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Vacío, espera, plenitud

miércoles, 16 de octubre de 2013
La muerte, una ruptura, el final de un ciclo, aunque lo vivamos de manera positiva, suele dejar un poso de tristeza, entre otras emociones; y abre un vacío interior, un vértigo que inunda todo a nuestro paso, ya se trate de la mente o del corazón.

El vacío interno puede llegar a ser desolador, lo podemos llegar a entender intelectualmente. Podríamos compararlo con vaciar un armario cuando llega el cambio de estación.Vaciamos, ordenamos, cambiamos y de nuevo, llenamos. Eliminando lo que ya no servía, lo que ya se ha quedado pequeño, viejo, inútil.

Podemos aprovechar el vacío para llenarlo de todo aquello que necesitamos, que nos hace felices, que nos nutre y alimenta. Debemos investigar en nuestro interior con qué llenarlo. Necesitamos dos ingredientes esenciales, amor y luz. Amor hacia nosotros, que después extenderemos a los demás; y luz o claridad para ver, percibir, sentir hacia dónde vamos o queremos ir.

El vacío sólo es una etapa, muchas veces necesaria, para poder orden en nuestra vida, hacer un repaso, saber dónde estamos y qué queremos conseguir. Puede sorprendernos el comprobar que aquello que hace unos años era básico en nuestra vida, que era la meta a lograr, ahora no es más que aire, ha quedado atrás. También podemos alegrarnos al comprobar que hemos superado con creces los propósitos que nos pusimos. Lo que nos recuerda que ha llegado el momento de volver a llenar nuestra vida con nuevas perspectivas, enfoques, metas....

El vacío da paso a la espera. Llega de la mano de la paciencia, del orden, del equilibrio, nos exige calma interior. La diferencia entre lleno y vacío es casi mínima. Nos pasamos la vida llenando y vaciando, equilibrando, armonizando.

Si decidimos vivir el ahora, el instante, podemos elegir nuevamente qué dirección ha de tomar nuestra vida, qué es lo que nos llena, qué debemos disolver o ha quedado obsoleto.

Llenar el vacío con vida, alegría, positividad, esperanza, amor... está en nuestras manos.Tenemos la llave que alberga todas las emociones y sentimientos. Está en nuestras manos la llave que abre todas las puertas. Se trata de ser valientes, de conectar con nuestra esencia, de saber escucharnos, y al hacerlo, descubriremos que llenar el corazón se hace sólo, no requiere grandes esfuerzos, se realiza de manera natural, sencilla y abierta. Porque para llenar sólo necesitamos querer, desear, aceptar, integrar y amar.

Os invito, me invito, a llenar la vida de propósitos que estén alineados con nuestra esencia, con nuestra alma, con nuestro yo, con todo aquello que nos proporcione felicidad interior y fuerzas para superar y vivir con alegría esta vida llena a veces de demasiados obstáculos.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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