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Pon otra ronda, invito yo

viernes, 07 de junio de 2013
Una vez olvidado el incidente de los “gastos impropios”, peculiar manera de denominar a los gastos en ron, ginebra y whisky, protagonizado por el grupo municipal socialista de Ourense, el tema vuelve a la primera plana de la actualidad con la publicación en el Boletín Oficial de las Cortes Generales del pliego de condiciones para la concesión del servicio de cafetería en la Cámara Baja, a través del cual los españoles hemos sabido que las “copas” también están subvencionadas, con dinero público, en el Congreso de los Diputados.

Si bien es cierto que tras el “cachondeo”, ciudadano y mediático, que se trajo el asunto, la Mesa del Congreso ha dado marcha atrás, en una evidente retirada estratégica más que en una reorientación filosófica, excluyendo las bebidas espirituosas de entre los productos subvencionados, mientras mantiene el vino y la cerveza entre los mismos, fruto, no tanto del convencimiento moral sino del escándalo social que produjo el hecho, me gustaría hacer unas reflexiones al respecto.

La primera es la enorme preocupación que produce el saber que sus señorías puedan estar desempeñando su importante labor legislativa bajo los deletéreos efectos del alcohol, lo que sin duda explicaría la aprobación, en el pasado, de algunas medidas absurdas y otras tantas manifestaciones visiblemente fuera de tono, como el famoso ¡qué se jodan!, de la singular diputada Fabra.

Por otra parte, es revelador de cómo se las gastan en el Congreso el comprobar que, mientras a sus señorías no les tiembla el pulso a la hora de aprobar recortes para todos los españoles, desde la sanidad o la educación hasta los perceptores de ayudas por la dependencia, muestran semejante generosidad consigo mismos, al intentar subvencionarse hasta las copas que se toman, lo que nos da una idea de cómo se interpreta en la Cámara Baja el concepto de servicio público.

Sea como fuere, y consideraciones filosóficas al margen, parece urgente el tomar, al menos, dos medidas inmediatas para el buen funcionamiento de las cámaras de representación popular, y espero que la Mesa muestre la suficiente diligencia al respecto: la primera, imponer controles de alcoholemia a la entrada en el pleno y en las comisiones, con el ánimo de garantizar la sobriedad necesaria en las mismas; la segunda, habilitar unos salones en los que los “positivos” puedan dormir cómodamente la moña hasta que estén en condiciones de volver al trabajo. En cualquier caso, y sin la menor hilaridad, “vaya poniendo otra ronda, esta vez invito yo, el pueblo español”.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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