; y también, de la personalidad y carácter que tenía nuestro familiar. Por ejemplo, si era una persona divertida que contaba chistes o historias, al recordarlo seguro que sonreímos.

Nuestros seres queridos están en otro plano, en el que el amor lo es todo. Los sentimientos y emociones están vinculadas al amor, a la tranquilidad, a la paz y la calma. Ellos no viven como nosotros los sentimientos a flor de piel. Simplemente, aman y comprenden. Es mucho más sencillo para ellos que para nosotros. No se enfadan si colocamos o no un plato en su sitio en la mesa de Navidad, ni si lloramos o reímos recordando su ausencia. Ellos cantaran si cantamos, reirán si reímos, y nos consolaran cuando lloremos.

Vivir la Navidad sin la presencia de nuestros seres queridos puede ser duro. Podemos hacerles un pequeño homenaje y recordar su alegría, su risa, su presencia si pensamos en ellos, en cómo la vivían, en cómo disfrutaban de ella. Eso no significa que no lloremos o nos duela. No hay que forzar nada, ni tampoco disimular por los demás. Cada uno de nosotros vive la muerte de sus seres queridos de manera distinta. Ninguna es mejor o peor, es diferente. Algunos prefieren no hablar de ello, porque les duele; otros en cambio, necesitan hacerlo, porque necesitan sacar su dolor.

Podemos vivir la Navidad, recordándoles, sintiéndoles, hablándoles desde el corazón. Quién le apetezca puede encender una vela, poner un disco que les gustara, escuchar su canción o villancico preferido. También podemos estar en silencio, poner una foto suya que nos guste, llevar su jersey favorito. Todo ello es por y para nosotros. Ellos no lo necesitan; saben que les llevamos en el corazón, que están en nosotros, en nuestros pensamientos, no necesitan nada más que eso. Saberse amados y queridos.

No debemos olvidar que la vida sigue, que tenemos un camino que continuar aquí en la tierra a pesar de su marcha y que ellos, nuestros seres queridos, quieren y desean vernos felices. Nos ayudan con su amor a que lo consigamos, velando y cuidando de nosotros. Son amor, son luz y si abrimos el corazón sentiremos con fuerza su presencia a nuestro lado.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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