Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Fecha para morir

viernes, 09 de agosto de 2013
Una duda,: uno cuando nace tiene su dia y su hora de morir eso esta escrito.. yo creo que eso nadie lo sabe solamente Dios o los que se quitan la vida con sus propias manos. Es asi o ellos lo disponen porque nadie sabe el dia ni la hora de su muerte, solamente el creador.

La respuesta es sencilla. Todos tenemos una fecha de nacimiento y otra para morir. Todos celebramos nuestro cumpleaños, ya que sabemos el día en que nacimos. En cambio, la de la muerte no la conocemos. Algunos lamas y personas muy elevadas energética y vibracionalmente, si suelen saberla. Consideran que es positivo para ellos, ya que de esta manera, saben el tiempo que disponen para realizar su misión en esta vida. Suelen asombrarse cuando decimos que nosotros no queramos conocerla.

Todos tenemos una fecha para morir. Nadie se va antes de tiempo. Incluidas las personas que han muerto trágicamente, accidentalmente, por errores médicos, por falta de recursos, suicidios, etc.

He escuchado muchas veces, en consulta, explicar a los seres que han muerto, que se han ido en el momento adecuado, ni antes, ni después. Suele costar entenderlo, y más cuando sabemos que tenían planes, una vida feliz, amaban a su familia, etc.

Nos marchamos, morimos, cuando tenemos que hacerlo. Cuando ya hemos realizado nuestra misión en la vida. Algunas personas opinan que también cuando no queda ya tiempo material para poder realizarla. Por mi experiencia, hasta ahora, ya sea en personas que se han suicidado, muerto en accidentes, asesinados o por muerte natural, siempre han contado que se han muerto cuando debían y que todo era correcto.

La misma forma de morir, puede ser la misión que venían a cumplir. Un asesinato, una muerte provocada por una enfermedad incurable o de difícil tratamiento, un error médico, un suicidio, pueden ser la propia misión. Su forma de morir, impacta, no deja indiferente a nadie, normalmente a la familia y al entorno cercano; otras veces, el impacto llega a toda la sociedad.

Vamos a los ejemplos. Si tengo que morir, un día determinado, va a dar igual que sea durmiendo en la cama, en un incendio, de una enfermedad, de un atropello, etc. Moriré a la hora en que me toque. Me gustaría que fuera de manera natural, pero desconozco cómo será.

Imaginemos que me toca morir mañana a las 16.00. Puede ser que si estoy en la playa, pueda ahogarme, me dé un infarto, un aneurisma o me atropelle alguien. Si estoy en la cama, durmiendo la siesta, me moriré descansando.

Cuando las muertes son impactantes, y conllevan un transfondo de lucha, de errores judiciales, médicos, burocráticos, sanitarios, etc, podríamos hablar de muertes con una misión. ¿Cuál? Podrían ser varias, las de luchar por una mejora de las carreteras, la de dar a conocer un hecho, una enfermedad, la de implicarse en una lucha o mejora social, la denuncia de maltratos, de leyes injustas, etc. Una muerte, una persona, puede llegar a convertirse en el abanderado de una misión. Como alma escoge vivirla y así ayudarnos a abrir los ojos a una nueva realidad, ya sea a nivel individual como colectivo.

Una muerte puede ser para quien fallece, cumplir su misión, pero para los que quedamos puede que sea el comienzo de la nuestra. Si ha sido por un error, la de lograr que se repare o se haga público lo ocurrido, luchar para que no se vuelva a repetir.

La muerte nos llega a todos. No sabemos de qué manera moriremos, pero podemos atisbar qué muertes producen una reacción determinada en nosotros, un click interno que hace que pensemos, recapacitemos, reafirmemos en nuestras creencias o reneguemos de ellas. Todo es correcto.

La muerte y la vida, van unidas. Una es el comienzo y otra el final. Para la vida, la muerte es el final, y tras la muerte, comienza otra nueva vida. Con cada muerte, con cada nacimiento, tenemos nuevas oportunidades de conocernos, de seguir aprendiendo y evolucionando. Como seres, viviremos y moriremos de acuerdo a lo que elegimos y necesitamos experimentar al nacer. No debemos olvidar que somos eternos, pues nuestras almas lo son. Viviremos tantas vidas y muertes, como elijamos y deseemos.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES