Ni uno ni dos ni tres, sino hasta cinco protagonistas quiso incluir Sánchez Arévalo en su última entrega cinematográfica La gran familia española. Si se tratara de una comedia de enredos francesa serían pocos, pero para tratarse de una comedia costumbrista muy a la española, son demasiados. La coralidad de la película le hace un flaco favor al humor, la cohesión y la credibilidad de la historia. Ya sabéis lo que se dice, quien mucho abarca poco aprieta. La sensación de superficialidad de los personajes provoca inevitablemente que no me ponga en su piel y no me identifique con ellos. Sencillamente porque no les conozco. Y con esto no quiero decir que los personajes no muestren sus emociones; sino todo lo contrario, las muestran demasiado. Confiesan cómo se sienten, por qué lloran, cuáles son sus traumas
creando una sensación de artificio alrededor de esta comedia. Y lo pongo entre comillas porque empieza como una comedia pero acaba como un dramón de ponerse a llorar.
Sin duda Sánchez Arévalo ha encontrado su toque maestro en cuanto a dramas se refiere. Con Azuloscurocasinegro y Gordos consigue cautivar. En comedia tampoco andaba desencaminado con Primos. Pero esta nueva tragicomedia no convence. Los referentes son buenos, bebe de la estética indie y del cine francés. Pero parece que estos ingredientes en un guiso español no acaban de cuajar del todo. Los momentos cómicos de la película, la risa en sí misma hace sentir culpable y eso nunca debería suceder. Porque reírse de la humillación no es lo mismo que reírse de la muerte, de la enfermedad. Quizás no estemos preparados todavía para este tipo de humor en España, tan maravillosamente llevado en otros países como Francia. Nada más lejos: Le Skyllab, Intocable o incluso El nombre, donde el nombre de un bebé parece una cuestión de vida o muerte por tener la razón.
Ah! Me había olvidado del partido. La final del mundial ejerce una hegemonía en el tráiler pero acaba siendo un simple accesorio en el film como parte de su simbología, pero no de la trama, lo cual hubiera sido más interesante. Si a esto le sumamos otro recurso audiovisual como la película 7 novias para 7 hermanos, ya tenemos una película plagada de insertos. Pero este último, gracias a Dios, está relacionado con la trama porque forma parte de la sorpresa final (que no voy a desvelar). Solo adelantarles que estalla dos minutos antes del final, lo que provoca consecuencias: no te da tiempo a asimilarlo y tienes que hacer una retrospectiva en tiempo record; justifica en parte el comportamiento de ciertos personajes, pero entiendes aún menos el de otros
Demasiado desconcierto y, sinceramente, de repente, parece que estás viendo una película totalmente diferente. Yo como soy más de Hitchcock. Hubiese preferido desvelar el misterio por la mitad e ir saboreando el suspense entre los personajes durante todo el metraje.
Siempre es más divertido que el público sepa lo que los personajes ignoran. No obstante, Sánchez Arévalo sin duda está hallando su sello propio y se está diferenciando del resto de directores españoles. Se puede percibir también un acercamiento a las corrientes cinematográficas europeas que pueden abrirle muchas puertas en el futuro no sólo a él sino a todo el cine español, lo cual es siempre de agradecer.
