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Destrucción de armas químicas

viernes, 20 de septiembre de 2013
Puertas afuera

UN AVANCE: EL PACTO DE DESTRUCCIÓN DE ARMAS QUÍMICAS


EEUU y Rusia han alcanzado en Ginebra un acuerdo prometedor:
la destrucción del arsenal de las armas químicas sirias lo antes
posible y de forma segura. Un paso adelante inesperado, un jalón en las
relaciones internacionales.

Se trata de un logro que debe señalarse con una piedra blanca en los
anales de los dos países que se reparten el mundo, recuerda - aunque
e menor escala naturalmente- al éxito de las conversaciones SALT de
1972 que pusieron fin a la Guerra Fría ya que tales armas de destrucción
masiva han alcanzado una gran peligrosidad potencial. El mundo es
un lugar mejor tras esta entente en la cumbre quefomenta el
entendimiento - aunque sea a regañadientes - y la concordia entre ambos
bloques.

Los artífices materiales del nuevo pacto fueron el secretario de
Estado norteamericano, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergéi
Labrob, pero los presidentes Vladimir Putin y Barack Obama deben
ser considerados como verdaderos demiurgos del histórico convenio
del que pocos hablaban por creerlo algo utópico y no de actualidad.

Además, los negociadores no han dejado ningún cabo suelto en sus seis
puntos y apartados: urgencia en la aplicación de los términos en que se
han puesto de acuerdo,presencia ya en noviembre de inspectores
internacionales para contrastarlo, lista completa del arsenal químico,
supervisión inmediata y destrucción de todas las armas químicas de la
santabárbara siria el año que viene, a mediados de 2014.

De resultas, el que ya parecía inminente bombardeo de castigo a Siria
con misiles se paralizó, pero las espadas quedaron en alto, como suele
decirse en lenguaje periodístico en estos casos, y de no cumplirse el
acuerdo, se aplicará el artículo de la Carta de las Naciones Unidas
que preconiza el uso de la fuerza si lo autoriza el Consejo de Seguridad,
según quedó consignado severamente en el texto consensuado el 14 de
septiembre pasado.

PROLEGÓMENOS DE LA CONCERTACIÓN

No parecía cosa fácil, las posiciones permanecian muy alejadas.
Recordemos la dificultad de lo que estaba en juego. Empecemos por
los protagonitas.

Un Papa apaciguador que hacía declaraciones cabales sobre
la guerra civil de Siria causante ya de más de cien mil muertos
en dos años y medio, que se dice pronto. Un dictador sanguinario
que desencadenó la represión contra su propio pueblo, Bachar el
Asad, reo de" crímenes contra la humanidad" según la ONU pero
dispuesto ahora a firmar una Convención sobre las aterradoras
Armas Químicas. Un prematuro premio Nobel de la Paz, Barack
Obama, tentado primero por la intervención militar en Siria casi
en solitario para asentar su liderazgo nundial pero que, después,
sopesando el paso que iba a dar, decide afortunadamente agotar la
negociación, lo que acabó por dar sus frutos. Un poderoso autócrata
que curiosamente toma conciencia contra la proliferación de las
amenazadoras armas tras años de silencio hipócrita, Vladimir Putin. Un
secretario general de la ONU que denunciaba la existencia de tales
armas pero no a los países que las poseían por un prurito de
imparcialidad y de fiel de la balanza: Ban Ki-moon.

Tal era, grosso modo, la compleja e inestable situación global en la que
se vislumbra ahora una señal de esperanza con el acuerdo alcanzado
sobre la destrucción de armas químicas.

El Pontífice argentino había enviado hace poco una vibrante carta al
presidente Putin y a los líderes del G-20 reunidos en San
Petersburgo pidiéndoles que abandonaran "cualquier pretensión
de una solución militar" en el conficto de Siria. Jorge Mario
Bergoglio calificaba sin ambages esta contienda fratricida de "inútil
masacre", abogaba por una salida negociada, que ya está en marcha
(aunque sea trabajosamente) y desplegaba una gran actividad
conciliadora. Quizá esta vez las inexistentes "divisiones del Papa"
a las que se refería sarcásticamente Stalin durante la Segunda Guerra
Mundial se hayan tenido en cuenta. Ante la barbarie desencadenada y
el sacrificio de millones de vidas inocentes provocado por las Fuerzas
Armadas Sirias y por los llamados rebeldes del Ejército Libre Sirio
ayudados por Occidente, el papa Francisco "tenía más razón que un
santo", como se dice en términos coloquiales.

TEMIBLE GAS SARIN

¿Qué armas son éstas? Ni cañones ni aviones, ni carros de combate
al uso sino productos y sustancias químicas. Pero matan, hieren
o afectan letalmente al sistema nervioso, no son explosivas sino
contaminantes. Entre la variedad de este armamento químico o biológico,
se halla, por ejemplo, el gas mostaza, el Bacillus anthracis,
conocido por el nombre sobrecogedor de antrax o el temible gas sarín
de cuya utilización se acusa al gobierno de Bachar el Asad.

La convención sobre Armas Químicas de 1993, aprobada en la
Asamblea General de la ONU, firmada por 190 países, define
y proscribe la producción y almacenamiento de talesmortíferas armas.
Siria, por presión de Vladimir Putin, acaba justo de adherirse a ella estos díaspasados en un desesperado intento por volver aser aceptada por la comunidad internacional. Pero quizá sea demasiado tarde. Las Naciones Unidas no las tienen todas consigo respecto a Damasco ya que hasta ahora negó siempre cínicamente, por activa y por pasiva, disponer de gases tóxicos en su arsenal bélico.

En resumidas cuentas, el duunvirato que rige el mundo ha funcionado
a fortiori a aunque sea trancas y barrancas una vez más. Washington y
Moscú han dado un paso en la buena dirección. Un alivio
bienvenido e inesperado.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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