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La era del casting

miércoles, 16 de octubre de 2013
¡Qué gran iniciativa la de la alcaldesa madrileña!, y ya lleva unas cuantas, ¡los músicos callejeros de Madrid deberán pasar un casting para poder actuar en la ciudad!

Según manifiesta don David Erguido (Erguido y Crecido, diría yo), portavoz municipal en el asunto, el procedimiento consistirá en que “se realizará una audición para constatar la calidad y el interés de la interpretación y cada aspirante deberá presentar un currículo”. Es de suponer que, a tal efecto, el Ayuntamiento contratará y pagará con dinero público a una empresa privada especializada en audiciones, al frente de la cual estará, sin duda, algún pariente de la alcaldesa o de algún destacado miembro del Partido Popular, para tratar de mantener así la larga tradición nepótica de dicha organización.

La idea, más propia de la España de charanga y pandereta de Machado que de una sociedad democrática madura, es una manifestación más del esperpento protagonizado a diario por una casta política, esencialmente mediocre, con graves dificultades para la expresión oral y para la compresión del lenguaje escrito que, incapaz de hacer frente, con mínimas garantías de éxito, a los graves problemas económicos y sociales que atraviesa el país, se distrae y nos distrae a los demás con ocurrentes juegos florales carentes de la más mínima trascendencia.

Supongo que, una vez constatado el éxito de tan original iniciativa, se aplicará la misma metodología a todos aquellos ciudadanos que malviven en nuestras ciudades gracias a la generosidad de los ciudadanos y pese a la inoperancia de los políticos, comenzando por los mimos, saltimbanquis y, finalmente….las prostitutas, todos ellos ataviados con el impagable diploma y con el íntimo orgullo de haber superado tan denigrante oposición.

Convendría aclararle a la alcaldesa y de paso a la legión de aduladores que la rodean, todos ellos generosa e inútilmente pagados gracias al esfuerzo de los ciudadanos que, tanto aquí en Madrid como en el resto del redil hispánico, el único casting necesario, diría que hasta imprescindible, sería que la señora Botella de Aznar, alcaldesa “non electa” de Madrid por la puerta de atrás, para poder sentirse legitimada en dicho cargo pasara previamente por el higiénico casting democrático de presentarse a unas elecciones, para poder demostrar así, a los madrileños y al resto de los españoles, que el cargo que ocupa debería ser por designación ciudadana y no por extraños apaños palaciegos dentro de su propio partido. Mientras no lo haga, cualquier iniciativa que tome estará bajo la sombra de la usurpación y no de la representación popular.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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