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Camino del Armagedón social

martes, 18 de junio de 2013
Los políticos actuales guiados polos sus sumos sacerdotes, establecen sus propias comunidades, sus propias sectas. A veces se parecen a aquellos devotos judíos ultra estrictos conocidos como los Hasidim (los píos) que se opusieron a la triunfante casa de los macabeos que estableció su propio rey y Sumo Sacerdote en Jerusalén, causa de que los Hasidim establecieran su propia comunidad cerca del desierto de Qumrán. Hoy en día, la gestión de los políticos españoles está tan lejos del entendimiento de los ciudadanos como de aquella estaban los evangelios del entendimiento de los romanos, escritos con códigos de substitución que inventaban los escribas. Estos conocimientos, estos mensajes, jamás estarán disponibles porque no existe una conciencia política capaz de descifrarlos.

Nuestro Presidente del Gobierno, al cual respeto, pues esa es una de los deberes de la Democracia, parece lo que para aquellos hombres de la época de Cristo conocían como El León, es decir el nombre que le daban al Emperador Romano. Hoy, como de aquella, todos queremos ser rescatados de las fauces del león, lo que significaba de aquella escapar de las garras del Emperador y de sus oficiales.

La temática oficial del Gobierno del Partido Popular es que sigamos el camino. El presidente, convertido en falso mesías, quiere que nos dejemos guiar como novicios, que sigamos el camino que él nos traza como los llamados Hijos de la Luz. En esta representación el Presidente del Gobierno representa al Príncipe de la Oscuridad que usurpa la luz a su favor con el fin de que las reglas de los ricos permanezcan. Cuando el Príncipe de la Oscuridad ganó las elecciones prometía el reino de los cielos, en un programa que cómo si fuera el Evangelio de Marcos era un mensaje de apoyo fraternal, una promesa de salvación y de independencia para aquellos que vivían bajo el aplastamiento socialista. Aquella presión ejercida alivió las mentes de las personas ignorantes y les quitó la presión que sentían de a quién o a quién no votar.

Ahora, aquella decisión adquiere un espantoso timbre de terror apocalíptico, un terrible final antes de plazo, una simbólica batalla en el Fuerte de la Colina de Har Megido, un Armagedón que se celebrará entre los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad que conducirá a un terrible final. A medida que va pasando el tiempo, un grupo de devotos se mezcla con los fascistas emergentes que ven la oportunidad de salir del armario donde tal vez estaba escondido el nuevo mesías, un paráclito que estaba por venir y que había sido anunciado por Cristo a los Apóstoles durante la Última Cena. ¿Cómo escapar de sus fauces? Hoy los pobres, los desahuciados, obligados por la mala gestión política son obligados a renunciar a sus propiedades y posesiones. Hay que humillarlos, dejarlos sin ningún tipo de privilegios y sumirlos en la pobreza para que no puedan escapar de las garras del león. Recorrer el camino hacia la luz, recuperar lo que los hijos de la oscuridad nos están quitando, tal vez nos lleve a un arduo recurrido de conflictos.

Las fuerzas de la oscuridad fascistas se están fortaleciendo durante este período de crisis y de tentación, celebran homenajes a dictadores y permiten que grupos nazis se organicen y hagan propaganda. Volviendo a las referencias bíblicas, una de las creencias fundamentales de los antiguos esenios era que el universo sostenía a los dos espíritus esenciales: La Luz y la Oscuridad. La Luz representaba la verdad y la rectitud, mientras que la Oscuridad a la perversión y el mal.

Ahora la batalla cósmica será repetida, se perdió el equilibrio entre ambas fuerzas; la participación económica de la riqueza ya no se distribuye en un grado de equilibrio y el Gobierno se hace sordo a las exigencias sujetando al pueblo con la dureza de su brazo. Podría citar, acorde con el debate, uno de los Himnos de Qunrán que dice algo cómo. “Porque tú, con la fuerza de la miseria le diste fuerza al hombre, (pueblo) frente al chantaje y resistencia de quien le trata de imponer la iniquidad, y habéis padecer, y nos habéis de oír, claro que sí. Vosotros los pretendidos prepotentes, los pretendidos sabios, los impetuosos, los que ofrecéis holocaustos y no os mostráis magnánimos con los pobres, con los que sufren, con los desahuciados; vosotros los que acumuláis intrigas y riquezas y dejáis de la mano a los débiles y esclavizáis al pueblo. Pero tenéis el corazón duro y nada de esto podéis comprender. Pero el pueblo sabe esperar, sabe sufrir, sabe ser firme y aguardar y aumentar la fuerza, alejará de él toda injusticia y será fuerte en la ira hasta que rechinéis los dientes.
Piñeiro González, Vicente
Piñeiro González, Vicente


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