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El "estado de malestar" británico

viernes, 26 de abril de 2013
Puertas afuera

EL" ESTADO DE MALESTAR" BRITÁNICO

Gran Bretaña se enfrentará a grandes desafíos estos próximos años, en
particular, dos referendos cruciales, uno sobre la independencia de Escocia y otro sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Pero lo que urge ahora es algo más prosaico aunque capital para los ciudadanos de a pié: los recortes en las ayudas sociales para una población depauperada y deprimida. El fracaso del ultraliberalismo es patente. las arcas están vacías.

El primer ministro británico David Cameron, de 46 años, en la cuerda floja ya desde que llegó al poder en mayo de 2010 apoyado por su propio partido, el Conservador y y por elLiberal de Nick Clegg, pasa ahora por los momentos más decisivos de su mandato. El Reino Unido se halla muy a su pesar ya en su tercera recesión, ha perdido la calificación de triple AAA de su deuda pública que ronda los 14.000 millones de libras esterlinas (una libra, 1,17 euros), cantidad sideral sin precedentes que demuestra la gravedad de la situación.

Sin temor a la exageración, se podría decir que en el Tesoro británico no hay ni un penique, el Reino Unido está quebrado desde hace tiempo. Y últimamente se ha visto obligado a tomar resoluciones desesperadas de SOS (Sálvenos O Socórranos) como las que lanzan los barcos en peligro.

Acuciado, David Cameron tiene que acudir a decisiones extremas con el fin de evitar el hundimiento de la economía. Así, para enjugar el déficit, aplica toda una batería: reduce ayudas a la población, rebaja gastos en sanidad, aumenta los impuestos municipales, incluso para los económicamente débiles, hace pagar costas judiciales a todos los ciudadanos, quiere hacer fuego de toda astilla, sajar al enfermo en una cura de cirujano de hierro.

Pero por ahora las cuentas están lejos de cuadrar, el estado de bienestar británico se ha convertido bajo su mandato en un vervadero "estado de malestar".

Todas estas disposiciones exprimen al máximo a a las clases sociales nritánicas más necesitadas, los especuladores y las clases pudientes quedan a salvo.

Podríamos decir irónicamente que al contrario que el legendario salteador de caminos Robin Hood, David Cameron roba a los pobres para ayudar a los ricos.

Así podría leerse hoy en día la receta "tory" aplicada a la enfermedad del país. (Podría recordarse con flema que los "tories" fueron los defensores de los intereses de los terratenientes en la época de Jacobo de York en el siglo XVII en el que nació la dicotomía con los "whigs", que en la actualidad podría estar representada por el enfrentaminto irreconciliable entre conservadores y laboristas).

Digresiones históricas aparte, tal es la precaria e incierta situación de la Gran Bretaña ahora mismo.

Con referencia a los dos grandes envites mencionados al principio para
bosquejar la descripción de la coyuntura actual, aún queda tiempo. El
referéndum sobre la independencia de Escocia se celebrará el 18 de septiembre de 2014 y poco después, Cameron convocaría en 2018 otro sobre la permanencia de Reino Unido en la UE si gana las elecciones de 2015.

Esta crónica sobre la actualidad británica no sería tal sin una referencia obligada a la ex primera ministra Margaret Thatcher, que acaba de fallecer a los 87 años. Marcó una época. Apodada la Dama de Hierro, campeona del ultraliberalismo y del nacionalismo británico, sus posiciones extremas dividieron a los ingleses y los dividen aún ahora en el momento de su desaparición a causa de su intransigencia, empecinamiento y tozudez en la defensa de sus propios planteamientos extremos, "no mostró nunca compasión por los enfermos o necesitados",rememoran. Hoy se la recuerda en Gran Bretaña con elogios pero también con insultos, muchos celebraron su muerte, sobre todo entre las clases populares, a las que perjudicó en aras de una política económica ultraliberal, en la que creía a machamartillo.

Libró una batalla de vanguardia contra el estado de bienestar que dejó desmantelado en buena parte por considerar que Gran Bretaña no se lo podía permitir. Sus bestias negras fueron Europa y el socialismo.

Era clara pero decididamente parcial, decía: "Todos nuestros problemas han venido de la Europa continental y todas las soluciones, de las naciones
anglohablantes a lo largo el mundo" y opinaba asimismo: "Curar la enfermedad de Gran Bretaña con el socialismo es como intentar tratar la leucemia con sanguijuelas". Otra perla de "Mrs. No": "La acunulación de riqueza es en sí nisna un proceso moralmente neutro. Ciertamente, como enseña el cristianismo, la riqueza trae tentaciones. Pero también la pobreza". Y una última cita que la retrata definitivamente: ·En un sistema de libre comercio y de libre mercado, los países pobres -y la gente pobre- no son pobres porque otros sean ricos. Si los otros fuesen menos ricos, los pobres serían con toda probabilidad, todavía más pobres". Marx y Engels deben revolverse en su tumba ante máximas tan contundentes y tajantes de una responsable política a la que gustaba decir que "cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender los de llevar un país", aritmética parda si las hay.

Mantuvo en vilo a la Unión Europea, ensalzó al dictador chileno Augusto Pinochet, defendió el apartheid, ganó la guerra de las Malvinas derrotando a la Junta Militar comandada por el dictador Leopoldo Galtieri. guerra cuyo fracaso propició la llegada al poder en Argentina tras elecciones libres del presidente Raúl Alfonsín, no hay mal que por bien no venga.

Reelegida tres veces, al cabo tuvo que renunciar a su alta función en 1990, precisamente, erre que erre, por no poder aplicar un nuevo impuesto, el famoso "tax poll", que hubiera gustado al primer ministro actual David Cameron quien fue en su día a visitarla y rendirle homenaje al nº 10 de Downing Street, sede del Gobierno, en una entrevista surrealista porque no le reconoció a causa del alzheimer que padecíacomo hemos podido recordar ahora en imágenes retrospectivas.

Margaret Hilda Thatcher (nacida en Grantham, Lincolnshire
( 1925-2013), gobernó Gran Bretaña de 1979 a 1990, con mano férrea y siempre en medio de la controversia entre el ruido y la furia, como podríams decir citando la conocida frase de William Shakespeare.

Su funeral, presidido por la reina Isabel II ha provocado una fuerte polémica, la prensa maneja cifras de coste astronómico: calculan que el solemne sepelio por las calles de Londres hasta la catedral de Saint Paul, de gran pompa y lujo, las medidas de seguridad y otros gastos, costaron más de 15 millones de euros. 12,86 millones de libras esterlinas, en un momento de honda recesión. Su legado dual, glorificada y odiada, resume a la perfección la contradicción de la sociedad británica, entre la tradición y la modernidad.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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