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Centro Gallego de Buenos Aires

martes, 24 de septiembre de 2013
CENTRO GALLEGO DE BUENOS AIRES
(Recapitulando)

Un ciclo con iniciación democrática y final abierto

Aires peninsulares

Como verá amigo lector nuestros silencios nunca son definitivos. Y aunque el acontecer español, por lo general negativo, reclame nuestra atención, el cronista no puede evitar indefinidamente aquellos temas que sensibilizan a las principales organizaciones de la colectividad gallega en tierras argentinas.

En plan de poder optar, determinación que no siempre es posible para el periodismo, resultará más placentero detenerse en los avatares que configuran la vida del CG, que memorizar las conductas denigrantes de ciertos funcionarios del Estado español.

Avenida Belgrano y Pasco

Ingresamos por la puerta que da a esa esquina. Las butacas de la ex galería Díaz Pardo, ahora ocupada por gentes que se acercan en busca de turnos para consulta médica, están casi cubiertas.

Se percibe el movimiento de los buenos tiempos, aunque el cronista no está en condiciones de juzgar, si esta reactivación tiene su reflejo en las arcas del Hospital. Pero se puede detectar a simple vista que algo ha cambiado.

Ya no se debe deambular como sucediera tiempo atrás por un paraje silencioso, donde caminantes desorientados procuraban alguna señal, sobre la presencia del facultativo que velará por su salud.

Ante este paisaje se tornaba poco menos que inevitable retrotraerse a los comienzos de la crisis, y en ella a la primera nota de esta columna en enero de 2012.

Mencionamos entonces, al evaluar la gestión de quienes ganaran las elecciones en agosto de 2010 el término impericia. Tal vez el recuerdo de aquella reflexión y los argumentos en que se apoyaba, nos ayudarían a entender el concepto que hoy nos merecen el desenvolvimiento de la Intervención, y la actitud de las autoridades que fueran desplazadas por decisión judicial.

Trazo de historia

Transcurridos más de 20 años con gobiernos pactados, sin confrontación electoral, y en la práctica, transferido a partir del mes de abril de 2002 el timón del CG a un Patronato, cuyas decisiones en materia de control sanitario y administrativo quedaron supeditadas al “voto de calidad” de la Xunta de Galicia. Las Juntas Directivas fueron cediendo protagonismo, alejándose paulatinamente de las vicisitudes que en lo cotidiano presentaba el quehacer de la institución. De modo tal, que el núcleo dirigente se limitaba a ejercer funciones de órgano de consulta.

Aprovechando las facilidades que ésta situación ofrecía para la aventura, y caído el voto automático para los gallegos residentes en el exterior, desde Santiago de Compostela, sin el menor esbozo de autocrítica por el desempeño de la Fundación oportunamente prohijada, y contando con la anuencia del sector más cercano al PP en las tareas del CG, se intenta, sin resultado positivo, ceder el gerenciamiento del Hospital al Grupo 3A Recoletas. El resto de la historia ha sido reiteradamente debatido.

En principio, luego del rechazo sin previo análisis del plan de salvataje puesto a consideración del Presidente de la XdeG por las autoridades surgidas de los comicios, y la suspensión de aportes para atender compromisos contraídos por la Fundación G-S, desde Galicia se introduce un nuevo factor de incertidumbre entre acreedores presentes y futuros, al decidir unilateralmente su ingreso a la etapa Concursal en los Tribunales argentinos.

(Meses atrás un histórico protagonista del mundillo de las Agrupaciones, que ejerciera la presidencia de la entidad en dos períodos de 4 años. En líneas generales con un respetable desempeño, pero con una visión sobre la vida del CG detenida en la época de su último mandato. Nos sorprende hoy con un desmesurado optimismo sobre el futuro del CG, en tanto desliza en un medio de prensa de la colectividad española, un comentario que tomamos como “gesto de comprensión” hacia el Gobierno gallego, al destacar que se ha hecho cargo de solventar en su totalidad el concurso de acreedores de la Fundación G-S. No queremos omitir opinión sobre lo expuesto en torno a Gobierno(s) que en tanto funcionó la precitada Fundación, los Patronos locales sólo han tenido –en contadas oportunidades- espacios para las “observaciones”. Y si alguna vez ingresaron al terreno de la “confrontación”, los entramados externos e internos vigentes a la sombra del “Voto de Calidad” se encargaron de situarlos en la realidad. La actitud de la X de G es sólo un reconocimiento tardío a las falencias de su gestión. Aunque en algo quizás podamos coincidir en lo que al CG concierne. Los Patronos nominados por las Agrupaciones, por motivos que hoy no nos proponemos examinar, jamás han estado a la altura de sus responsabilidades.)

Al mismo tiempo la imposibilidad de atender con recursos genuinos, obligaciones tales como el pago de sueldos al personal médico y administrativo, estimula la idea de acudir –entre otros- a organismos privados y del Estado argentino, obteniendo finalmente la colaboración del Instituto Nacional de Asociacionismo y Economía Social (INAES).

Y es precisamente la respuesta positiva del mencionado Ente, la que por extraña paradoja origina el comienzo de una crisis, que en pocos meses tendrá severas consecuencias para el funcionamiento institucional del CG.
Orígenes de un litigio evitable

Aclaramos en honor a la verdad que los hechos que determinarían la calidad de las relaciones CG-INAES, no son imputables en su totalidad a una de las partes.

En el transcurso de las gestiones, quienes participaron de las mismas en nombre del CG, recibieron seguridades sobre la ayuda financiera a brindarse, y al mismo tiempo, fueron informados de la presencia de un veedor, que indudablemente asumiría –entre otras- la tarea de verificar el adecuado destino de los fondos que habrían de recibirse.

Por tal razón, decisión Judicial mediante, el Contador Carlos La Blunda, asume como Interventor Co-Administrador en representación del INAES.
¿Cómo entienden las partes (Directivos é Interventor) las modalidades que han de facilitar la naciente cogestión?

Entre quienes llegaron al gobierno del CG por voluntad de sus asociados, sobresale la fidelidad a la idea de representar dignamente dicha voluntad, contra todos los riesgos que ello implicara. Sobre todo, luego de dos décadas de inmovilismo electoral.

Pero indudablemente, estas convicciones no son respaldo suficiente para atender las obligaciones que conlleva, no sólo mantener, sino además mejorar el funcionamiento de la Institución.

Con este panorama como telón de fondo ingresa la Intervención. Lo que debiera suponer la conformación de una mesa de diálogo, integrada por representantes de una Junta Directiva que aguzando su ingenio político entendiera, que en circunstancias como las que atravesaba la entidad, lo importante era “dirigir” y no “prevalecer”.

Aceptando como parte de la normalidad, que no obstante la legitimidad de sus cargos, y la honrosa trayectoria del CG, era impensable prescindir del control del organismo del cual provenían los aportes que apuntalaban su funcionamiento.

Y que además, para quien asume la cogestión, es una tarea poco menos que ineludible tomarse el tiempo necesario para conocer el ámbito en el cual deberá actuar. Consiguientemente, suponer que Carlos La Blunda, sólo sería un espectador rentado de las decisiones emanadas de la Junta Directiva, era, en el más suave de los conceptos, un acto de ingenuidad. Más temprano que tarde su participación en la vida del CG iría tomando mayor relieve.

Se trataba entonces de armonizar una iniciativa global, que partiendo de la Junta o la Intervención, encarara lo que debía suponerse el tránsito hacia la viabilidad económico-financiera del CG y su posterior acceso a la normalidad institucional.

Golpe de gracia a la Política

Nada de lo dicho pudo tomar formas reales. Y el divorcio entre los principales actores condujo a la decisión Judicial que cesó en sus cargos a la directiva del CG.

Por lo imprevisto del hecho, el sector excluido no atinó a dar una respuesta inmediata. Ingresando a un estado de incertidumbre saturado de dudas y vacilaciones, que hasta el presente no ha sido superado. Y en el que los profesionales del Derecho remplazan a los cuadros políticos de las
Agrupaciones.

En esta especie de paso de “tragedia”, hay quienes especulan con la posibilidad de abordar el poder a partir del 31 de marzo de 2014, fecha en la que habrían de cumplirse los plazos judiciales para el cese de la Intervención del CG.

Tal vez haya que procurarles un baño de sensatez, llevándolos a meditar sobre lo sucedido entre la recomposición democrática de agosto de 2010 y nuestros días.

Con el mayor respeto por sus trayectorias, nos atrevemos a formularnos ciertos interrogantes. ¿Hay alguna Agrupación que pueda afrontar sin apoyos internos y externos las demandas –de todo tipo- que reclama el funcionamiento del CG actual?

¿Conservan los cinco fuerzas políticas tradicionales el prestigio, y la capacidad de movilización que otrora distinguiera sus actividades?
¿No es hora de que Agrupaciones e Intervención abandonen la práctica del escarceo, y se aboquen a la elaboración con sosiego y prudencia del Acuerdo que posibilite su normalización, y con ella el paso a una entidad moderna, que sin perder sus esencias gallegas, pueda prestar servicios a nuestros paisanos y al conjunto del pueblo argentino?

Regreso a Galicia

Concluido este pequeño desahogo, esta columna tomará un camino menos agradable del otro lado del Océano. Difícil, cubierto de interrogantes, y con perspectivas que muestran más sombras que claridad. Sin embargo hay gentes que no se resignan a padecer indefinidamente las estrategias del poder financiero, y alientan la esperanza de cambiar esa realidad. Cuando retornamos a estas tierras nos preguntamos ¿será posible que ante dificultades infinitamente menores no hallemos las formas para intentar resolverlas?
Montes, Xoaquín
Montes, Xoaquín


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