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Pablo Crespo, el hombre del maletín

sábado, 09 de noviembre de 2013
Conocí más a su padre, Manuel Crespo Alfaya, veterano del Movimiento e influyente político pontevedrés en la dictadura de Franco; era una estupenda persona que no hizo daño a nadie en una época en la que eso –hacer daño- era casi normal por parte de la, entonces sí, “clase” política.

A mí, Manolo Crespo, me pareció siempre gente honesta que le tocó vivir entre golfos; y su recuerdo en la Pontevedra de los años sesenta es el de un hombre muy agradable. Si hoy levantara la cabeza seguro que volvería a la tumba escandalizado por los pelotazos de algunos de sus correligionarios que buscaron refugio, allá por los setenta, bajo el paraguas de la Democracia.

Porque hay muchos políticos en esta Galicia que siempre viven “cara al sol” aunque este sea el país de la lluvia.

Pablito Crespo, hijo de Manolo, es un enchufado más del postfranquismo, heredero de un puesto político como otros muchos que aún son políticos por herencia. Conoció a Pepe Cuiña y se cayeron bien, muy bien. Hasta el punto de que el secretario general del PP gallego con Fraga de presidente, le nombró secretario de organización.

Bajo ese cargo se escondía entonces, no sé si ocurre lo mismo ahora, el hombre que recibía los numerosos maletines que llegaban a las oficinas con mucho o poco dinero, el suficiente no solo para pagar las campañas electorales sino también las fastuosas sedes que los partidos mantienen abiertas en todo el país, con miles de empleados; y por supuesto los sobresueldos de los líderes políticos que se disfrazan como “dietas”, aunque las facturas de viajes, hoteles y comidas se les paguen aparte, claro.

Yo conocí en Galicia a tres recaudadores y todos ellos gozaron siempre de un excelente nivel de vida. Uno llegó a confesarme el método de recaudación y lo de algún empresario tremendamente decepcionado porque “la obra que le habían adjudicado tenía menos beneficio que la donación”. Había ocurrido algo que se daba con mucha frecuencia, sobre todo cuando el descontrol era total y los golfos andaban por el medio: en el trayecto entre el empresario y la sede del partido se perdieron cinco de los diez millones de pesetas que el donante había dado “generosamente” para la formación política.

Pablo Crespo contó el domingo a Jordi Evolé lo que podría contar cualquier secretario de organización de cualquier partido político con mando en plaza: que los empresarios corrompen y que los corruptos crecen, en las instituciones y empresas públicas, como las setas en el bosque. Y esto es consecuencia de los excesos cometidos por los partidos en campañas, sedes, empleados y sueldos… Porque las cuentas no cuadraron nunca y eso lo han dicho y repetido hasta la saciedad los tribunales de cuentas estatal y autonómicos.

Estas prácticas fueron habituales y a juzgar por los casos de corrupción abiertos lo siguen siendo. Las conocen los que “se mesan la barba” –frase afortunada de Crespo, en la noche del domingo-; los militantes más significados; los jueces y abogados; la policía; los periodistas de investigación…

Lo que contó Pablo Crespo en “Salvados” es vox pópuli… pero nadie se atreve a declarar sus experiencias por miedo. El mismo Pablo dijo que si él hablaba tan claramente es porque…

—- ¡Estamos fulminados!

Yo tengo un método que con mucho gusto pongo a disposición de las diferentes fiscalías del Estado: que ordenen a la policía investigar el patrimonio de los cargos públicos. Los de los alcaldes y los de los consejeros de las comunidades. Los de los directores de las empresas públicas y los de los presidentes de las fundaciones… ¡Seguramente se encontrarían con muchas sorpresas en todas las formaciones políticas y sindicales!

Claro que luego llegarían los abogados del imputado y rechazarían el procesamiento porque le dirían al juez…

—- Señoría… El delito del que se le acusa a mi cliente está prescripto.

¿Conocéis a algún político que esté actualmente en prisión… con la que está cayendo en materia de corrupción?

Pablo Crespo dijo todo pero se calló los nombres… A lo mejor cuando lo condenen por el caso Gürtel nos sorprende con un libro de notas como el de Bárcenas…
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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