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El espíritu de la Puerta del Sol

lunes, 27 de mayo de 2013
La Puerta del Sol fue hace ahora dos años el kilómetro cero no sólo de España sino de Europa porque en ella se plantearon-pacíficamente- en manifestaciones masivas los grandes problemas que afectaban y aún afectan - ¡y de qué modo!- a la sociedad actual. El 15 de mayo de 2011, el "15 M", representó un revulsivo social, la expresión de un hartazgo de una juventud descontenta y sin perspectivas pidiendo soluciones.

Europa volvió la mirada hacia Madrid, que fue pionero ya que esta ola de protestas tuvodespués réplicas nacionales en Barcelona, Valencia o Galicia, e internacionales incluso en Nueva York. Jóvenes contestatarios ocuparon la céntrica plaza madrileña con tiendas de campaña durante un mes creando un movimiento de nuevo cuño con asambleas y debates. Pues bien, estos días, persistiendo en su rebelión tranquila, el 15 M" ha vuelto a presentar sus demandas y quejas en la misma plaza abbarrotada de gente yen 20 ciudades más.

El "espíritu de la Puerta del Sol", que así podríamos llamar a este movimiento de protesta, sigue por tanto vivo, no verlo y no y mirar para otro lado sería darle la espalda a la realidad porque los problemas que denunció se han agudizado. El malestar es general.

La Puerta del Sol, uno de los accesos de la cerca que rodeaba Madrid en el Siglo XV no es ahora puerta alguna y el sol pintado que adornaba la entrada del que habla la crómica histórica ya no existe. Hoy en día no es una puerta sino una célebre y emblemática plaza, punto neurálgico de la capital, que se convierte a menudo en un ágora de concentraciones de jóvenes que muestran su desacuerdo y su disconformidad por el alarmante paro de más de 6 millones doscientas mil personas, la escasez y la carestía asfixiantes, los recortes de prestaciones sociales, los desahucios continuos -se han parado 600 últimamente- la incertidumbre acerca del porvenir ...a fe que lo que está pasando es agobiante.

DOS SABIOS DE NUESTRO TIEMPO

Uno de los augures que adelantó lo que sucede en España y en otros países europeos fue Stéphane Hessel, quien, en 2010 en el opúsculo "¡Indignaos! (Indignez.vous"), exhortó a los jóvenes a emprender una acción no violenta, una insurrección pacífica, para rebelarse contra los excesos del capitalismo desenfrenado. "El mundo va mal gobernado por los poderes financieros que lo acaparan todo", proclamó en el opúsculo de 32 páginas publicado en 2010, de extraordinaria e nesperada acogida que alcanzó cuatro millones de ejemplares en más de 100 países. Traducido al español por el humanista José Luis Sampedro al año siguiente, también cosechó un gran éxito en España.

Hessel fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, antiguo embajador ante la ONU, ex comatiente de la Resistencia francesa internado en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Sobran títulos y razones para prestar atención a sus escritos de denuncia, que permanecen vigentes. Ha muerto recientemente a los 96 años.

Sampedro, también fallecido recientemente a los 96 años, es asimismo un rebelde con causa, como diríamos parafraseando el título de la famosa película de Niccholas Ray "Rebelde sin causa". Sampedro fue un economista defensor de una economía más solidaria, humanista y de pensamiento más comptometido con los problemas de su tiempo y así se puso de relieve al otorgarle varios importantes premios en vida. Fustigó la decadencia social y moral de Occidente, el neoliberalismo y el capitalismo salvaje. Autor de muchas novelas de éxito como "La sonrisa etrusca" u "Octubre, octubre" y de ensayos económicos como "El mercado y nosotros· o "Algo más que cifras", le dio tiempo a conocer el "15 M" con el que no podía estar más de acuerdo y bautizó a sus integrantes con el nombre de "quincemayistas".

Ambos, Hessel y Sampedro, fueron considerados dos sabios de nuestro tiempo.

LOS MAQUINISTAS NO ESTÁN A LA ALTURA

"No, no nos representan", fue el eslogan más repetido en la concentración de Sol, quizá algo menos numerosa que las dos primeras pero que recuerda que los jóvenes continúan en la brecha contra el desesperante desempleo y la falta casi total de oportunidades. Representan un colectivo sin rostro y sin protagonistas, anónimo, quizá por ello másimfluyente e importante.

Marcaron la agenda política, Se enorgullecen de ser los primeros que pusieron sobre la mesa el debate de la transparencia económica de los partidos o quienes se manifestaron en la calle en favor de los afectados por las hipotecas o de los afectados por las acciones preferentes que ofrecían engañosamente los bancos. Todas estas movilizaciones conforman un estado de opinión crítica al que han venido a unirse en manifestaciones callejeras la" marea blanca", de enfermeras y médicos puestos en la calle por jubilaciones forzosas anticipadas y la "marea verde" de profesores y docentes despedidos. Todos ellos por supuesta falta de recursos y por privatizaciones. Es un fenómeno nuevo, un estado generalizado de contestación, un "maelstron", una corriente heterogénea de desobediencia civil que los políticos no saben muy bien como manejar. El presidente Mariano Rajoy (PP) ha declarado que comprende las protestas, lo mismo que Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) o Gaspar Llamazares de Izquierda Unida (IU). Pero los indignados españoles no creen en la política tradicional, no parecen dispuestos sólo ir a votar cada cuatro años para intentar cambiar las cosas, quieren intervenir cuando lo crean necesario.

En sus últimas marchas en Madrid han escenificado lo que llamaron, con un impactante oxímoron, un "grito mudo", niegan ser anti sistema pero amenazan con pasar "De la indignación a la rebelión", como reza una de sus consignas. No prestarles la debida atención, sería un craso error.

Recuerdo en un viejo chiste un un diálogo entre revisor y pasajero.
-Se ha confundido, este tren no pasa por la estación marcada en su billete- dice el primero. Replica el segundo:
- Y a mí que me cuenta. Dígaselo al maquinista, dígaselo al maquinista...

Los desafíos son demasiado grandes en esta crisis y los maquinistas actuales que conducen nuestros países, los dirigentes de izquierda y de derecha, demasiado mediocres. A lo que se ve, no están a la altura.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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