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Marcial: Hasta siempre, maestro!

lunes, 14 de octubre de 2013
Marcial: Hasta siempre, maestro! Te has ido, Marcial González Vigo.
Me gustaría escribirte algo bonito. Algo que recordar de nuestras almas gemelas.
Ser la voz de tus cantares. La pluma de tus mesteres y gestas.
Te has ido, Cicerón. Sin ti, maestro, no sé si me hubiera atrevido a seguir escribiendo.

Me gustaría pensar que te has ido a "Novelúa...
Allí se encuentra un Cruceiro de roca granítica junto a la Iglesia románica de San Cristóbal, de la segunda mitad del S.XII, de igual piedra y color.

Aquí, pensando en el Cruceiro,
siento querencia por volver, por regresar,
a aquella maravilla del Camino
lleno de paz y de sosiego,
todo un símbolo.

Allí, junto al Cruceiro,
desnudé mi alma
y se quedó atrapada en el silencio.
Allá, sentada en los escalones del Cruceiro,
sentí celos y deseos.
Celos de su gente, que disfruta cada día del lugar.
Celos de sus muertos, que gozan de esa paz
y de ese gran silencio.
Deseos de quedarme quieta y yacer serenamente, ahí.
Deseos de guardar en mi memoria el secreto de las piedras,
de su alma de piedra, de su recogimiento,
de ese misterioso y sereno altar.
...
Querencia por regresar a esos históricos y preciosos parajes.
Celos de sus bellos y brumosos paisajes que los hacen mágicos.
Deseos de peregrinar... y hacer camino al andar."
(Extracto de mi tercer artículo para GD: "Querencia, celos y deseos", 2008-10-03)  
 
Siempre serás y estarás porque a tus obras editadas me aferro. 
Labrador de palabras que siembras con tinta el huerto de tus hojas.
Narrador de almas de tan bellas parroquias.
Maestro divulgador de las artes.
Luchador hasta el final de tu vida, como tu nombre de pila, Marcial.
 
Siempre a mi lado, maestro 
 
Eres la sombra de mi árbol
Fuerte, erguida,...
Siempre al lado
 
Eres el llanto de un hijo
Reclamador, solícito,...
Siempre en el regazo  
 
Eres la voz de aquel regato
Sonora, viril,...
Siempre ondeando
 
Eres el arrullo de una paloma
Tierno, galante,...
Siempre romántico
 
Eres el mio Cid de tus cantares
Marcial, épico,...
Siempre héroe    
 
Dos rosas blancas yacen en tu urna: la tuya y la mía; la de José y Elena; la de Chema y Lucía; la de Xulio y Mercedes.
Y en tu nicho lleno de flores, una sola palabra: ESCRITOR    
Nos vemos en aquel Cruceiro.

¡Espera! Puede que alguien tal vez nos vea. Bien podría ser Aldán. Quiero que sepa cuánto le quisiste, a él, y a muchos más.
 
Hasta siempre, maestro.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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