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Se apagaron los flashes

lunes, 09 de septiembre de 2013
El sueño olímpico madrileño tuvo el pasado sábado un triste despertar, cuando los miembros del COI rechazaron, por tercera vez y en la primera votación, la pretensión olímpica de la capital de España.

Superado el desencanto inicial, es el momento de reflexionar acerca de los posibles motivos que han movido a los controvertidos miembros del COI a desechar una candidatura que, según presumían todos los implicados, parecía ser la que ofrecía más garantías de cara a la elección y entre esos motivos destacaría los siguientes:

El primero es que el movimiento olímpico; mejor o peor representado por los actuales miembros del COI, cuya composición el altamente controvertida; con todo lo que representa de exaltación de los valores deportivos: nobleza, esfuerzo, juego limpio, afán de superación, etc., tiene bien poco que ver con los valores, o más bien con la ausencia de los mismos, que imperan en toda la administración española; una administración que aspira a organizar grandes fastos deportivos, sin ruborizarse, mientras se esmera en recortar en todos los servicios básicos de los ciudadanos, tales como la Educación o la Sanidad.

Difícilmente, los miembros del COI podían confiar la organización de unos Juegos a un país en el que los ciudadanos, por múltiples motivos sobradamente conocidos por todos, no confían en sus dirigentes, en el que las noticias más relevantes protagonizadas por éstos están siempre relacionadas con el despotismo y la corrupción política y cuyas instituciones están absolutamente desacreditadas entre la población. Un país que no se avergüenza de pretender organizar una olimpiada, mientras descuida la promoción y la protección del deporte base como cultura nacional, hasta el punto de que multitud de deportistas de disciplinas minoritarias, ante el abandono administrativo que padecen, se ven obligados a pagar de su propio bolsillo el material, los desplazamientos y el alojamiento, cuando acuden a competiciones en las que representan a nuestro país.

Por otra parte, resulta difícil concebir que el COI pueda delegar la organización de tal evento deportivo a una ciudad, Madrid, cuya primera autoridad ha accedido al cargo por vía parenteral y por la puerta trasera, en la que si por algo destaca es por elevar al grado sumo la política de recortes sociales preconizada por el Gobierno de la Nación, hasta el punto de castigar la miseria de los ciudadanos, provocada por ese mismo gobierno, muchos de ellos obligados a buscar alimentos en los contenedores de la basura, con multas abusivas y despóticas, tan grotescas para la más mínima concepción humanitaria de la vida, como injustas para los que viven esa tragedia social.

Todos ellos motivos más que suficientes para que los miembros del COI no confiaran ni en la solvencia de Madrid ni de España para adjudicarle la organización de tal acontecimiento deportivo, lo que llevó a nuestra candidatura a que, tras los ecos de la primera votación, despertara del encantamiento general, para despertar en la más cruda realidad, reflejada en el espejo de nuestras miserias. Se apagaron los flashes de nuestra ilusión y quedamos de nuevo sumidos en esta larga noche de frustración colectiva por la que, sin esperanza, transitamos.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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