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La tradicional sastrería española confecciona a la altura de las mejores del mundo

miércoles, 02 de octubre de 2013
Hace pocos días en una agradable conversación con un heredero y discípulo de uno de los máximos referentes de nuestra sastrería D. Manuel Calvo de Mora, su hijo Alberto, a los que tuve el placer y el honor de conocer en Madrid hace cosa de un año en el primer encuentro del club el Aristócrata de mi estimado Jose María López-Galiacho, le comentaba mis impresiones acerca de la sastrería española.

Lo cual me animó a buscar este momento para plasmarlas en forma de artículo, y como mi pequeño homenaje a nuestra sastrería, que si bien no es considerada la mejor SI que es la más querida y muy poco tiene, en su calidad, que envidiar a ninguna otra. Disfrutaría viéndola continuar creciendo y avanzando con las nuevas tecnologías de marketing de los tiempos actuales.

Mucho he leído acerca de esta y bastante poco sé, desafortunadamente, ya que mi deseo e intención sería conocer al extremo la misma y en primera persona; palpándola, sintiéndola… y hasta trabajándola. Y es aquí quizás donde reside el problema, el desconocimiento para el gran público de este: antiguo, artesano y bello oficio. Problema que seguramente viene por nuestro hispano carácter que no está especialmente ocupado por la imagen del caballero. Aunado a una valoración, en ocasiones, superior que de lo extranjero hacemos, por nuestro complejo histórico y nuestra “débil” labor comercial.

Tenemos unos profesionales punteros a nivel mundial que realizan un producto a la altura de los más diestros; cual aceite puro de oliva virgen extra, oro puro. Pero; ¿lo sabemos vender? ¿lo conocemos? ¿le damos el justo valor?… Sus confecciones son obras de arte: exclusivas, únicas e irrepetibles. Mejoran nuestro físico y se asientan en nosotros como una segunda piel, una joya para casi toda vida. Las generaciones se hacen mayores… y la pregunta es ¿existe, suficiente, relevo?.

A menudo el tema precio es el primer muro como el que nos encontramos, pero ¿valoramos lo que cuesta?, ¿cuesta lo que vale?. Si un traje lleva una serie de horas de un profesional muy cualificado y experto, en torno a 60 h. por unidad, más la materia prima de las telas y otros accesorios, botones, hilos,… amortización de la instalación, impuestos y herramientas, pronto se alcanzan las cantidades de pocos miles de euros y no existe burbuja, como si hemos corroborado que ha estado la más que sobrevalorada construcción, obra civil… y otras “artes”. El presidente de los sastres de España, D. José María Reilló, no son pocas las veces que se ha quejado del gravamen en forma de impuestos que sufre por parte de la administración; y es que así como en otras ocasiones nuestros más altos “empleados” públicos no solo no nos “sirven” sino que sacan todo el beneficio posible del esfuerzo y la valía de sus mejores “clientes”, todos nosotros.

Tampoco me parece sensato dejar de lado la decisiva cuestión económica. El salario medio en España el pasado año fue de 1.350 € mensuales cuando una confección artesanal de un traje normalmente supera esta cantidad, pero tampoco lo es menos que la hipoteca anual que muchos soportamos supera ampliamente el valor de varios trajes. ¿cuestión de prioridades?
Mi humilde y respetuosa opinión es que no se valora el trabajo artesanal en su justa medida. Dos responsabilidades; la del artista -los profesionales de la sastrería- y la del cliente, nosotros. Los primeros porque, siempre, pero si cabe más en este momento, uno debe justificar y defender el precio de lo que ofrece. Y nosotros por no valorar en su ecuánime realidad lo que compramos, es una obra de arte a nuestra única medida y servicio.

Me he hecho eco de las sastrerías italiana, inglesas, francesa… y aquí lo hago de la nuestra. Lo que más he sentido de las primeras es su orgullo y pasión, la defensa a ultranza de su trabajo y satisfacción por sus creaciones. Haciendo una extraordinaria labor de marketing y consiguiendo una fama mundial, en primera persona y hacia el exterior. Creo que estamos en una época en la cual nadie puede permitirse el lujo de esperar a que el cliente venga a nuestro establecimiento para comerciar nuestro producto, sino que tenemos que buscar a nuestro cliente y convencerle para que adquiera nuestro producto y servicio. Porque es el mejor.

En nuestra famosa e internacionalizada gastronomía, vemos que los maestros más vanguardistas muestran hasta el último de los secretos de sus platos, desgranándolo, innovando, fomentando la formación, yendo a cocinar allí donde les demanda, investigando, … el precio es lo último, es la consecuencia natural del coste de la producción. Primero te muestro con pasión que es lo que hago, cómo y con qué medios… y luego te digo lo que tengo que cobrar para seguir existiendo… así, el cliente, valora en lo que invierte. Puede ser una clave, seguro que hay muchas más.

Nuestra querida sastrería puede ser el fiel reflejo de la moda y el cuidado de nuestra imagen masculina; selecta, reducida y no-normalizada. Como los caballeros de nuestro tiempo, pero en clara expansión. El esmero en el cuidado por nuestra imagen no es pauta común lo que tampoco ayuda a la difusión y propagación de este bello, noble y antiquísimo oficio.

He sabido de numerosas críticas por el ostracismo y celo en la custodia de la enseñanza de las nobles artes de la confección por parte nuestros maestros de la tijera y la aguja. Tiempo tendremos de preguntárselo a buen número de maestros que consultaremos, y a los que desde ya invitamos, pero baste decir, que si esto pudo ser una realidad en no pocos otros oficios del pasado para su supervivencia. En la actualidad su desarrollo solo pasa por mostrar y ensañar hasta el último detalle para su justa valoración, enamorar a los nuevos seguidores y educar conciencias. La información -ya- no se puede sino difundir, ahí está el éxito de internet.

Estoy convencido que una de las profesiones con mayor proyección está la de sastre, aunque solo sea como paso y como preparación para otras líneas de producción como son las industriales, las de semi-medida,… y por su poca masificación. Por lo que sería muy útil contar con escuelas de sastrería o formadores ya que solo conocemos; “La confianza” que ofrezcan formación a las nuevas generaciones.

La selecta asociación más importante que representa nuestra sastrería es el selecto “Club de Sastres” cuya admisión se reserva a la élite de la profesión y ha de ser avalada por sus miembros con sus específicas y rigurosas normas.
Y nuestro listado de los sastres y sastrerías españolas reconocidas son;

En Madrid; D. Jose María Reilló, D. Jaime Gallo, D. Gonzalo López Larrainzar, D. Manuel Calvo de Mora, D. Mariano Langa y D. Joaquín Fernandez Prats, D. Luis Enrique, Mariano y Moisés Córdova Velázquez, D. Octavio Hernandez, D. Lander Urquijo, Sastrería Echevarría, Sastrería Yusty, Sastrería Dickens, D. Cecilio Senra Martinez, D. Gregorio Cristóbal, D. Fernando Hervá y D. Alberto Reventun.
En Barcelona;D. Jose María Blasi, Sastrería Santa Eulalia y Sastrería Climent
En Valencia;D. Alfonso López y D. Antonio Puebla
En Sevilla;D. Jose Cañete, D. Francisco O´Kean y D. Fernando Rodríguez Ávila.
En Bilbao;D. Javier de Juana, Sastrería Derby Gardeazabal, Sastrería Cardenal, D. Miguel Lozano y D. Juan Ugarte
En otras capitales;D. Jesús Valiño. Pontevedra, D. Blas Calero. Córdoba, D. Arsenio Suarez. Oviedo, Sres. Fernandez y Veiga (Sherry Kash). Santiago de Compostela, D. Rafael. Soria, D. Arturo Gazo. Zaragoza, D. Rafael Muñoz. Málaga, D. Agustín Rodriguez. Almería, D. Jose Luis Reventún.

Mi casa es vuestra casa, la de todos y os animamos a participar, como entendáis oportuno que mejor os podemos ayudar. A vuestra disposición y sois muy bienvenidos.

www.vestirseporlospies.es
García Bragado, David
García Bragado, David


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