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A petición propia

jueves, 01 de agosto de 2013
El Presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, con más resignación que entusiasmo, ha aceptado por fin comparecer en el Parlamento por el caso del “impronunciable” entre las filas peperas, don Luis Bárcenas, y lo hace, después de haberse negado por activa y por pasiva, “a petición propia”, extraña forma de referirse a una obligación democrática de cualquier mandatario público, cual es la de dar cuantas explicaciones sean necesarias ante casos tan turbios como el del citado Bárcenas y sus posibles cómplices dentro del Partido Popular, que arrojan preocupantes sombras sobre su propia conducta, sobre la de muchos miembros de su gabinete y sobre la financiación de su partido y que atañen al conjunto de los ciudadanos y ante el cuál don Mariano hizo lo imposible por evitar dar las obligadas explicaciones.

Lo hace, según dice, a petición propia, pero tras haber sido casi arrastrado por las orejas después de que tirios y troyanos; la totalidad de la oposición política, lo más relevante de la prensa internacional y una gran parte de los líderes europeos y de los barones de su propio partido; se hayan pronunciado públicamente para que dé un paso al frente y aclare cuanto haya que aclarar en tan turbio asunto.

Según se predica en algunos países latinoamericanos, el hacer las cosas bien y en plazo es propio de pendejos, maricas y extranjeros y, ¡faltaría más!, ninguno de tales apelativos podría ser aplicado a tan sensato y comedido personaje, cual es el señor Rajoy. No obstante, deberían reconocer, tanto en el Gobierno como en el Partido Popular, que su presidente ha desperdiciado una ocasión única para reivindicarse, como persona y como hombre de estado, al no afrontar semejante asunto de una forma directa y precoz, antes de que el asunto adquiriera su dimensión actual, lo que despejaría muchas de las sombras de duda que ahora difícilmente podrán ser aclaradas por muchas explicaciones que pueda darnos en su esperada comparecencia.

Llega, por tanto, la comparecencia parlamentaria de don Mariano, tarde mal y a rastras, a destiempo, fuera de plazo, después de haber intentado tapar el asunto de todas las formas posibles y con la convicción, que ya ha calado entre la ciudadanía, de que la financiación de su partido se ha producido de una forma irregular durante los últimos años, dando así continuidad a una larga tradición de irregularidades y oscurantismo, en lo que atañe a la financiación del partido y a la conducta más que sospechosa de sus sucesivos tesoreros, iniciada en los años ochenta con el “caso Naseiro”, protagonizado por el tesorero Rosendo Naseiro, salvado in extremis de ingresar en prisión por ciertas argucias judiciales, y que parece no haber servido en absoluto para depurar responsabilidades y modificar los usos y costumbres internos con los que se gobierna el Partido Popular.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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