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¡Que se jodan!

viernes, 04 de octubre de 2013
Esta semana ha dado comienzo en la Audiencia Provincial de Castellón, y tras diez años de demoras propiciadas en gran medida por la actitud entorpecedora de dicha Audiencia, el juicio en el que se juzga a don Carlos Fabra, expresidente de la Diputación Provincial castellonense, al que se le imputan los delitos de tráfico de influencias, cohecho y fraude fiscal, todos ellos atributos que adornan la vocación de servicio público de la mayoría de nuestros políticos y que, en el caso particular del señor Fabra alcanzan su máxima expresión; eso sin olvidar el nepotismo, santo y seña del gobernante público hispánico y que en el caso de Fabra ha llevado, sobre las alas de la gaviota popular, a su hija Andrea y a su yerno, Juan José Güemes, a los más altos cargos institucionales.

Que el Presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, haya definido en el pasado a su correligionario de partido, hoy sentado en el banquillo, como “un ciudadano y un político ejemplar” es toda una demostración del nivel y de la exigencia ética que imperan en el Partido Popular y, por añadidura, en toda la casta política española y una preocupante señal de cuales son los verdaderos “valores” que considera el señor Rajoy a la hora de escoger a sus amigos. Esto explica, en cierta manera, la delicada coyuntura en la que se ha visto atrapado el propio Presidente en el asunto de los sobres del “innombrable” Bárcenas.

Este ciudadano y político ejemplar, espejo en el que otrora se miraban los más entusiastas militantes populares, tiene entre sus múltiples logros; además de los supuestos delitos de los que fue acusado por su antiguo amigo, el empresario Vicente Villar; el triste honor de haber malversado cientos de millones de euros en la megalómana fantasía que supuso el Aeropuerto de Castellón, silencioso y patético testigo del criterio autocrático y chulesco con el que este personaje gobernaba el presupuesto de la Diputación.

Después de tantos años de ejercicio político sustentado en la prepotencia, la soberbia, el nepotismo, el tráfico de influencias, etc., tolerados complacientemente por los dirigentes de su partido, han tenido que ser algunos de los pocos jueces que todavía desarrollan dignamente su trabajo, sin arrodillarse a los pies del poder político, los que han tenido que pararle los pies a tan inquietante personaje. Gracias a sus señorías por su inestimable labor y, en lo que atañe al señor Fabra y a todo lo repugnante del ejercicio político que él representa, por mi parte, únicamente recordarle la aportación parlamentaria más importante de su inefable Andrea, ¡Qué se jodan!
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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