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Alemania y Francia, tándem indispensable

miércoles, 22 de mayo de 2013
...Y Alemania va. Sigue, imperturbable, con su regular velocidad de crucero: según el Fondo Monetario Internacional (FMI), su creciniento es de 1,5% y su índice de paro sólo de 2,9%, el más bajo desde la reunificación alemana y en la Eurozona, porccentajes de excelencia económica que aún resaltan más en una Unión Europea deprimida y en plena crisis.

¿Cómo ha conseguido tal bonanza este pais considerado hace una década "el hombre enfermo de Europa?, se preguntan, celosos de su éxito, los analistas de Francia, rival a la vez contemporánea y ancestral de Alemania, no en vano están ambas en los primeros puesttos del Viejo Continente aunque formen hoy en día un tándem desigual pues cada vez divergen más los resultados obtenidos a los dos lados del Rin. "Made in Germany" es un eslogan que sigue teniendo una solvente reputacióm, "Made in France", mucho menos.

La República Federal de Alemania (RFA) está dirigida hoy en día por la Canciller Angela Merkel, del partido CDU (Unión Cristiano Demócrata), política sólida, pragmática, tenaz, partidaria del puño de hierro en guante de seda, acusada de egoísta e insolidaria porque, cauta, no quiere cambiar nada antes de las elecciones legislativas germanas del 22 de septiembre por miedo a que el orden de los factores altere el producto, como se diría tergiversando el famoso principio matemático.

Angela Dorothea Merkel, de 59 años, hija de pastor protestante, científica especializada en química cuántica, canciller desde el 22 de noviembre de 2005, domina la escena política alemana y se ha convertido en la estadista más influyente de Europa. Sin necesidad de telegenia ni carisma especial, cuenta con una extraordinaria popularidad en su país por su firmeza, pero fuera es detestada por la misma razón. Su lema es saneamiento financiero y disciplina fiscal, ascetismo económico que conviene a Alemania pero contra el que protestan los demás miembros de la Unión Europea porque perjudica al conjunto.

GERMANOFOBIA

Frente a Merkel se halla el presidente socialista francés François Hollande, que propugna medidas de estímulo al crecimiento para superar el bache.

Las políticas de ambos chocan frontalmente. Hollande es respaldado por toda la Europa del sur, Italia, España, Portugal y Grecia, partidarios de abrir el grifo del crédito. Alemania no parece necesitar apoyos. Su palmarés es relevante, gana en todos los tableros de su partida de ajedrez múltiple: excedente alemán frente a déficit galo, comercio exterior, salarios y deuda pública, que en Francia, triste campeona a su pesar, asciende al asombroso 90,2% del Producto Interior Bruto (PIB), es decir, 1.833 millones de euros, cantidad astronómica que no se podrá pagar en generaciones sobre todo si persiste el estancamiento.

Quizá por todo ello, la germanofobia prende de nuevo en el" exágono", figura geométrica con que designan a Francia los propios franceses. En la Asamblea Nacional se ha formado un grupo de 80 diputados socialistas anti-austeridad cuya "bestia negra" es precisamente la canciller, partidaria a macha martillo del rigor y del ahorro no sólo en Alemania sino en toda la Eurozona. Estos diputados rebeldes echados al monte, forman "la fronde" como se dice en francés, presentan batalla y ponen nervioso al tranquilo Hollande, acusado de blando y de falta de autoridad con sus correligionarios. Entre los rebeldess se hallan tenores de la política en el hemiciclo galo, tribunosde gran facundia como Jean-Luc Melenchon, presidente del "Front de Gauche" (Frente de Izquierda), que critican la "arrogancia" de Merkel aunque haya también una corriente contemporizadora de germanofilia que representa, por ejemplo, el ministro de Finanzas, Pierre Moscovici, quien en actitud cooperante,ha firmado una carta común con su homólogo alemán, Wolfgang Schauble, dirigida a la Comisión de Bruselas sobre el blanqueo de capitales, vamos, que aparentemente Berlín y París estarían a partir un piñón por mucho que la prensa publique números especiales en ambos países desde hace meses sobre el desacuerdo franco-alemán. Para echar leña al fuego, el presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolome, conocido por su franqueza y sus declaraciones no políticamente correctas , calificó de "situación de confrontación" la existente entre los dos países limítrofes, naturalmente nada más lejos de una confrontación armada como en las guerras de 1914 y de 1945, pero sí seria tensión.

Y tal declaración extemporánea la hizo la más alta autoridad legislativa gala. Saltan chispas.

PROBLEMÁTICAS RELACIONES

Una cosa está clara y es la recuperación de la confianza en sí misma que consiguió Alemania con Angela Merkel. Fue difícil y larga pero últimamente quema etapas. Muy atrás queda el complejo de inferioridad de los alemanes
causado por la herencia amarga del nazismo, del que se sentían culpables.

En la época del canciller socialdemócrata Willy Brandt, ni se podía mencionar el nacional socialismo porque aún pesaba como una losa. En la del demócrata cristiano Helmut Kolh, demiurgo de la reunificación y mentor de Merkel, tampoco se avanzó mucho en la normalización de la memoria histórica, atenazados y abochornados los alemanes por este pecado mortal original. Pero en la de Merkel parece irse superando el estigma, imposible de olvidar del todo, claro, porque el holocausto judío causó seis millones de muertos aparte de hundir durante años la autoestima de los alemanes.

De cualquier forma, la entente franco-alemana no puede socavarse. Lo recordó Hollande hace unos días en la ceremonia conmemorativa de la capitulación sin condiciones de la Alemania nazi el 9 de mayo de 1945. En 1963, el general De Gaulle y el canciller Konrad Adenauer fueron capaces de sellar un tratado de amistad que confirmó la reconciliación. Ahora, desde hace cincuenta años han pasado muchas cosas, auunque todos los problemas se hayan resuelto siempre por compromiso entre ambas potencias según recalcó el presidente francés.

Lo único que le faltaba a una Unión Europea inmersa en graves problemas de todo tipo es que, además, surgiera uno nuevo irritante entre Alemania y Francia, tándem indispensable para su buena marcha por mucho que, como hemos visto más arriba, desarrollen problemáticas relaciones.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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