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El buen cura Rodríguez Patiño

lunes, 17 de junio de 2013
La gente que me conoce bien, sabe que no soy religioso. No voy a misa, no me confieso, no comulgo, no cumplo los rituales. Creo poco o nada en el sistema, en la vocación, en su cometido, en su verdad y creo que la historia, si se analiza, me da la razón. Me considero un mal cristiano, porque soy un creyente con muchas dudas y quizás algo agnóstico. Aunque respeto a quien es religioso practicante y cristiano creyente. Entre mis íntimos amigos cuento con personas que lo son y nos llevamos muy bien

¿En que creo, pues?. Creo en la bondad, en la piedad, en la compasión, en la amistad, en el amor ( en cualquiera de sus vertientes), en la belleza, en la alegría, en el arte y en todas las formas posibles de transmisión de todo esto a la humanidad. Poco me importa si el o la que lo transmite es religioso o no, lo que importa es la persona en si.

Pero, quien ha tomado el camino de la religión y su vocación es sincera, está más obligado que nadie a llevar a cabo esta labor y si lo hace, tendrá en mí a un fiel amigo, ferviente admirador y si el ejemplo cundiera, un religioso convencido.

Y mira por donde, hace aproximadamente cuatro años, aparece en mi vida, Luís, del que yo ya tenía referencias, pues es hermano de un amigo mío, pero a quien no conocía.

Luís es cura. Es el cura de Xestoso, Cambás y otras cinco o seis parroquias más de la provincia de La Coruña y Lugo. Le llaman cariñosamente “El Bispo de Xestoso”, porque Luís es un cura muy especial, irrepetible. De esos que si nos dijera “venid conmigo y os llevaré a la tierra prometida, todos nos iríamos con él, sin pensarlo.

Luís reside en La Coruña, en una casa propiedad de sus padres, aunque en realidad vive en la casa rectoral de la parroquia de Cambás, en las iglesias de sus parroquias, en las calles, en los campos, en los caminos, en los bares, en las casas, en cualquier sitio donde haya un feligrés a quien escuchar, a quien aconsejar, a quien ayudar, por quien pelear y hacer feliz.

En su casa rectoral, que es donde además se reúne el Consejo de Ancianos, el primero legalizado en España. Luís tiene una biblioteca para niños, la cual no para de surtir con toda clase de ejemplares. También tiene una sala con ordenadores para los vecinos que quieran aprender informática y otra con máquinas de coser para sus mujeres.

Luís ha habilitado otras dos casas, una es el Centro para la UNED-Senior, de la que es Coordinador General para su zona y en la otra ha instalado un Centro Cultural, del que se benefician todos sus feligreses, que en realidad son sus amigos, de cualquier edad y condición, dispuestos a saber más.

Luís enseña y enseña y enseña y no para. Les habla del mundo, de sus gentes, de las distintas tierras y de los distintos mares, de los seres que lo habitan, de sus costumbres. Les habla de la vida y también les habla de la muerte.

Es un hombre todavía joven, aunque ya lleva más de veinte años en el sacerdocio, pero ello no es óbice para que sea una persona muy culta y preparada para transmitir muchas enseñanzas. Luís habla Castellano, Gallego, Inglés y Francés. Ha terminado las carreras de Filosofía, Teología, Ciencias Políticas, Derecho, Derecho Judicial, Derecho Canónico y Criminología. Actualmente está cursando la de Trabajo Social. Este hombre podía estar donde el quisiera y hacer lo que el quisiera. Esta capacitado para ocupar puestos, que están ocupando personas mucho menos cualificadas que él, pero ahí le tenéis, en Xestoso, en sus parroquias, con sus gentes, con sus amigos que le adoran.

Cobra 850 E. más o menos. ¿Cómo haces, Luís?. Soy hombre de pocas necesidades personales, contesta y soy rico en amigos. Para las cosas que hago o intento, pido a Asociaciones, Fundaciones, Publicidad de Empresas, Ayuntamientos y recibo ayudas voluntarias de mis parroquianos. Si fuera Obispo, seguro que me darían más, pero no me quejo.

Pero Luís no solo enseña a sus amigos, que ya es mucho y cumple con las responsabilidades eclesiásticas que su cargo exige. No, Luís hace muchas cosas más. Organiza churrascadas, fiestas, bailes, comidas, cenas, reuniones, excursiones, etc... El mundo que Luís se ha inventado, no tiene fin. El no tiene fin.

La vida tan peculiar de Luís está llena de anécdotas. Ahora me viene una a la cabeza, que no se si sabré contar y que denota su especial sentido del humor, una de sus múltiples virtudes. Venía por la carretera conduciendo su humilde coche y se encontró con un control de alcoholemia. El guardia de tráfico se acercó con el artefacto para soplar y Luís muy tranquilo, le dijo “Rapaz, non fai falta que sople, seguro que dou positivo, pois veño de decir catro misas”. Creo que aún hoy, el guardia se está riendo.

En Agosto del 2004, se casaba mi hija mayor. Yo no conocía a Luís, pero sabía de su vida y milagros. No lo dudé y con el consentimiento de los novios y futuros consuegros, me puse en contacto con él, para que oficiase la ceremonia religiosa. Mi hija quería casarse en la Iglesia de Santa María de Cambre, hermosa iglesia románica del siglo XII, que además era la que le pertenecía por su residencia. No hubo ningún problema, Luís habló con el párroco titular y todo se arregló.

No voy a decir que la ceremonia que ofició Luís fuera mejor o peor que otras, porque para gustos hay colores, pero si que fue distinta. Nadie quedó impasible ante su forma de decir, de hacer, de llevarnos a su terreno y a su manera, de hacernos reír, de hacernos pensar. Nos habló de la vida y de la muerte, de Dios, de Jesús, del amor, de la felicidad, de la alegría y de la tristeza, de la familia, de los hijos, de la comprensión, de la tolerancia, de la sociedad, de lo justo y de lo injusto, del perdón, del prójimo. Habló de todo y más. Pero habló a su manera, abierta, sincera, coherente y sin tapujos. La mayoría de los asistentes pensó. Esto es predicar.

Fue la boda religiosa más bonita a la que he asistido y además era la boda de mi hija. Por un momento pensé “Jesús, aquí sí tienes un buen discípulo”.

Y a pesar de todo, Luís es criticado, es censurado, es discutido, por algunos que no alcanzan a ver la magnificencia de su labor, incluso entre sus propios compañeros y sus propios jefes. Personas que optan por mantener año tras año y siglo tras siglo, los formulismos tradicionales establecidos por ellos mismos a través de los tiempos, sin comprender que no basta con predicar la palabra de Dios, cuatro o cinco veces al día, repitiendo lo mismo siempre, hasta la saciedad y después marchar para casa. Hay que convertir esa palabra en hechos, como hizo Jesús, que vivió y murió para y por los demás. Y eso es lo que hace Luís, entregarles su vida.

Recuerdo que en una ocasión, con motivo de las Fiestas de Carnavales, Luís preparó comidas y bailes para la ocasión e instó a sus gentes a, si les apetecía, disfrazarse y alegrarse y divertirse a tope. Mucha gente así lo hizo y sin pensar en molestar a nadie, ni siquiera en que hacían mal, se dirigieron a la iglesia para que su buen cura participara con ellos de su alegría. Las puertas de Luís, sean de las iglesias, de sus casas, de su corazón, siempre están abiertas para todo el mundo y así aquella iglesia se lleno de aquellas gentes que reían y cantaban. Eran por unas horas o días, felices.

Las Fiestas de Carnavales son, según dice la Iglesia, paganas, rodeadas de lascivia, de culto a las comidas sin control y desenfrenos carnales. Y digo yo, ¿Qué mal hacían los amigos de Luís, con sus disfraces, cantando y bailando alegres, visitando la casa del Señor, para que les viera contentos? ¿Qué mal hacían reuniéndose como buenos amigos y vecinos para compartir un buen cocido y un buen vino?. Yo conozco mucha gente de gran nivel social, que va a la iglesia a rezar y se lleva muy bien con los miembros de dicha iglesia, a quienes no les hace falta que se celebren los Carnavales o cualquier otra fiesta, para romper todas las leyes del decoro, de la decencia y del saber estar. Y no quiero entrar en la propia Iglesia, por respeto a Luís, que también hay.

Bien, pues se armó el pitote, mi querido amigo fue atacado sin piedad y tratado de lo más bajo. Fue reprendido y avisado por sus superiores y esta no fue la primera, ni será la última vez.

Pero Luís tiene detrás un gran ejercito, que le apoya de forma incondicional, que bebería los vientos por él y nadie, digo nadie, se atreve con Luís, porque en el fondo saben que vale mil veces más que ellos y que detrás de todo lo que hace está el respeto, la dedicación y el amor a su prójimo.

Hay muchos misioneros y monjas por el mundo, en lugares difíciles, donde todo es hambre y penuria, realizando una labor encomiable y son dignos de admiración y apoyo. Yo siempre me pregunté ¿Qué bien hacen a la humanidad las monjas de clausura? Lo único que uno acierta a entender, es que se privan de su libertad y eso para que vale. No es preferible las que atienden a los ancianos en las residencias y a los enfermos en los hospitales.

Volviendo a los misioneros. Luís se define como un misionero, pero realiza su labor en su propia tierra o en sus parroquias, que también lo necesitan. ¿Por qué los demás curas y el resto de la jerarquía eclesiástica, no son también misioneros? ¿Por qué el camino de Luís no es copiado por otros muchos? Será que la vocación no es la misma, será que es demasiado para ellos, será que hay otros intereses más “importantes”, será que no somos tan buenos como queremos parecer, será un poco de todo.

Todo lo que he escrito es verdad. Luís existe.Es un hombre bueno, para Dios, para Jesús y sobretodo para su prójimo.

He dejado para el final, una frase que le dijo un primo mío, ateo, al salir de la boda de mi hija. ¡Amigo, si todos los curas de este mundo fueran como Vd., iría todos los días a la Iglesia!
Ramos, Quique
Ramos, Quique


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