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Gobernar "en caliente"

viernes, 26 de abril de 2013
Durante los últimos años y al dictado de diversos acontecimientos que han desatado una gran alarma social, tales como el asesinato de Sandra Palo o el más reciente de Marta del Castillo, la exigencia por parte de los ciudadanos de que se produzcan cambios legislativos para acabar con estos abusos siempre han tenido la misma respuesta desde el ámbito político, cuyos miembros más significados nos han repetido, hasta la saciedad, la misma cantinela de que “no se debe legislar en caliente, de forma visceral, al capricho de lo que nos pide el cuerpo y con los sentimientos a ras de piel”, lo que parece bastante razonable si tenemos en cuenta que siempre es más aconsejable legislar con el intelecto que con las vísceras.

Sin embargo, las recientes manifestaciones públicas de acoso por parte de distintos colectivos sociales, con la plataforma antidesahucios a la cabeza, ante los domicilios de distintos cargos públicos, eso sí, con la única condición de que pertenezcan al Partido Popular, todo sea dicho, parece haber cambiado radicalmente este planteamiento de prudencia legislativa y a la casta política, independientemente de las siglas bajo las que milite, le ha faltado tiempo para adoptar medidas coercitivas encaminadas a tratar de frenar estas manifestaciones de indignación ciudadana.

No debemos, por tanto, legislar en caliente en aquellos asuntos que inquietan a los ciudadanos de a pie, pero todo parece cambiar cuando se trata de abordar problemas que atañen a los propios políticos, como está ocurriendo con el tan candente asunto de los escraches, con el que la clase política se ve “amenazada” en su propia madriguera por el populacho, en cuyo caso a sus señorías les ha faltado tiempo para legislar, más que en caliente, diría yo que en incandescente, tratando de coartar la libertad de los ciudadanos para manifestarse donde y cuando quieran, siempre manteniendo las formas y el debido respeto, para mostrar el desencanto y la desafección que sienten por la clase política, la que es ya, a día de hoy, el primer problema que padece la democracia española.

Se nota que sus señorías se muestran mucho más sensibles y comprometidas con los problemas que les afectan a ellos mismos y a sus familias que con los que tienen que soportar el resto de los ciudadanos. La “plañideras” ruedas de prensa protagonizadas por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y por la señora Cospedal, desacreditando a los que protagonizan las protestas, llegando a compararlos con radicales nazis, y la aprobación precipitadamente y en caliente de algunas normas legales, encaminadas únicamente a tratar de amedrentar a los manifestantes, no son más que una muestra evidente del nerviosismo y el temor que la clase política en su conjunto empieza a sentir ante la indignación que muestran los ciudadanos, fruto del maltrato y del desprecio al que los han sometido durante tantos años de desmanes por parte de aquellos y, tanto la precipitación como la improvisación son los peores consejeros para tratar de encauzar una convivencia más sosegada entre gobernantes y gobernados.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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